Esto puede parecer fácil, pero no es. Primero, hay que trabajar mucho. En el verano a las 4 de la mañana ya estoy arriba y termino a las diez de la noche. Segundo, hay que invertir en maquinaria. Mire el galpón: tractor, rastra de disco, cortadora, hiladora, deshidratadora, levantadora de fardos. ¿Sabe por qué compré la levantadora? Porque no conseguía a nadie que quisiera hacer esa tarea. ‘¿Levantar fardos? No, no, gracias’, te dicen. Pago por lo menos 80 pesos el día y nada. Es una cuestión cultural. ¿Sabe quién me limpia las acequias? Gente de 50, 60 años. Gente acostumbrada a trabajar.
 Yo tengo 62 años y soy hijo de agricultores. Aprendí de mis padres y les transmití la pasión a mis propios hijos. Por suerte los cinco me dan una mano en estas 30 hectáreas que alquilamos cerca de la Ruta 6, camino a Paso Córdoba. Calcule que hacemos cuatro cortes por temporada para armar los fardos. Nuestros principales clientes son del sur; compran para engorde de ganado.
Nuestra alfalfa es de calidad. ¿Ve esos fardos? Puro verde, nada de yuyos mezclados. Yo trabajo la tierra desde hace mucho tiempo, pero hace cinco años me decidí por la alfalfa: es menos riesgosa que la manzana y la pera, tiene menos dependencia del factor climático y es rentable. Además, uno trabaja duro ocho meses, pero puede levantar el pie del acelerador en el invierno. A mi edad eso no está mal, ¿no?
Yo creo que el Estado tendría que involucrarse en el tema de fijar precios. No puede ser que uno venda el fardo a 15 pesos y otro a 10. ¿Que también podríamos ponernos de acuerdo los productores? Seguro: o nos agrupamos o vamos a salir perdiendo. Pero no hay caso: el chacarero no se junta, es reacio. Y así vamos.
Déjeme que le redondee la idea: no estaría nada mal que la provincia nos diera algún tipo de ayuda como líneas de crédito para que podamos construir galpones de acopio. Esta actividad puede ser una buena fuente de trabajo. Pero esto tiene futuro con una sola condición: que sepamos mantener la calidad. Eso sí: si alguien se decide a invertir tiene que saber que hay que esperar cinco años para ver los frutos. Y son muy pocos los que quieren poner su dinero bajo la tierra. Quieren el resultado ya. Y este negocio no es así, no es para ansiosos. Este negocio es a largo plazo”.