La Fundación Espacio Ctibor realizó una preinauguración del Museo del Ladrillo, una refuncionalización de las instalaciones de la antigua fábrica de Cerámica Ctibor, fundada en 1905. Con prestigiosos invitados, entre los que había disertantes de la XII Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires y destacados arquitectos locales, se hizo una preapertura del Museo que preserva el patrimonio industrial nacional, sito en la calle 514 entre Camino General Belgrano y Centenario, abrirá al público en estos días, en La Plata.
El patrimonio es un vehículo de integración social, como legado del pasado con la que una comunidad se identifica, y es también un capital del que esta comunidad se sirve para promover su propio desarrollo. Con estas premisas la Fundación Espacio Ctibor creó el Museo del Ladrillo, reciclaje de las antiguas oficinas de la fábrica Cerámica Ctibor, fundada en 1905 y declarada Patrimonio Municipal de La Plata.
El Museo del Ladrillo es un espacio moderno que mantiene la memoria y el patrimonio industrial, tal como lo pensó el ingeniero Jorge Ctibor a la hora de encargar el proyecto a un equipo de profesionales.
Si bien el Museo abrirá al público en estos días, la Fundación Espacio Ctibor organizó una visita de una decena de conferencistas de la XII Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires, que conocieron las instalaciones. Entre ellos se destacan el mexicano Bernardo Gómez Pimienta, el noruego Einar Jarmund, el colombiano Laureano Forero, el español Josep María Botey y la estadounidense Julie Snow, así como prestigiosos arquitectos locales y periodistas.
La totalidad de los elementos restituidos -maderas, ladrillos, metales, herrajes y aberturas, etc.- son originarios de la propia planta industrial que fueran cuidadosamente estibados por el Ing. Jorge Ctibor. En el proceso de los estudios preliminares junto a los trabajos de cateos -incluso- descubrieron algunos objetos arqueológicos que fueron sumados a la colección.
Producto de la intervención las salas históricas recuperaron todos sus materiales originales y se libraron cámaras de aire bajo pisos y cielos rasos.
Se recuperó de esta manera el funcionamiento bioclimático con que se diseñaban las construcciones de aquel tiempo. Simultáneamente se dotó a la intervención de un sistema de control de humedad electro-osmótico, por ondas electromagnéticas, que invierten la polaridad del campo eléctrico de las mamposterías. Este, al mantener los muros con bajo tenor de humedad y la caja arquitectónica recuperada con los valores tradicionales, requiere de mínimo acondicionamiento ambiental y muy bajo consumo energético para lograr condiciones óptimas para el cuidado de los objetos y el confort de las personas.
El acento contemporáneo está dado por el espacio de recepción y SUM, enmarcados en una caja de cristal que en tres caras tiene muros cortina grises, y la restante es de ladrillo. Bajo este espacio se excava el auditorio, que queda alojado al amparo del basamento histórico del conjunto, y sólo se insinúa a través de tres vanos pequeños de contextura actual. El SUM y sala de exposiciones temporarias representan el presente, por lo cual para su realización se eligieron materiales contrastantes con el entorno ladrillero pero que a la vez fueran espejo -reflejaran- dicho pasado.
La reutilización de perfiles en la estructura y producción de pisos de madera flotante in situ procesando viejos maderos de la planta industrial, le imprimen un acento particular al diálogo entre distintas épocas. El conjunto se rodea por el jardín, que conserva las especies originarias del entorno. Eligiendo el punto de acceso -también en la traza del originario de la vieja planta- se ingresa al conjunto a través de una plaza de polvo de ladrillos y acotada por pórticos de cerámicos contemporáneos. Más info en www.rionegro.com.ar