Una exhibición desplegada al nivel de las entidades museológicas más reconocidas del mundo hace gala de sus maravillas milenarias en el flamante Museo Patagónico de Ciencias Naturales, enclavado en pleno corazón del centro roquense.
Su libro de visitas atestigua un auspicioso comienzo con el registro de unas 10.000 personas que ya transitaron sus galerías, una cifra que superó todas las expectativas y pronósticos de sus impulsores.
Más de tres millones de pesos abonaron el proyecto, que prometía convertir a la localidad en uno de los polos científico-tecnológicos más importante de la Patagonia, y que a tan sólo seis meses de su inauguración prefigura a la ciudad como la capital paleontológica de la provincia.Su moderno edificio se disputa el primer plano de las postales con el Monumento a la Manzana, que lo escolta desde la vereda opuesta. Un escenario hasta hace poco impensado, en la esquina de avenida Roca e Isidro Lobo, donde las instalaciones de la ex sucursal del Banco Provincia de Río Negro yacían abandonadas y opacadas por la suntuosidad impuesta por la reluciente manzana metálica.
Ahora, el lugar que antaño albergaba el Tesoro Regional del Banco Central, custodia un patrimonio de inestimable valor histórico y cultural, que atrae a científicos y expertos de gran prestigio internacional.

EL TESORO DORMIDO

A escasos veinte kilómetros al sur de Roca, descansa el Valle de los Titanos, un impresionante sepulcro milenario depositario de la mayor riqueza paleontológica de la provincia. El excepcional descubrimiento sacó a relucir uno de los mayores yacimientos de titanosaurios de la Patagonia y hechiza a expertos de primer nivel, quienes atraídos por su magnetismo llegan a estas tierras ávidos de información que permita desentrañar los secretos sepultados en la piedra.
El reservorio sorprende a cada paso al equipo de exploradores que estima que serán necesarias al menos dos décadas para terminar de descubrir los misterios escondidos en la roca. El hallazgo hace ostensible el potencial paleontológico rionegrino, pero además insta a asegurar la custodia del pasado en espacios creados para impulsar en forma sostenida los trabajos de campo, investigativos y de laboratorio.
La sinergia de seis instituciones museológicas italoargentinas hizo posible la extracción de los primeros vestigios y fragmentos de una serie de ejemplares, que formaron parte de una comunidad del período Cretácico que sucumbió por un cataclismo y quedó oculta varios niveles bajo tierra, hace 87 millones de años.
El lugar cuenta con una fuerte concentración de titanosaurios, carnívoros, fósiles de tortugas, vegetales y peces de agua dulce y se extiende por varios kilómetros. Las piezas se encuentran a nivel superficial, enteras y en muy buen estado de conservación; y prometen despejar incógnitas del pasado más remoto durante los próximos veinte años.
Los técnicos no salen de su asombro y trabajan en numerosos proyectos destinados a procesar todos los datos que surgen del incomparable rompecabezas óseo, que postula a la ciudad como la sede paleontológica de la provincia.

A PASOS AGIGANTADOS

Las sucesivas excursiones realizadas marchan a buen ritmo y prometen resolver enigmas que ayuden a interpretar cómo vivían estos gigantescos seres de finales del Cretácico. El hallazgo no deja de ser un desafío para los responsables del museo local, quienes trabajan incansablemente para garantizar el debido resguardo y conservación de los valiosos restos.
En este sentido, avanzan en la implementación de una estación científica con el propósito de transformar a la entidad en un centro de investigación, el cual luego de su puesta en funcionamiento se convertirá en “la cita obligada de científicos de todo el mundo que deseen estudiar piezas exhumadas en la región”, asegura su director Juan Carlos Salgado.
El emprendimiento fue posible gracias a la colaboración de la red italiana de museos Pangea, que realizó un aporte tecnológico por una suma aproximada de 320.000 euros.
El montaje y el armado del instrumental en los laboratorios de “Ciencias de la Tierra” y de “Biodiversidad” están en su etapa final y se prevé que su estreno se concrete durante el corriente mes.
Los notorios avances logrados en tan corto tiempo prosperan a la luz de las nuevas metas que los representantes del museo anhelan alcanzar “para contar con una de las colecciones de paleontología y ciencias naturales más importantes de la Patagonia”, se entusiasma Pablo Chafrat, uno de los integrantes de la Fundación Patagónica de Ciencias Naturales que preside Jorge Nori.
Un inmenso acuario de 8 x 12 poblado de especies autóctonas e introducidas del Río Negro, es otra de las atracciones que se sumará a mediados de diciembre. Para ese mismo mes se espera también la ejecución de la construcción de un vivario de reptiles en el segundo piso, donde los visitantes dispondrán de un sector de Ciencias Naturales actuales, que expondrá flora y fauna autóctonas.
En tanto, se aguarda con gran expectativa que para el primer semestre del 2009 esté lista la muestra de una colección de más de doscientos reptiles y anfibios sudamericanos conservados en alcohol y formol, que integrarán el ala de colecciones en líquidos, la cual llegará desde Brasil, donada por el museo de la Facultad de Ciencias Naturales de San Pablo.

