Número de Visitas Agréguenos a Favoritos 
TITULOS SECCIONES SUPLEMENTOS OPINION CLASIFICADOS SERVICIOS NUESTRO DIARIO PRODUCTOS
  podio
RURAL
DEBATES
GUIA OCIO
eH! HOGAR
Espectáculos
ECONOMICO
CULTURAL
ENERGIA
 
Viernes 23 de Junio de 2006
 
 
 
>>EDiciones ANTERIORES
   
  Viceversas
  POR LA LUZ QUE ME ALUMBRA
 
 

Todo lo que sube tiene que bajar, pensó Newton cuando estaba debajo de un manzano. En ese instante una Gran Smith de la rama más alta intuyó las reflexiones del científico y se dejó caer sabiendo, ahora sí, que su desprendimiento no era en vano e iba a corroborar uno de los fenómenos más elementales con que la naturaleza había dotado este mundo. Después de recorrer tres metros, la manzana golpeó contra Isaac y la ley de gravedad y los pedacitos de manzana quedaron dando vueltas por la cabeza del hombre sabio.

Otro hubiera sido el destino si Newton se hubiera sentado debajo de un quinotero. Es muy posible que se hubiera rascado la cabeza, hubiera agarrado el quinoto para tirárselo a unos pajaritos y hubiera seguido masticando un pastito. Y menos mal que no trabajaba en una carnicería, ya que se le habría instalado el preconcepto que todo lo que sube no necesariamente baja. Muchos siglos después el político-científico contemporáneo K creó una síntesis entre la ley de gravedad y la colita de cuadril e hizo una ampliación a la famosa ley: "Si todo lo que sube, no baja, al menos que no siga subiendo... Negociemos".

Basado en las reflexiones de Newton, Otis se había convertido en medio rico al inventar el descensor, pero fue un paso más allá y reflexionó: "Si hago que todo lo que baja, suba de nuevo, me voy a convertir en el doble de rico". Para este entonces gracias a Cortázar ya sabíamos subir escaleras, pero las pobres quedaron en desuso por el último invento de Otis: el ascensor. Fue hasta que alguien dijo si todo sube, las escaleras también. "Levántate y anda" ordenó, e inventó las escaleras mecánicas que es el único lugar donde uno puede hacer la travesura y probar que se puede subir bajando.

Esto fue una revelación para el pobre y desconocido inventor del destornillador, ya que esta herramienta sólo servía para sacar algo que no había cómo ponerlo. Los tornillos, que ya se habían inventado no servían para nada. Se acumulaban en grandes montañas y su precio bajaba escandalosamente, hasta que a este hombre se le ocurrió que su herramienta habría que girarla al revés y llamarla atornillador. Por supuesto se volvió rico, pero finalmente nadie llama al destornillador atornillador. Es más conocido por lo que saca que por lo que pone, igual que el sacacorchos que no tiene viceversa y, a pesar de que gira, es un camino sin vuelta para el pobre corcho que fue uno de los primeros artículos descartables. Pero si hablamos de afirmar negaciones no hay mayor institución negadora que el gremio de los no-docentes, donde sus pobres no-afiliados son algo así como la antimateria de los docentes. Algunos dicen que es un viejo truco para asociar a todos los trabajadores del país menos, se entiende, a los docentes. Sin embargo las leyendas urbanas sobre esta comunidad se extienden al ámbito científico de la físico-matemática. ¿Tendrá cada no-docente un docente en otra dimensión? ¿La multiplicación de dos no-docentes dará por producto un docente afirmativo? El día de los docentes es el 11 de setiembre, día de la muerte de Sarmiento, entonces ¿el día de los no-docentes es el día del nacimiento? ¿Es verdad que si se casa un no-docente con una docente desaparecen en el acto de consumación?

Un hecho revolucionario sería que la conducción de los no-docentes haga un concurso entre sus afiliados para ponerle un nombre a su oficio. Claro eso generaría una minicrisis, ya que habría que votar por no o por sí, palabra tabú en la congregación, esta afirmación, pero que se subsanaría votando por no o nunca no. Abogamos por eso ya que en realidad... no-docentes somos todos, salvo claro, que seamos docentes.

   

HORACIO LICERA

hlicera@rionegro.com.ar

   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
Todos los derechos reservados Copyright 2006