rondan los 30 años y han vuelto en los últimos tiempos consagrados en su mayoría con el conocimiento que adquirieron en universidades nacionales y las experiencias alcanzadas en el país y el mundo.Se los ve satisfechos y felices con la decisión del regreso, con esa impronta y energía que sólo los emprendedores tienen y conocen. Cada uno, como los decenas que están volviendo, sabe que a su modo alimenta la llama de la esperanza.
Cuenta Eduardo Galeano en “El libro de los abrazos” que un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. Y que a la vuela contó que había contemplado desde allá arriba la vida humana. “Somos un mar de fueguitos”, dijo.
“- El mundo es eso. Reveló -. Un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y hay gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos no alumbran ni queman pero arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende”.
Algunos de los que decidieron volver intuyen que serán la chispa necesaria para que una idea empiece a rodar, la llamarada para ponerle aún más pasión a todo lo que queda por hacer o la bocanada de aire indispensable para reavivar los sueños que andan latiendo por ahí.

ALEJANDRO PESCE, ingeniero industrial: “POR MAS COMPROMISO”

Unos tres millones de kilos de fruta de carozo pasan por su emprendimiento, por temporada, para terminarlas en jugo para luego exportarlo a Inglaterra, Alemania e Italia.
Alejandro Pesce (30) supo armar con unos traders de Buenos Aires, una empresa juguera de Río Colorado y su padre - ingeniero químico- una firma que aprovecha la fruta de carozo de descarte para transformala en un producto casi artesanal más que apetecido en el Primer Mundo.
Una vez egresado de la ENET en Roca se fue a estudiar a la Universidad de Bahía Blanca. Allí se recibió con una tesis que le demandó, porque él quiso, viajar a Suiza tres meses, donde se involucró en una fábrica de la industria alimenticia. “Me volví a mi ciudad porque me parece que éste es el lugar ideal para desarrollar mi proyecto de vida”, dice Ale, casado con una roquense igual que él. “Es una ciudad tranquila, estéticamente bella y prolija, con empuje, con muchísima gente de mi edad que ha vuelto y esto, lógicamente, da entusiasmo...”.
“Además, veo que se ha recuperado el orgullo. Prueba de esto es la Fiesta de la Manzana: su realización, en los últimos cuatro años, sale perfecta y grandiosa. Para mí esta celebración es como la pantalla de lo que es Roca ahora y de lo que es capaz de ser”, entusiasma. Este megaevento aparece en segundo lugar en los sondeos que miden lo qué más valora la gente de lo que hace la actual gestión comunal (primero aparece la obra pública).  Si bien Ale tiene interés por los temas ecológicos reconoce que están faltando, en la comunidad, líderes que sean capaces de convocar a los demás. “Para lo social no tengo pasta de motor pero sí para acompañar. Si algunas personas con sensibilidad social llamaran, con conocimiento y convicción, creo que así sumaríamos más compromiso con la vida cotidiana local. Así me sentiría ciudadano y vecino, al mismo tiempo. Este es uno de los desafíos de la gente de mi generación. Como modelo a seguir tenemos la gente que se movilizó por el Tren del Valle. Son para imitarlos”, dice Ale.

