| | | | | | | FRUTICULTURA | UNA EMPRESA FAMILIAR | | De Castilla la Vieja al corazón del Valle | | Lorenzo Muñoz se radicó en Roca en 1951 y dio origen a San Formerio. Hugo Muñoz, uno de los cuatro nietos del fundador, cuenta la historia. | | | | | | Este sueño comenzó en 1951, cuando el abuelo Lorenzo llegó a Roca con su familia: su mujer, Rosa y los hijos, Rafael y Eladio, por entonces dos chicos. Dejaban atrás una España devastada por la guerra civil. Las vueltas de la vida: ahora la empresa familiar que fundó en Roca exporta a Europa, Rusia y Estados Unidos, tiene chacras que producen el 90% de lo que vende, 550 empleados fijos y 1.200 en la temporada, tres plantas de empaque, cámaras frigoríficas, un aserradero propio y cumple con las buenas prácticas agrícolas que demanda el mercado internacional, pero cuando el abuelo empezó sólo tenía una sola cosa: ganas de trabajar la tierra. Había aprendido a leer y a escribir en el frente de batalla para poder comunicarse con Rosa. Le enseñó un uruguayo... Acá consiguieron empleo como horticultores. Era otro mundo: no había luz eléctrica ni agua corriente... Trabajaron duro y seis años después compraron su primera chacra. Así se formó una pequeña empresa familiar: ellos mismos vendían la verdura que producían. El negocio funcionó y a base de mucho esfuerzo compraron más chacras, arrendaron otras y se expandieron. Con el tiempo se dedicaron sólo a la producción de tomates y llegaron a estar entre los principales productores de la zona. Para esta misma época ya se habían casado, Rafael con Bety, quien ya no nos acompaña, y Eladio con Irma. En 1979 se decidieron por la fruticultura. En la misma chacra a la que habían llegado 29 años atrás instalaron su primer frigorífico y un pequeño galpón de empaque. De a poco fueron dejando de lado el cultivo del tomate, mientras ganaban terreno las peras y manzanas. Por entonces el nombre de la empresa era “Rafael y Eladio Muñoz”, pero cuando se dieron cuenta de que era más conocida por el nombre de una de sus marcas, pasó a llamarse San Formerio, en honor al patrono del pueblo natal del abuelo Lorenzo y de sus hijos Rafael y Eladio, Bañares, ubicado en la comunidad autónoma de La Rioja cuya capital es Logroño, ex territorio de Castilla la Vieja. Las otras marcas son Santa Rosa y Rosa Patagónica (en honor a la abuela), Zorzal Criollo y Abuelo Lorenzo (en homenaje al fundador). Con el tiempo nos fuimos incorporando los nietos: el primero en comenzar en la empresa a los 18 años, fui yo, Hugo; luego fue el turno de Manuel (contador) y Fernando (ingeniero agrónomo) hijos de Eladio Muñoz, y más tarde mi hermana Elvira (ingeniera química). Las decisiones ahora se toman entre todos, padres e hijos. Fernando y el tío están con las chacras, papá y yo hacemos un poco de todo en las plantas de empaque y los frigoríficos, Manuel lleva los números y Elvira es la administradora. A propósito, no me gustaría negociar con ella. Es terrible, no se le escapa ni un detalle...” El testimonio de Elvira: “Es algo que me enseñó papá. Antes si tenía que cerrar un trato con un proveedor por ahí elegía al mismo que nos había vendido la última vez. Y con él aprendí que si hay tres proveedores que tienen el mismo nivel en su producto, lo lógico es pedirle un presupuesto a cada uno, a igual calidad, desequilibra el menor costo. En el volumen, uno o dos centavos es plata. Y también aprendí a no ser ansiosa. ‘Esperá, esperá, no te apures ya van a llamar’ me decía siempre. Como contaba Hugo, es una empresa familiar donde no hay reuniones de directorio sino una ronda de mates, charlas y algún grito... Este lugar está lleno de recuerdos. De chicos vivíamos a unos 400 metros del galpón, cercanos a la casa de la abuela Octavia (la segunda esposa de Don Lorenzo), quien nos pasaba a buscar a los cuatro en una camioneta y nos decía: ‘Vamos a los tomates’. Nos subíamos y después pasábamos un buen rato cosechando para hacer salsa. En la temporada también ayudábamos: pegábamos tarjetas en los bines, recibíamos la fruta, lo que fuera necesario”. El cierre es de Hugo: “Tuvimos un buen año y las perspectivas también son positivas. El mundo necesita alimentos y nosotros los producimos, atentos a las demandas del mercado: sabor, estética, calidad y color. Y como siempre se puede mejorar, ahora nos proponemos ser más competitivos, invertir en tecnología y mejorar las condiciones de trabajo de la gente.Ya que hablamos de la gente, se acerca el momento de la temporada, la etapa de mayor tensión y esfuerzo. Es impresionante ver cómo todos los que conforman esta empresa dan lo mejor de sí y se ponen la camiseta cuando más hace falta”. | | | | | | | | | |