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Domingo 11 de Noviembre de 2007
 
 
 
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  “A mí siempre me cumplió”
Esta historia la cuenta la enfermera Etelmina Marí y une a su marido, a su nieto...
y a Ceferino.
 
 

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Etelmina Marí de Bravo (58) es enfermera en el Hospital de Chimpay. Tiene cuatro hijos y 11 nietos. Esta es su historia.
“Mi marido tenía unas molestias en la vejiga y por eso se operó y le  hicieron una biopsia. Un día el doctor nos dijo que tenía cáncer de vejiga y que tenía que empezar el tratamiento. Subimos al auto y Héctor (todos le dicen Pirincho) buscó el revólver en la gaveta. Justo ese día los chicos lo llevaron a lavar al río y yo lo saqué. Fue la suerte. Dios sabe lo que hace...
“Enseguida le hice la Novena a Ceferino. Mi marido empezó con la quimioterapia. Al principio una vez por semana, después cada 15 días y así hasta llegar a los controles anuales. Ahora hace cuatro que no va, dice que se siente bien. Pero en aquel tiempo estaba obsesionado con un tema: no quería que se le cayera el pelo con el tratamiento. Y cada vez que decía eso era como que no quería continuar; yo me acordaba de la gaveta...
“Y fíjese que el pelo se le puso todo blanco, pero no se le cayó. Y eso que el papá, a los 84 años, no tiene canas. Y ahí está, maneja su camioneta, alquila campos y los trabaja, anda a caballo, hace lo que le gusta. 

“Ahora le voy a contar la segunda historia. Mi nieto Matías nació en el año 96 con síndrome de down y con serios problemas renales. Lo trasladaron a Buenos Aires para tratarlo. Un día me llama mi hijo.
-Mamá, Matías se me muere- me dijo. Había hecho un paro de 20 minutos.
-Vamos a Ceferino -le dije a mi hija después de cortar. Y nos fuimos para el Parque. En aquel momento Ceferino estaba protegido por una reja, no por un vidrio como ahora. Llevamos una camisetita de Mati.
-Si cae arriba de los pies de Ceferino se salva -dijo ella. Y ahí cayó. Hice una Novena y pedí por él. Empezó a recuperarse. Un día los médicos nos dijeron: “Este chico vive por milagro, vive... porque vive”. Hoy tiene 11 años y es lo más hermoso que hay, un tesoro.

“Siempre fuí devota de Ceferino. Ahora, con la beatificación, se cumple un sueño, aunque en el altar de mi corazón él ya era un santo. Siempre me cumplió y siempre le cumplí. También le recé una Novena para tener mi casa. Yo la quería exactamente acá, en esta esquina. Y cuando hicieron el plan de viviendas, me tocó... esta esquina. 

“La Fe me la inculcó mi papá, Bartolomé Marí, nacido en las Islas Baleares, España. La familia quería que fuera cura. A los ocho años lo internaron en un seminario y aguantó tres años. Se escapó con un amigo, de apellido Torres. Los dos se metieron de polizones en un barco que partió con destino a la Argentina. Se separaron en Buenos Aires. Mi papá se vino para el sur y acá armó su vida: tuvo 13 hijos. Mucho tiempo después, compró una chacra en Santa Gregoria. Un día llega un señor Torres a vender semillas. Lo invita a tomar mate, se ponen a conversar... ¡y se dan cuenta de que ellos dos se habían escapado juntos del seminario! Las vueltas de la vida...

“Vea lo que son las cosas: mi hijo y su mujer eran muy chicos cuando ella quedó embarazada de Mati. Tenían 19 y 18 años. Y me acuerdo que él me dijo: ‘No me caso pero lo voy a reconocer’. Y todo lo que sufrieron los unió más que una libreta, el siempre me lo dice. Si cuando estaba internado en el Hospital Garraham, en Buenos Aires, le decían que no había solución, que los chicos como Mati eran los últimos para los transplantes. Se sintieron muy discriminados. Y yo sé que ese sufrimiento lo tienen muy adentro. Pero también se que Matías vive. No se hasta cuándo nos va a acompañar, pero vive. Y es un ser hermoso. Y mire si me habrá mandado señales Ceferino: el mismo día que se conoció que sería beatificado nació mi bisnieta. Y hoy, domingo 11 de noviembre, cumple años mi hijo Gerardo. Increíble, ¿no?”. (J. A)

“GRACIAS CEFE”

“El 25 de octubre de este año ‘festejamos’ el primer año de vida de mi marido, Raúl Jorge Laure”, que tiene 69 -cuenta Marta en Chimpay, donde viven–. “Es que en octubre del 2006 estuvo internado 21 días en Roca por un derrame cerebral. Estuvo mal, muy mal, con neumonía... Yo estaba muy impresionada por la sangre que salía de ese cerebro, bolsitas y bolsitas...Nos encomendamos a Ceferino. Nosotros empezamos con las actividades en 1986 por el centenario del nacimiento. Fíjese lo incorporada que tiene la gente la fecha del último día de agosto que una vez la quisimos suspender por lluvia y vinieron igual...”.
“Así que yo le dije a Ceferino: ‘Mira, Cefe, Raúl trabajó tanto por vos que ahora te toca darle una mano’. Y me quedé lo más tranquila, porque sabía que nos iba a ayudar. Así que ahí estaba dando ánimos a todos en la terapia intensiva. A Raúl le hicieron cinco cateterismos buscando el sangrado, pero se cerró, no lo pudieron localizar. Y lo importante es que quedó perfecto. Muchos salen mal...”.
“Y ahí anda Raúl, se ocupa de la chacra, de todas sus cosas. Estamos convencidos: se lo debemos a Ceferino.”

   
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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