Una historia raramente puede contarse de adelante para atrás. Burla los principios básicos, podría decirse, de la conservación de las reglas para el buen entendimiento.

Mucho, realmente mucho, se ha dicho, contado y escrito -¡y en su justa medida, claro!- sobre aquellos valiosos hacedores y forjadores del Alto Valle.

Aquellos primeros hombres y mujeres que trazaron con su propio lápiz el mapa de la producción cuando -literalmente- no había nada. Desde bien abajo. Desde donde debe ser: desde la tierra.

Pero también hay que hablar ahora de otras generaciones que llegaron varias décadas después de aquellos inicios.

Las de aquellos productores, pequeños, medianos y grandes que, hoy por hoy, tienen en sus manos las riendas del futuro productivo de la región. Que hacen de su labor casi un desafío diario, en un mundo de crisis y más que complejos escenarios comerciales.

Hijos, nietos y bisnietos de aquellos pioneros o jóvenes emprendedores que no siguen una tradición pero la aprenden y le toman el gusto.

Y en ese camino todo es válido.

Lo mejor de la tecnología, el mundo globalizado al alcance de un clic y los últimos avances en materia de sanidad y herramientas que permitan mejorar la producción y calidad, parecen poco para tremendo desafío. Pero es que todo está ahí, dice un jovencísimo ingeniero, cuarta generación de chacareros valletanos.

Eso sí, una cosa es decirlo, verlo, y otra -muy distinta- poder usarlo, aprovecharlo... Ahí, como en todo, "hay que ver hasta dónde da el cuero"..., cuenta el profesional, que asesora a chacareros grandes. "¡Grandes de edad!, aclaralo por favor", ríe.

Mejor "cara a cara"

"La tecnología hoy ofrece muchas ventajas y lógicamente las aprovechamos -advierte un productor y empresario roquense-, pero en el tema comercio y para saber aprovechar las mejores oportunidades, aún hoy -al menos en mi caso- prefiero las relaciones personales", sostiene Juan Camacho, propietario junto a su hermana, Mirta, y su padre, Ricardo, del conocido frigorífico Camacho en Roca.

Encabeza una empresa netamente familiar que se dedica a producir y guardar en el frío su propia fruta de calidad, para después poder salir al ruedo cuando surgen las mejores oportunidades.

Poseen chacras en Roca y Allen y su fuerte, a contramano quizá de muchos otros productores que apuntan a la diversificación constante pensando en los gustos de los paladares extranjeros, es otro: Juan Camacho sigue apostando a la manzana -la manzana roja, rica y de calidad del Valle- y principalmente al mercado interno.

Exporta, claro, parte de su producción de pera mayormente a través de empresas intermediarias, pero claramente -explica- sigue apostando a todo aquello con lo que creció desde pequeño en el hogar.

Un hogar de trabajadores, luego productores, que supieron aprovechar las bondades de este valle productivo.

"En el ´99 nos agrupamos e hicimos una nueva empresa familiar. Hasta ese momento éramos más productores de medianos a chicos pero empezamos a crecer en superficie y de a poco, con recursos propios, fuimos armando esto".

"Empezamos como productores y ahora avanzamos en la parte de comercialización y conservación de fruta; nuestro fuerte es la venta fuera de temporada", explica.

El secreto: "reinvertir"

Camacho cuenta que una de las fórmulas principales del emprendimiento es haber trabajado siempre con recursos propios. "Nunca pedimos créditos ni nada de eso", agrega. Reinvertir todo: "Aprovechar al máximo las utilidades para que vuelvan a la producción y así seguir creciendo", acota a este diario.

"Todo lo que ganamos vuelve a la tierra, sean dos pesos o lo que sea, lo reinvertimos porque es lo que nos asegura seguir creciendo", dice el empresario roquense.

"Este es un negocio de altísimo riesgo; dependemos de las oportunidades de mercado y, en esto, aprovechamos todas las herramientas que tenemos a mano. De todos modos igual siguen siendo más importantes las relaciones humanas, los contactos personales", afirma el ingeniero agrónomo.

La empresa comercializa parte de su producción en temporada pero con el resto, en su mayoría clones mejorados de Red Delicious, apuesta al mercado interno.

El "frío" es su mejor aliado y, hoy por hoy, una de las patas del negocio.

"Trabajamos con producción propia y la guardamos", agrega Camacho. "No hay mucho más", sonríe, amable. ¿El objetivo? "Para nosotros es simple: no enriquecernos ni hacernos grandes empresarios, simplemente poder vivir con nuestras familias dignamente de esta actividad. Poder seguir estando. No es poca cosa".