EZEQUIEL MARTÍNEZ, contador público

Junto a su hermana Luján Martínez Cavallo -la creadora de la etiqueta de diseño “minimademalis”-, Eze (28) se hizo famoso a nivel nacional por los mates y termos de aluminio anodizado de colores terriblemente pop que desde el 2002 cautivan a jóvenes y adultos por igual. Hoy, también en familia, instalaron la tienda “mínima” en Roca con la variada oferta de sus propios productos más los de otros colegas diseñadores porteños y nacionales. Dice él, contador público egresado de la Universidad Católica Argentina: “Unos cuantos meses antes de recibirme ya tenía pensado volver a Roca; no sabía bien a qué, con algunas ideas en la cabeza y sobre todo sabiendo que acá iba a estar más tranquilo que en Buenos Aires. No me arrepiento de haber vivido 10 años allá. A cinco meses de mi regreso hago un poco de todo, menos ejercer mi profesión, lo dejo para más adelante…Ahora apuesto al diseño”.
“Es evidente que Roca cambió en los últimos años: más allá de lo estéticos, que es lo que primero que se ve, creo que ahora están dadas las condiciones para animarse a emprender muchos proyectos que quizás antes hubiese sido más difícil concretar. La idea es que todos vayamos para adelante, cada uno con sus ideas y con lo que sabe hacer”.
“No es casualidad que de mi grupo de amigos se haya vuelto la mayoría a Roca, y a todos les va bárbaro -tengo amigos arquitectos, abogados, cerveceros, contadores, licenciados en hotelería-, y lo que rescato es que todos tienen espíritu emprendedor, todos con ganas de poner en práctica sus proyectos. Hay que animarse. Creo que hoy en Roca se presentan muchas posibilidades para todos, entonces, con un poco de ingenio se pueden hacer cosas muy buenas. Roca tiene eso que atrapa y no te suelta. Está bueno”.

OSCAR CAYÓN, actor y director de teatro

En el verano del ´94 Oscar cursaba cuarto año, se venían las vacaciones y su padre le preguntó “¿qué vas a hacer con tanto tiempo libre?”. Típico adolescente, gruñó. Cuando tuvo ganas de murmurar algún “nada” el padre le dijo: “ya te anoté en el taller de teatro municipal de verano de Olga Corral”. “¿Qué? ¿Con quién?”, atinó a defenderse. “Con Olga; quedate tranquilo que yo la conozco”, le dijo el padre. En la primera clase, en el primer minuto, la profesora lo deslumbró hasta el punto de determinarle su futuro profesional. “En ese instante pensé: esto es lo mío”, cuenta hoy, pasados los años, Oscar Cayón (30), quien es asistente de dirección teatral de Olga Corral, en el Teatro de la Fundación Cultural Patagonia. “Las vueltas de la vida”, admite. Egresado del IUNA, previo paso por el IUPA, fue productor y actor de Hugo Varela; asistente de dirección de el Brodway; trabajó con Giannola y Anita Martínez; fue actor en “Mujeres asesinas” y  “Son de fierro”. Un día, en esta vorágine, sintió que Buenos Aires estaba más caótica que de costumbre. Entonces se preguntó: “¿qué pasa si me vuelvo a Roca?”. Para probarlo está acá desde principio de este año, con unos 50 alumnos de teatro en Casa de la Cultura, dirigiendo la obra infantil “Una de gatos”, más el Teatro de la Fundación, más y más... “Roca suma”, dice. “La movida cultural es intensa, acá.  Hay un ritmo de ciudad sin perder esa esencia de pueblo, en el sentido positivo, amigable, familiar”, comenta. “Hoy estoy feliz, gozoso. ¿Mañana? No sé. Tengo la sensación de que uno nunca se va de su pueblo natal”.

LILA NIELSEN, arquitecta: “HAY LUGAR PARA TODOS”