EL TÚNEL DEL TIEMPO

La innovadora arquitectura del emblemático edificio se destaca por un llamativo túnel que sale hacia Avenida Roca e invita a los visitantes a iniciar el recorrido por la línea del tiempo y los conmina a descubrir misterios nacidos millones de años atrás.
Al final del corredor, por el segundo piso del museo asoma su cabeza un Abelisaurus reproducido en tamaño real, el cual puede observarse desde el exterior.
El itinerario, hilado de manera didáctica, comienza en el primer piso, donde a partir de una pregunta tan sencilla como “¿qué es un fósil?” se ofrecen claves para comprender el proceso de la fosilización y se desprenden datos reveladores acerca de la Roca prehistórica, cuyos alrededores fueron un paraíso tropical con mar cálido, hace 70 millones de años atrás. La muestra se extiende por largos pasillos bordeados por luminosas vitrinas que exhiben fósiles locales de hasta ciento veinte millones de años, más de 5.500 piezas que forman parte de la colección de Salgado y Chafrat; y una importante donación de minerales cedidos por Eduardo Jawerbaum.
El camino incluye además huesos de un metro setenta, de un Antartosaurio y la promesa del armado de una monumental muestra de 28 metros lineales, que incluirá doce ejemplares encontrados en suelo rionegrino. Un “Laplatasaurus” de cola y cuello largos, de más de diez metros de longitud, es la primera reproducción de la serie que ya puede observarse en el museo.
La ambiciosa maqueta, diseñada para recrear un paisaje cretácico demandará “al menos un año de trabajo porque es una fusión entre la recreación del ambiente con los dinos en vida y además pretendemos exhibir los huesos originales en vitrinas que se colocarán debajo de la escena”, adelanta Chafrat.
A poco de iniciada su trayectoria, el museo se proyecta hacia un futuro más que prometedor e incorpora su impronta rutilante en el imaginario patagónico. La noticia de su inauguración en marzo de este año corrió como reguero de pólvora, llegando hasta los rincones más insospechados y disparando una inesperada aceptación y respuesta del público. Desde su apertura, sus puertas no tuvieron descanso y el espacio se transformó en un hormiguero humano que circuló incansablemente por sus galerías trazando un nuevo capítulo en la vida cultural de la Patagonia.

UN INSTRUMENTO PEDAGÓGICO

Desde el primer día, el museo fue más allá de la preservación e investigación de los materiales encontrados en los yacimientos regionales y se configuró como un importante instrumento pedagógico.La firma de un convenio con el Instituto de Formación Docente posibilitó un mejor aprovechamiento del espacio, que se perfila como un centro educativo por excelencia. Las diferentes temáticas expuestas responden a los lineamientos curriculares inicial, primario, medio y terciario del Consejo Provincial de Educación y de la Educación Superior. Paleontología, petrología, mineralogía y geología histórica son las cuatro áreas de interés que desarrolla el circuito actual. El abordaje fue ideado para facilitar la comprensión al público en general, aunque sin restar valor científico.Una prueba del fuerte impacto educativo que la institución ha tenido desde su apertura, queda evidenciado en los más de 1.700 alumnos de todos los niveles que ya han sido protagonistas de la propuesta.Por otra parte, la institución proyecta trabajar en conjunto con la naciente Universidad Nacional de Río Negro, cuya oferta académica propone la carrera de “Ciencias de la Tierra” como una de las opciones que dará mejor respuesta a las necesidades de la ciudad, rodeada de yacimientos petrolíferos, gasíferos y paleontológicos.

ACTIVIDADES POR EL ANIVERSARIO

En el marco de los festejos por el aniversario de la ciudad, el museo agasajará a los vecinos con una muestra de ámbar de Colombia, que lucirá unas doscientas piezas de resina fosilizada, muy apreciada en la joyería y en la cual se pueden encontrar inclusiones de insectos o partes vegetales que fueron atrapadas cuando la resina estaba líquida. La propuesta se presentará por 10 días, en el marco de una actividad que se desarrollará con el apoyo del Museo Municipal de Monte Hermoso. El horario de visitas se extiende de miércoles a domingos, de 9 a 12 y de 16 a 21. Las entradas para los mayores tienen un valor de cinco pesos y para los menores, estudiantes y jubilados, 2,50 pesos.

ESCENARIOS  |  LAS BARDAS VISTAS DESDE EL RÍO
Belleza en estado puro

Es una actividad que capta cada vez más adeptos: las flotadas por el río Negro que permiten disfrutar en toda su dimensión de un rincón del mundo que abruma con su belleza.
Jotes que parecen vigilar desde lo alto, garzas blancas que levantan vuelo y se posan sobre las ramas, patos y gallaretas que carretean y dejan una estela en el agua, macaes y los llamativos hualas, excelentes buceadores y pescadores de cuello largo y casquete, son sólo algunas de las aves que se pueden avistar en su hábitat natural.
Pero la fiesta de las imágenes continúa con el deslumbrante contraste de colores del río, los álamos, los sauces y el tono amarillento que varía en su intensidad de las bardas, hasta cruzar el puente del Paso Córdoba, cuando se vuelven rojizas y aparece en toda su dimensión el Valle de la Luna.
Es un buen motivo para hacer un alto en el camino y contemplar esa bella área protegida de origen sedimentario por donde caminaron gigantescos dinosaurios hace 80 millones de años.
Mientras a pocos kilómetros bulle la ciudad en la que habitan cerca de cien mil personas, aquí nada parece alterar la pacífica vida de los habitantes de este paraíso.
Una buena posibilidad es comenzar el recorrido en el pedrero de la bodega Humberto Canale y terminarlo en el balneario Apycar, tal como lo organiza “Sendas Patagónicas”, a bordo de balsas de rafting y con chalecos salvavidas para todos los tripulantes.
Por otro lado, el avistaje de aves tiene una creciente cantidad de entusiastas practicantes en la región, como correlato de un fenómeno mundial: se estima que cerca de 78 millones de personas viajan cada año hasta los lugares donde pueden practicar la actividad, un potencial turístico que la provincia se dispone a aprovechar.