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Sábado 10 de Junio de 2006
 
 
 
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  Fundamentalmente anarquista
Así se definía Borges. Apostaba al individuo en contra de los Estados.
 
 

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BUENOS AIRES (AFP) - El escritor argentino Jorge Luis Borges, tan contradictorio en sus ideas políticas como genial con su pluma, supo cosechar odios y amores por su apoyo a dictaduras y desprecio al peronismo, aunque se definía como un anarquista que apostaba al individuo en contra de los Estados. "Soy fundamentalmente anarquista. Estoy por un mínimo Estado y un máximo de individuo. Si hace falta un gobierno, lo deseo planetario. Pero es una utopía, claro. No nos dirigimos hacia allá. Sin embargo, tengo esperanzas, dentro de mil años", definía Borges a los 85 años, poco antes de morir el 14 de junio de 1986.

Se trataba más de una declaración filosófica que política y, como todas sus definiciones sobre la condición humana, tenían una cuota importante de nihilismo. Antipopulista y antiperonista militante, Borges cultivó una suerte de liberalismo con ideas conservadoras, y veía al tres veces presidente Juan Perón como un fascista y un demagogo, sumando miles de enemigos. Emir Rodríguez Monegal, amigo personal y biógrafo de Borges, advertía hace 30 años sobre la "excesiva importancia" que adquirieron sus opiniones políticas. "La confusión ha llegado al punto de que se ha establecido públicamente la siguiente dicotomía: el escritor Borges es un genio; el opinante político Borges, un imbécil", lamentó su biógrafo uruguayo, aunque el propio autor fomentaba esa categorización "en un juego suicida", advertía.

Pero el autor de obras maestras como "El Aleph" y "Ficciones" guardaba un fuerte resentimiento por el peronismo, el mayor movimiento político de Argentina en el siglo XX. "Los peronistas no son ni buenos ni malos, son incorregibles", solía repetir Borges con fina ironía.

Apenas asumido el primer gobierno peronista en 1946, Borges fue transferido de su puesto en una biblioteca popular al de "inspector de pollos, gallinas y conejos en las ferias municipales", una decisión humillante que lo llevó a renunciar. El mayor odio de Borges iba dirigido al propio Perón, a quien definió como "una persona abominable que ejerció una tiranía realmente monstruosa". Luego sería el golpe militar que derrocó a Perón en 1955 y que lo elevó a director de la Biblioteca Nacional, cargo que ejerció hasta 1973, con el regreso del peronismo al poder. Contradictorio y escéptico, Borges criticaba la censura pero descreía de la democracia, a la que definía como "un curioso abuso de la estadística", y defendía al "individualismo como un buen rasgo, que la política no puede aprovechar ya que consiste precisamente en lo contrario". "Para mí un escritor comprometido es alguien que hace pasar la literatura por la política. ¿Cómo es posible? El deporte, la política, esos grandes espectáculos de la modernidad son frivolidades. Pero la política, esa es una frivolidad peligrosa", expresaba Borges poco antes de morir.

Parece extraño que este genial poeta que despreciaba a los dictadores por su "afán pueril de ser aplaudidos y obedecidos", se haya abrazado con el ex dictador chileno Augusto Pinochet (1973-90) quien lo condecoró. Ese gesto le costó nunca recibir el Premio Nobel de Literatura, la gran frustración de una de las máximas plumas de habla hispana del siglo XX.

Borges fue además uno de los intelectuales argentinos que, pocos meses después del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, se reunió con el dictador Jorge Videla para agradecerle haber "sacado al país de la ingominia", por haber derrocado al gobierno de María Estela Martínez, la viuda de Perón.

No obstante, fue también firmante de una de las primeras solicitadas que reclamaba por los desaparecidos en plena dictadura, antes de denunciar que Argentina había pasado de "un terrorismo sonoro a un terrorismo clandestino" de Estado. Unas 30.000 personas fueron desaparecidas en la dictadura (1976-83), según los organismos de derechos humanos. "No juzgar y no condenar el crimen sería fomentar la impunidad y convertirse, de algún modo, en su cómplice", escribió un conmovido Borges en 1985, tras presenciar una jornada del histórico juicio a las juntas de comandantes, en la que escuchó el largo testimonio de un sobreviviente.

El poeta argentino Juan Gelman, cuyo hijo fue asesinado por la dictadura y su nuera sigue desaparecida, destacó años más tarde que "a diferencia de otros intelectuales que nunca supieron reconocer sus agachadas frente a la dictadura, Borges reconoció sus errores".

   

LILIANA SAMUEL

   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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