Hace dos años que decidió volver. “Es que acá hay muchas oportunidades para realizarse”, dice. Y a medida que uno se va haciendo adulto, agrega, prioriza la mejor calidad de vida “y yo la encuentro aquí”. “Este es un gran lugar para proponer”: así define “Lilita” (28), tal como la llaman sus conocidos, a su ciudad. “Más que consumidora soy hacedora”, afirma esta egresada de arquitectura de la UBA. “Acá se progresa y aún así siempre quedan cosas por hacer. Esto no provoca una sensación de frustración; al contrario, es la evidencia de que hay un lugar para todos”.  “¿Qué valoro ahora? La cercanía al río, que tendríamos que aprovechar más y pronto; la posibilidad de hacer los trayectos caminando; el encuentro con amigos sin necesidad de programarlos o pautarlos  con antelación; estar a la hora del almuerzo en familia y en casa; contar con la hora de la siesta para salir a caminar, hacer gimnasia o simplemente leer acostada...”. ¿Su mirada de arquitecta? “Ufff.... haría tantas cosas. Uno: reglamentaría la cartelería de los negocios de la calle Tucumán. Ante el caos que es ahora haría algo más homogéneo, de lectura más pareja. Dos: que no haya árboles en gran parte de las veredas en esta calle, hablo de la Tucumán, me parece un horror. Debiera ser obligatorio plantar árboles. Tres: habría que armar más concursos públicos para que los jóvenes puedan pensar en el espacio público. Los concursos siempre son oportunidades para crecer, tanto para los Estados como para las instituciones y profesionales. Cuatro: entender que el espacio verde no es un pedazo de tierra con pasto sino que es un sitio donde el equipamiento instalado mejora el bienestar de la gente. Por eso me parece bueno que la gente de los barrios quiera y exija tener su propia plaza y bien instalada. Nunca están de más. Cinco: el río, aprovecharlo más... es un lugar paradisíaco, con esas bardas de fondo. Seis: ¿la ruta 22 terminará siendo una calle más de la ciudad? Un plan rector consensuado debiera discutirse y manifestarse, me parece”. .. Sigue enumerando, no para... es parte de su gran enganche con esta comunidad, esa que tanto la gratifica a ella cuando alguna conocida de siempre le dice: “qué bueno que volviste”.

MARINA ALBENIZ, diseñadora

 “Siempre en la Universidad de Palermo, donde estábamos años atrás varios chicos de acá estudiando diseño gráfico, diseño de moda, publicidad, arquitectura, varios profesores nos decían que los roquenses teníamos “un algo” que nos diferenciaba del resto y que nos agregaba un plus a nuestros sueños y proyectos. Yo siempre contestaba que lo que teníamos era “la carencia”. Una carencia que nos distinguía para bien: para delirarnos, resolver con urgencia, saber crear con apenas dos materiales en la mano”, cuenta Marina Albeniz, diseñadora de moda y dueña de la tienda de diseño “venamí”.
Comparte la idea de que los roquenses de su generación que han vuelto pueden seguir al tanto de todo en sus respectivas profesiones sin tener la sensación de que “algo se están perdiendo por vivir acá”. “Hoy estamos todos en una aldea global”, reafirma mientras con telas africanas -importadas por una ong que ayuda a las mujeres de ese continente y compradas en Cipolletti- corta unos vestidos para convencer a sus clientas a lucirlos este verano `09. Nuestra ciudad tiene “sus momentos”, pero como este -“imperdible, fantástico”- nunca lo tuvo, enfatiza.

F. GHIRARDELLI, por el enoturismo

Esta licenciada en Turismo y Hotelería (28) jamás había pensado que volvería alguna vez a su ciudad, reconoce hoy, que ya lleva seis meses instalada. “Pero desde hace unos tres años atrás empecé a ver a Roca totalmente cambiada, con amigos que regresaban, que Buenos Aires es un caos y una locura que expulsa”. Por otra parte, “además de ser muy familiera también veía que desde mi metier profesional puedo proponer instancias interesantes para mi región. No veo que haya tenido que resignar algo para estar acá, ahora, feliz”. A la bodega de su padre, AGRESTIS, le ha agregado servicios como cursos de cata, un almacén con productos regionales gourmet y espectáculos con artistas del IUPA, entre tantas opciones. “¿Lo máximo que sueño ahora? Una mini posada, acá en la bodega, cerquita del río y de las bardas”.  Ahora también está coordinando ideas y proyectos para reactivar aún más “la ruta del vino”, reportando su trabajo a cinco bodegas del Alto Valle. “Hay mucho turista extranjero que viene a conocer nuestros vinos; la mayoría de ellos son derivados por agencias de Mendoza, a las que visito asiduamente. Pero a mí me interesa sobremanera a la gente local que está redescubriendo su tierra y su gente. Este fenómeno es mi desafío actual”. Por otro lado, “siento que en poco tiempo todo se va dando...Con un plus, además: que estoy aprendiendo a ver el encanto que tiene mi ciudad y sus alrededores”, expresa esta egresada de la Universidad del Salvador que quiere poner de moda, por estos lares, el slow food. Agrega que también ganó tiempo, mucho tiempo para su vida: para trabajar, para estar con gente amiga, para divertirse. “Roca suma”, concluye.

