En San Martín de los Andes y en toda esta región de montaña ha crecido muchísimo la cultura de practicar deportes de aventura, una actividad que genera pasión y que permite un activo contacto con la naturaleza. Son muchísimos los que entrenan más allá de las condiciones climáticas y son menos los que participan en competencias, muchas veces por los altos costos que conlleva participar en las mismas (ver recuadro).
“Río Negro” no quiso entrevistar a los grandes campeones de estas competencias, sino a dos competidores que son la base de un equipo que da pelea en cada una de ellas, pero que como muchos otros, le ponen toda la garra a los entrenamientos luego de una larga jornada de trabajo y con el apoyo indispensable de sus familias.
Iván Marcovesky y Rodrigo Ramírez realizan en lo cotidiano trabajos de electricidad, cada uno desde su lugar, pero en el deporte son un equipo respetado entre los competidores.
Luego de largas jornadas de instalaciones, hay algo que los motiva a salir a entrenar.
En esta nota tratamos de descubrir algunos porqués de esta pasión envidiable.
–RR: Todo esto nace de la pasión que sentimos por el deporte y en especial por las carreras de aventura, lo que nos lleva siempre a tener diferentes objetivos, y por los costos de algunas de ellas, trabajamos a veces años para participar.
Con Iván somos la base de un equipo, porque en algunas carreras importantes debemos ser tres o cuatro corredores.
–IM: Nosotros contamos ya con cierta trayectoria en carreras como tetratlones, triatlones, carreras de mountain bike o pedestres; sin embargo la última que corrimos fue La Misión, y luego de hacer La vuelta al lago en San Martín de los Andes, tenemos el sueño de estar en Villa Pehuenia para correr desde el 24 al 30 de marzo Tierra Viva, que promete un circuito muy variado y duro, pero en un marco paisajístico espectacular.
Además de correr, nos gusta mucho disfrutar de la naturaleza y por eso, cuando nos queda un tiempito libre, organizamos alguna caminata larga, remada o bicicleteada, siempre con el mismo espíritu de disfrutar al máximo estas actividades, que viviendo en esta ciudad es un privilegio realizar.
–¿De qué se trata una carrera de aventura?
–RR: Hay que decir en principio que no se puede ser un improvisado tanto en la preparación física como en la organización de la logística de la competencia.
Y la preparación física se trata de un plan de entrenamiento hecho por profesores de educación física, teniendo en cuenta todas las competencias del año, sabiendo que uno se prepara tanto para carreras explosivas como el Tetratlón de Chapelco o para carreras como “El desafío de los volcanes” de unos cinco días de duración.
–¿Cómo es una semana clásica de entrenamiento para ustedes?
–IM: A la mañana temprano hacemos una hora de gimnasio y de tarde, luego del trabajo y según los días, hacemos bicicleta, corremos o remamos, para llegar al fin de semana y completar con un trote de 20 a 30 kilómetros, una bicicleteada de 4 a 5 horas, o alguna actividad combinando estas dos.
Esto es muy placentero cuando el tiempo acompaña, pero aprendimos a disfrutarlo también durante el invierno, que aquí va de abril a noviembre, cuando nos vemos obligados a entrenar bajo la lluvia, la nieve o con vientos fuertes. Y no podés dejarte estar a pesar del clima si querés tener un calendario anual de competencias.
–¿El entrenamiento es sólo físico?
–RR: No. Además de ponerte a punto en lo físico, hay que estudiar y practicar orientación como uno de los puntos vitales a la hora de decidir encarar una carrera de aventura. Y para eso nos estamos siempre preparando con gente especializada en este tema, un corredor y guía de montaña que nos enseña a interpretar una carta cartográfica para seguir una ruta con diferentes puestos de control, donde hay que pasar obligatoriamente para continuar, utilizando una brújula.
–IM: Estos dos aspectos son muy importantes, pero para nosotros quizás el punto clave para terminar de la mejor manera posible una carrera sea el equipo, hablar de la convivencia del grupo durante esos días de exigencias al límite y donde todos nos ponemos a prueba.

Para empezar se pueden mencionar los costos de inscripción y decir que una de las más caras tiene un valor de 1800 dólares, pero hay que tener en cuenta que más allá de este primer aspecto, para correr competencias de aventura hace falta tener el equipo necesario: kayaks dobles, remos, chalecos, salvavidas, bicicletas de montaña, zapatillas de trekking, calzas, cuerdas más otros elementos de escalada, mochilas, linternas y más.
Este equipamiento en su gran mayoría lo tienen los corredores y otros, como por ejemplo los kayaks y elementos de escalada pueden alquilarlos. Para dar un ejemplo de valores, un buen par de zapatillas para estas competencias están arriba de los $340 y cómo mínimo cada corredor necesita dos pares. Otro caso: una adecuada linterna frontal vale cerca de los $250.
Pero encarece más aún todo esto la logística de cada carrera: el traslado del equipamiento para las diferentes etapas y las provisiones que el equipo va consumiendo en los diferentes puestos de control habilitados, los asistentes necesarios que realizan este trabajo muy necesario y específico en cada competencia, pues además de cocinar lo planificado de antemano para cada etapa, puede ser que deban hacerlo en cualquier horario.
También se encarga del armado del campamento para que los corredores estén cómodos y puedan descansar y de preparar lo necesario para la etapa que viene en cuanto a lo deportivo.
Para todo esto hay que contar además con un vehículo adecuado. En este caso Iván y a Ramiro cuentan con el apoyo de emprendimientos de la ciudad como Electrolum, Peñón del Lago o Comesaña Marcovesky Ingeniería para poder participar en las carreras.