cuando de pibe Sebastián Salomón comenzó a jugar al fútbol, nunca creyó que el sueño de la pelota lo llevaría a enfrentar obligaciones y renunciamientos que jamás hubiera imaginado. A los 15 años, el ‘Seba’ –para toda la barriada– dejaba sudor, rodillas peladas y algún que otro encontronazo con el ‘8’ rival y se iba a probar a Lanús, en Buenos Aires. Era el año ’94. La segunda parte de su sueño de ser futbolista había llegado.
Claro que esta vez el piberío compinche de Argentinos del Norte no iba a estar a su lado, jugándose la vida por la coca y el choripán, ni tampoco el abrazo paternal cuando en una mala tarde, le tocaba dejar la cancha mirando el piso y pateando piedritas por la derrota. Había llegado la hora:ir de visitante y tratar de hacerse local.
“Quedar en un equipo grande es el sueño de todos. Fuimos varios chicos de acá de Roca y de Regina a un primer selectivo. De ese grupo quedamos el ‘Monito’ (Juan Carlos) Flores (ex Argentinos y Cipolletti) y yo”, cuenta Salomón. “En la última prueba yo quedo, y por esas cosas del fútbol el ‘Mono’ no. ¡No quería saber nada de quedarme solo…con un amigo estaba ideal”. No había remedio: no sería lo mismo que en el barrio. Su nuevo lugar en el mundo estaba lejos de casa.
“Fui a la pretemporada y a quedarme en la pensión, pero nunca imaginé lo que vendría”, rememora el ‘Turco’, que acaba de terminar el entrenamiento con la Primera de Lanús. “Mi habitación era de 2x2, no conocía a nadie y encima era del interior. Entrenábamos todos los días en doble turno, algo a lo que no estaba acostumbrado. Era durísimo… Extrañaba a mi familia a horrores, más los fines de semana, que no había mucho por hacer. Es la vida de pensión”, asegura Salomón sobre aquel tiempo sin PlayStation ni internet, donde las horas libres eran difíciles de llenar.
Y confiesa: “la verdad que en los seis primeros meses, más de una vez se me cruzó por la cabeza largar todo”. “Pasás de tener todo servido en tu casa, a tener que hacerte todo vos a los 15 años. Lavarte la ropa, cocinar…Abrís la puerta de tu casa y ya no están los pibes de siempre que te vienen a buscar para jugar. No fue fácil”.
El número de dificultades no alcanza con los dedos de la mano, pero es el precio del sueño. Hay que elegir. “Es ahí cuando te haces profesional, te das cuenta que esto se maneja así. Yo siempre les digo a los chicos que vienen de afuera: ‘Ustedes no tienen nada que envidiarle, en cuanto a aptitudes, a los pibes de acá. Ellos viven en sus casas, entrenan cinco días a la semana y compiten los sábados. Ustedes apenas dos…’ Pero técnicamente no hay diferencias”, asevera Salomón, aunque aclara que con eso solo no alcanza.
¿Cuál es el secreto del éxito entonces? “Perseverancia y convicción. Hoy llega el que tiene constancia y es profesional. Hay que estar convencido también que las condiciones de uno le van a servir para llegar. Creersela un poquito no está mal”. 
Como en muchos casos y en el fútbol también, lo difícil “no es subir a primera sino mantenerse en esa línea que te sirvió para estar donde estás”, afirma el ‘Turco’ Salomón, que actualmente es el jugador con mayor rodaje en Lanús. “De los que están hoy en el plantel, soy el que más años tiene en el club”, dice el jugador, que se recupera de un desgarro en el cuádriceps y se “muere” por reaparecer.
Cuando le pedimos un consejo para los pibes que recién comienzan, Salomón ejemplifica con su hermano de 17 años, que juega en Deportivo Italiano y que vive con él en el Gran Buenos Aires.
“Dedicarle al fútbol el tiempo y la seriedad que se merece, pero que no descuiden el estudio. Más allá de que si llegás o no, la formación intelectual es igual de importante. Hay que estar preparado para afrontar riesgos inoportunos. Si te toca tener una lesión grave que te saca de la actividad como le pasó a Luis Zubeldía (actual DT de Lanús, de la misma edad y compañero de pensión de Salomón), y si no estás preparado y no tenés una contención, podés flaquear. Las dos cosas juntas, el fútbol y el estudio, se pueden llevar muy bien”.