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Sábado 01 de Septiembre de 2007
 
 
 
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  HISTORIA DE VIDA | ROBERTO ECHEGOYENBERRI
  Bardas, cámaras y rock and roll
El cineasta fueguino conoció Roca cuando filmaba Código Postal. Le impactó la movida cultural.
También lo atrapó el entorno de bardas, chacras, álamos y ríos: “Mucho para una sola ciudad”, dice.
Y se vino a vivir con su mujer y su hija. Hoy tiene una productora y enseña cine en el IUPA.
 
 

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A Roca?
-Sí, a Roca, mamá.
-Pero... ¿por qué te vas a ir vivir a Roca? Justo ahora, que te va tan bien en Buenos Aires...
-Es que voy a un lugar en el que quiero estar.
-¿Y de qué vas a trabajar?
-Algo voy a hacer...
De un lado de la línea, en Río Grande, 200 km al norte de Ushuaia, Susana cortó angustiada. Del otro lado, en un departamento porteño en el barrio de San Telmo, Roberto Echegoyenberri terminó la comunicación con la misma sensación de apuro de aquel tiempo de vértigo. Corrían los últimos días de diciembre del 2005, tenía 27 años, y quería cambiar su vida. Lo agobiaba Buenos Aires y soñaba darle a Petra, su pequeña hija , un lugar más relajado para crecer. Y un padre que no trabajara 18 horas por día.
Roberto había llegado a la gran ciudad a los 18 años desde su Tierra del Fuego natal, para estudiar en la Fundación Universidad del Cine (FUC). Se recibió, fue contratado como jefe de Post-producción de la FUC, montó varias películas (“Los porfiados”, “Sólo por hoy”, entre ellas) y se metió de lleno en el circuito del cine independiente.
Poco después se largó a filmar su primer largometraje, Código Postal, una road movie que avanza desde el sur hacia Buenos Aires. El equipo de filmación -siete personas- se trasladó en un auto y una camioneta, durmió en carpas y a veces en hotel, gracias a los canjes con los gobiernos de Santa Cruz y Chubut. A propósito, al comienzo de la aventura Tierra del Fuego no la apoyaba.
-¿Cómo puede ser que mi propia provincia no me ayude? -preguntó Echegoyenberri una mañana en una radio fueguina. Al salir del estudio sonó su celular. Era el secretario del gobernador, que quería saber que necesitaba. Minutos más tarde contaba con una 4x4 y alojamiento seguro en Tierra del Fuego. Roberto ya sabía que esa colaboración no sería necesaria en Río Negro, ya que la expedición pensaba tomar la casa de la protagonista Natalia Hernández en Roca como cuartel central.
Así fue como la troupe grabó escenas y devoró kilómetros desde Río Grande. Llegaban, acampaban, filmaban y se iban para contar la historia de un chico y una chica que buscan su destino en las rutas argentinas. Natalia, además, fue directora de arte y vestuarista. Y el otro protagonista, Federico Esquerro (actor de Mundo Grúa) también se encargó del sonido. “No había tiempo ni presupuesto para ensayos o búsqueda de locaciones. Probábamos un par de encuadres y filmábamos, con un sol radiante, o con lluvia”, recuerda ahora Roberto, mientras saborea un cortado en El 43. Cerca de la ventana del bar, encadenada a un poste, dejó su bicicleta, con la que luego saldrá a hacer una nota para La búsqueda, el programa con la agenda cultural de la región que ideó para Canal 10. Si le da el tiempo, también pedaleará para buscar auspiciantes para un nuevo proyecto. Viste jeans, zapatillas, remera, buzo y una campera blanca. Y anda por la vida así, liviano y en dos ruedas.

AMOR A PRIMERA VISTA

Seis años atrás, cuando se alojó en la casa de Natalia, Roca lo sorprendió: “Ríos, bardas, árboles, chacras, gente con buena onda y una potente movida en música, teatro y cine. Mucho para una sola ciudad”, cuenta. Y agrega: “Encontré muchas bandas que tocaban sus propios temas en vez de hacer covers; me pareció todo un símbolo. Me enamoré, flaco, me enamoré”.
-¿De Roca?
-No, de una amiga de Natalia. Con Roca también me enganché.
Se enamoró de María Sol Aguilar (30), hoy su mujer, madre de Petra y feliz dueña de un vivero en el centro de Roca. Pero en aquel entonces, Roberto siguió viaje hasta Buenos Aires, terminó su película, la amplió de 16 a 35 mm justo cuando comenzaba la devaluación, trabajó duro en televisión y publicidad. Y un día dijo basta.
“Basta de trabajar 18 horas por día; no era yo cuando volvía a casa. Intenté estar menos horas en la productora y con menos responsabilidad y menos sueldo, pero me di cuenta de que lo que quería era una vida más tranquila, un proyecto propio. Además, en Buenos Aires no disfrutás lo que ganás. En Buenos Aires estás solo”.
Un día de diciembre del 2005 Roberto tomó la decisión.
-Me voy a Roca -le dijo a su mujer.
-¿Qué?
-Que me voy a Roca en enero. ¿Qué te parece si pruebo un mes?
Y se vino. Con una cámara y un trípode produjo dos pilotos que presentó en Canal 10: “La Búsqueda” e “Historias en camino”. Volvió a San Telmo con ganas de convencer a su mujer, que disfrutaba de un buen momento como ecónoma, de que era el momento justo para la movida.
-Quememos la poca guita que tenemos y vayamos ahora para allá. En marzo no nos va a llamar nadie para laburar...
Y se vinieron. Se alojaron en una habitación en la casa de la madre de María Sol. Pero pasaban los días y de trabajo, nada. Roberto empezaba a inquietarse. Justo cuando se preguntaba de dónde sacar fondos para financiar la aventura, cambió todo: en marzo le aceptaron los dos programas, comenzó a enseñar televisión en la Escuela de Locutores de Neuquén, cine en el IUPA y a realizar documentales para Radio y Televisión Río Negro, una productora del Estado .
“Me equivoqué: vine a buscar tranquilidad y estaba como loco. Es decir, en vez de manejar 13 km hasta al centro de Buenos Aires manejaba dos km por un camino rodeado de álamos. En vez de pasar todo el día en el centro, podía ir a ver a mi hija entre actividad y actividad. Respiraba otro aire, pero igual seguía con un ritmo frenético”, cuenta.
Otra vez a bajar un cambio, pero en el Valle.
-Me quedé solo con la enseñanza de cine en el IUPA. Y decidí ponerle fichas a armar mi productora. Y ahora puedo decir que encontré lo que vine a buscar.
La productora es “Tres Tercios”. Elabora programas televisivos y campañas publicitarias, y entre los proyectos está el de hacer ficción. “Todos venimos del cine y trabajamos con otro concepto, con mucho acento en la posproducción. Hay competencia en Roca, y eso me encanta”.
-¿Qué diferencias encontraste entre enseñar cine en Buenos Aires y en Roca?
-Acá los chicos tienen mucho más los pies sobre la tierra. Parte de mi trabajo es ayudarlos a soltarse. Les enseño todo lo que sé; no me guardo nada. Y sí me llaman a las 3 de la mañana porque están filmando, voy.
-¿Estás contento en Roca?
-Sí. Recién ahora siento que nos adaptamos. Mi mujer está contenta con su vivero, yo con la productora y la docencia. Estoy mucho más cerca de mi hija. Como le dije a mi vieja: estoy en el lugar en el que quiero estar. J.A

   
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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