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Sábado 10 de Junio de 2006
 
 
 
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  El eterno perdedor

La visita al dictador Pinochet lo alejó del premio Nobel para siempre

 
 

BUENOS AIRES (AFP) - Jorge Luis Borges ganó importantes premios de literatura y estuvo a un paso de obtener el Nobel en 1976, diez años antes de su muerte -de la que ahora se cumplen veinte años-, pero una inoportuna visita al dictador chileno Augusto Pinochet lo descalificó ante la Academia Sueca para siempre.

Nació así el histórico desencuentro que convirtió al argentino, una de las figuras cumbres de las letras hispanas del siglo XX, en candidato crónico e invariablemente frustrado al premio más significativo de la literatura y determinó que el Nobel se perdiera de tener a Borges entre sus galardonados. El escritor argentino de mayor renombre recibió, en 1961, el premio Formentor del Congreso Internacional de Editores, compartido con Samuel Beckett y, en 1980, el premio Cervantes, junto con el español Gerardo Diego.

Italia lo nombró commendatore, Francia lo designó comandante de la Orden de las Letras y las Artes, el Reino Unido le entregó la insignia de caballero de la Orden del Imperio Británico y recibió el doctorado honoris causa de las principales universidades. Pero nunca el Nobel.

El ensayista uruguayo Emir Rodríguez Monegal, en "Borges, una biografía literaria", dice que en 1976 el argentino "ya había sido elegido a medias con Vicente Aleixandre, el poeta surrealista español, para el premio Nobel, cuando una visita intempestiva a Santiago de Chile, para aceptar una medalla del dictador Pinochet, decidió a la academia a borrar cuidadosamente su nombre".

Quizá ningún otro texto de Borges haya sido tan debatido en Estocolmo como su discurso en la Universidad de Chile aquel 22 de septiembre, al recibir el doctorado honoris causa del propio Pinochet.

"Yo declaro preferir la espada, la clara espada, a la furtiva dinamita. (...) Mi país está emergiendo de la ciénaga, creo, con felicidad. (...) Ya estamos saliendo, por obra de las espadas, precisamente. Y aquí ya han emergido de esa ciénaga. Y aquí tenemos: Chile, esa región, esa patria, que es a la vez una larga patria y una honrosa espada", dijo el escritor.

Fue el mismo día que en Washington agentes de la policía secreta del régimen asesinaban con una bomba a Orlando Letelier, que había sido canciller del gobierno constitucional del socialista Salvador Allende, derrocado tres años antes a sangre y fuego.

Otro biógrafo del argentino, el chileno Volodia Teitelboim revela, en "Los dos Borges", una opinión que el académico sueco Arthur Lundkvist le comunicó en Estocolmo en 1979. "Soy y seré un tenaz opositor a la concesión del Premio Nobel de Literatura a Borges por su apoyo a la dictadura de Pinochet, que ha sido usado por la propaganda de la tiranía para intentar una operación cosmética", dijo Lundkvist.

El hecho es que, antes y después de aquella oportunidad, el candidato hispanoamericano más constante en los años 60 y 70 recibió cada octubre de sus últimos veinte años la noticia de que no le habían concedido el Nobel.

Borges lo tomó "con humor agridulce y el corazón apretado", según describe Teitelboim, y "adoptó aires de perdedor experto".

A una joven periodista argentina que fue a verlo algo compungida en una de esas ocasiones le dijo: "No se preocupe, se trata de una situación que lejos de molestarme, me divierte. Me apena sí por los argentinos, que lo sienten como si fuera que han perdido un importante partido de fútbol".

Sin embargo, "que no le dieran el Nobel lo afectaba", según el investigador Alejandro Vaccaro, en "El señor Borges", escrito a partir de una larga entrevista con Fanny Uveda que trabajó 35 años en la casa de la familia Borges en Buenos Aires.

"El decía que no, pero Fanny cuenta que todos los años cuando llegaba la noticia, con los periodistas en la puerta, Borges se ponía mal. Y decía: 'Si me lo dan sería inmerecido, pero yo quiero que me lo den'", refiere Vaccaro.

Borges, pese a todo, siempre mantuvo en público su actitud de perdedor digno.

En 1985 hizo esta sorprendente declaración al diario "Clarín", de Buenos Aires: "La inteligencia de los europeos se demuestra por el hecho de que jamás me hayan dado el Premio Nobel. ¿Sabe usted por qué? No hay escritor más aburrido que yo. Es una gran equivocación que la gente me lea, porque ni a mí mismo me gusta lo que escribo y por eso ni yo mismo me leo. Nunca me he leído. Todo lo que he escrito, todo, no pasan de ser borradores; ¡borradores!, papeles sueltos. No entiendo a las personas. Y por ejemplo en esta biblioteca que usted ve ahí, no tengo libros míos. ¿Para qué?".

   
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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