A los 30 años, Héctor Pálmer, ya era un respetado guía de pesca y un dibujante aficionado. Pero, acaso, ni el propio "Toti" habría imaginado por entonces que, ocho años después, sus pinturas de la vida de las truchas en los ambientes de la región se venderían en todo el país, serían compradas por diplomáticos fanáticos del "fly casting" y serían piezas de exposición obligadas en cada una de las los road shows ligados a la actividad de la pesca con señuelo.
El caso es que "Toti" (como prefiere que lo llamen) nunca estudió pintura ni dibujo. Es lo que se dice un verdadero autodidacta. A la distancia, sin embargo, hay un maestro al que le reconoce influencias. Es el estadounidense Marck Susinno, que también utiliza la misma temática pero sólo se limita al acrílico.
Pálmer, en cambio, pinta sobre tela al óleo y al acrílico, dentro del género del realismo. Pero "no hiperrealismo", aclara, porque "me gusta que el cuadro refleje un momento de la realidad, pero sin dejar de ser una pintura".
"Toti" es miembro de una familia que está en San Martín de los Andes desde 1941. A su temprana afición por el dibujo le agregó un tiempo como fotógrafo, incluso reportero gráfico, y su conocida actividad como guía de pesca, hasta que se decidió de lleno por la pintura.
Así, aprovechando sus conocimientos en el fly casting y su experiencia como fotógrafo, se fueron despertando en "Toti" imágenes traducidas a la tela, con el principalísimo protagonismo del entorno de las truchas, desde la superficie hacia abajo.
Luchas denodadas contra el anzuelo, esquivos peces frente a tentadores líneas, luces y sombras vistas desde el cristal del río o el lago, son algunas de las escenas que recrea Pálmer. También sus reproducciones de las distintas variedades de moscas o señuelos son famosas en la ciudad.
El hilo conductor de su pintura es la naturaleza y su relación, en ocasiones armoniosa, en ocasiones intrusiva, con el hombre.
Así, revelándose con un impar talento natural y, podría decirse, mediante el elemental método del ensayo y el error, Pálmer ha conseguido sitiarse como el único pintor serio en el país dedicado de lleno a la vida de la pesca y sus innumerables experiencias.
Sus obras de venden hoy en la ciudad a compradores nacionales y extranjeros; van y vienen entre San Martín, Bariloche, Villa la Angostura y Buenos Aires. Entre sus clientes figuran más de un diplomático extranjero (prefiere no dar los nombres) fervoroso de la pesca con mosca. Sus trabajos están en las exposiciones propias de la actividad, como la Fly Expo, los aniversarios de la Asociación Argentina de Pesca con Mosca, las fiestas nacionales de la trucha y las muestras permanentes en lodges de pesca.