ESA ENERGÍA VITAL PARA SEGUIR CRECIENDO...

Supongo que las cosas siempre se dieron de la misma manera en todos los tiempos. Y que todos los  jóvenes del mundo se sintieron en algún momento protagonistas de las transformaciones.
Aun con esta salvedad muy presente y con el tamiz que implica ser parte de una generación, creo que Roca está atravesada por una energía joven que se está corporizando.
El arte y los medios son áreas en que este proceso se manifiesta con evidencia, pero no son las únicas. Basta con leer la “Guía del ocio” de este diario para darse cuenta de, al menos, la variedad de propuestas en la materia. Al mismo tiempo y de manera constante surgen nuevas realizaciones en tv, gráfica, radio, la web, eventos. También hay lugares, emprendimientos comerciales y empresariales que buscan ofrecer algo distinto.
Sin duda esta realidad no se da por generación espontánea. Hay un terreno de años que se fue preparando, centros de formación y casas de altos y lugares de “bajos” estudios donde maestros con y sin título ofrecen con verdadera vocación las herramientas para aspirar a más.
Más allá (o más acá) de la superficie, lo más interesante está en lo que se vive. En la ciudad de estos días podés ir a escuchar, ver, sentir, a quien admirás y después del espectáculo perderte en una charla sobre la vida.
En la ciudad de estos días alguien te puede hablar de lo que nunca te habías puesto a pensar. Alguien te puede emocionar con una imagen, con una acción; o alguien sin más herramienta que las ideas te puede hacer reír del poder y desnudarlo.
En la ciudad de estos días conozco gente que da mucho más de lo que el reglamento indica para hacer más humanas las instituciones. O decide salirse de ellas para apostar por lo que cree desde la iniciativa privada.

Ricardo Peinado
Productor de NOLOGO!,
productora organizadora de “Avenida Diseño”

RAMIRO CASSINO, chef: POR UNA MOVIDA GOURMET

A los 31 años, feliz con su mujer Eugenia y tres hijos (Mateo, 5; Delfina, 3 y Clarita, de dos meses), Ramiro dice que él está como Roca: en “el” mejor momento, no dejando de pensar, al mismo tiempo, que “lo mejor” siempre está por venir. Quizás por ello se convence cada vez más de que él también puede co-protagonizar un sueño que tienen “varios de los chef que estamos acá”: convertir a esta ciudad en un “gran polo gastronómico”.“Tenemos todo para alcanzarlo: los productos regionales y el capital humano competente; más un público bien exigente ávido de probar alternativas novedosas y de excelente calidad”, sostiene. Hizo temporadas de verano en Ibiza y de invierno en Nueva York bastante tiempo; algunas otras en Punta del Este, Buenos Aires y San Martín de los Andes. Después de haber adquirido semejante training volvió pensando - igual y junto a su mujer- que este lugar “era el ideal para criar a nuestros hijos y realizarnos profesionalmente”. Y lo está logrando. De hecho, “Ojalá”, su restó, es parte de “la vuelta” de quienes no se quieren perder nada de nada del circuito gourmet local. “Roca despegó”, cuenta Ramiro. “Ni dudarlo. Se nota en la alegría de pertenencia que la gente exhibe con orgullo. Era hora, ¿no?”, remarca. Via web asesora a un restaurante en México y chusmea, casi diariamente, con un amigo suyo que colabora con el famosísimo Ferrán Adrià, el chef número uno del mundo, hoy. “Estamos acá y estamos en el mundo al mismo tiempo: más que una idea es una realidad cotidiana. Con un beneficio, para mí: aquí gané en tranquilidad, seguridad, afectos... No es lo mismo cocinar para desconocidos que para quienes te conocen de toda la vida. Eso no tiene precio”. Será así, nomás...mientras tanto él termina de preparar otra de sus degustaciones gourmet a ciegas, que lo distinguen en el ámbito regional.