| MAESTROS EL PERSONAL Toca música latina, jazz, blues, rock, tangos, boleros, folklore, baladas, la melodía de cualquier dibujito animado y hasta su particular versión del himno argentino. Nos habla de energías y hasta nos cuenta chistes. Lo hemos visto con figuras tan disímiles como Gladys Aristimuño, Gustavo Giannini o “Demasiado Corazón”, la banda con la que revive grandes éxitos de los 80’s y 90’s. Pero siempre, haga lo que haga, Enrique Caneo sigue siendo Enrique Caneo. Sus dedos recorren la guitarra, eléctrica o criolla (según el estado de ánimo), con una velocidad y confianza que sólo la larga carrera e investigación pueden brindar. En las manos y la voz de “Quique” los ritmos cambian, pero al fin todos son siempre un fiel reflejo de si mismo. EL SEÑOR Luis Cide habla despacio pero todos lo escuchan, camina tranquilo pero lo esperan. Y por supuesto todos los músicos roquenses lo respetan. Tiene una carrera de más de treinta años en los que incursionó por casi todos los estilos musicales para quedarse con el jazz y el tango. Conoció el mundo, tocó en Europa y muchas ciudades de Argentina y volvió a Roca. Tocó con todos, les enseñó a muchos y eligió a algunos para hacer sus presentaciones en Roca o Neuquén. Conoció el ambiente, a los dueños de locales del Valle, a los encargados, a los sonidistas y a los músicos, y se animó a producir ciclos de distintos géneros en varias ciudades generando trabajo para él y para otros. Hoy, la Fundación Cultural Patagonia lo nombró director de su orquesta de jazz y reconoció así la capacidad de este trabajador de la música que ha ido paso a paso con el mundo como horizonte. Luis saluda a todos, les habla y enseña, les toca y enseña, recorre la noche y siempre con la prestancia que nos hace decir de él que es un señor al estilo inglés. EL CHICO GRANDE Dicen que cuando era chico espiaba a los músicos de “Azúcar Marrón” para aprender y disfrutar. Un día les alcanzó un cable, lo tomaron de plomo y así Cacho Lobello comenzó su carrera junto a la música. Hoy es uno de los rockeros más reconocidos de la ciudad, puesto que comparte con su amigo “Falucho”. Pero fuera de las estridencias del rock, Cacho conserva la mirada, los modos, los sueños, el humor de ese chico. Lo tenía cuando subió a una bicicleta y viajó a Aguada Guzmán a cantarle al ‘Maruchito’ la canción que le había escrito. Lo tiene sobre el escenario y cuando se baja de él y saluda con humildad y cariño. Una canción dice que “el blues ha tenido un hijo y se llama rock and roll”, y le dicen Cachito, y ojalá que no crezca nunca. EL PORTE Entre los músicos de Roca muchas veces se dice “quién no aprendió alguna nota con Luis Muñoz”. Pero fuera de lo docente que fue y sigue siendo Luis, la característica indudable de este guitarrista de dedos rápidos que se ha presentado en cientos de escenarios regionales interpretando folklore argentino y latinoamericano va más allá de su música y tiene que ver con su porte. Luis se para frente al mundo, en el escenario o bajando de su Citroën frente a su casa con un semblante que refleja su trayectoria pero también su actitud hacia la vida, una actitud positiva, agradecida, respetuosa y sobre todo muy respetable y respetada. LA MUSICA COMO CAMINO Hace poco Tito Pereyra contaba que su nieta de ocho años, que aprende a tocar la guitarra con él, debe cumplir como todos sus alumnos con una especie de rito: saludar, agradecer y hablar correctamente. Esto es un ejemplo más que elocuente de una de las más impresionantes características de este músico. El es buen intérprete y buen docente pero además de eso, este maestro que enseña a decenas de chicos de los barrios más humildes, utiliza la guitarra para enseñar mucho más que notas o canciones: les enseña valores. LA MUSICA COMO CAMINO Hace poco Tito Pereyra contaba que su nieta de ocho años, que aprende a tocar la guitarra con él, debe cumplir como todos sus alumnos con una especie de rito: saludar, agradecer y hablar correctamente. Esto es un ejemplo más que elocuente de una de las más impresionantes características de este músico. El es buen intérprete y buen docente pero además de eso, este maestro que enseña a decenas de chicos de los barrios más humildes, utiliza la guitarra para enseñar mucho más que notas o canciones: les enseña valores. JAZZ EL COMPLETO A todos nos gusta destacar su virtuosismo. Para que esto quede claro, según los diccionarios un artista virtuoso es “aquel que domina de un modo extraordinario su instrumento”. Pero Gustavo hace mucho más que dominar el bajo. Además de integrar Canabislito Funk y After Circus, se convirtió en uno de los bajistas más conocidos de la ciudad por los discos que grabó, bandas que lideraba que incluyen muchos temas propios que el público reconoce. Así nació Gustavo Giannini Quarteto y mas tarde el quinteto del mismo nombre que armó con a Roberto García, Juan Pablo Bergese, Diego de la Vega y Pablo de la Fuente. Pero además, es uno de los pocos que utilizan el márketing sin exageraciones baratas. Su placa “Nunca confíes en un guitarrista” tiene uno de los nombres más novedosos e interesantes de la ciudad, generó clínicas y recitales de algunos de los bajistas más renombrados del país como Daniel Maza, y es uno de los pocos músicos que uno no puede dejar de mirar cuando está arriba del escenario, ya sea por su peinado, por sus pasos bien funk o para enganchar los gestos de complicidad que se permite con el público. LA MUSICA COMO CAMINO Hace poco Tito Pereyra contaba que su nieta de ocho años, que aprende a tocar la guitarra con él, debe cumplir como todos sus alumnos con una especie de rito: saludar, agradecer y hablar correctamente. Esto es un ejemplo más que elocuente de una de las más impresionantes características de este músico. El es buen intérprete y buen docente pero además de eso, este maestro que enseña a decenas de chicos de los barrios más humildes, utiliza la guitarra para enseñar mucho más que notas o canciones: les enseña valores. SOLIDO Y RECONOCIDO Cuentan que cuando Colacho Brizuela vino a General Roca y tocó algunas canciones con él dijo algo así como: “Encontré un contrabajista”. Fuera de que sus dotes como músico son reconocidos por el público roquense, Andrés Fuhr se ha convertido en uno de los representantes más “famosos” de Roca, sobre todo entre músicos ultra respetados del país. Quintino Cinalli, Víctor Mendoza, Hernán Lugano son algunos de los que lo invitan a tocar cuando vienen al Valle e incluso lo han convocado para giras en Argentina y en el extranjero. Aquí, además de compartir escenario con músicos locales que han demostrado su idoneidad como Mauricio Costanzo, Mauricio Luzardi Ernesto Pugni o Hernán Hock, es el profesor al que recurren muchos intérpretes a perfeccionarse, de hecho sus clínicas fueron de las más duraderas y convocantes que se vieron en la ciudad y es también uno de los primeros que, desde sus comienzos con “Señora Mosca”, acercó el jazz a la juventud. Sus conocimientos le permitirían animarse a otros ritmos, lo hemos visto tocando tango en el contrabajo y hasta en la guitarra acompañando a Martita Contursi pero si algo es seguro es que el jazz es el agua en la que Andrés es el mejor pez. LOS MUTANTES EL INTERPRETE Desde joven se acercó a los conocedores y aprendió el don de la interpretación. Sus referentes más importantes fueron José Luis Bollea en “Nuestro Canto” y más tarde Naldo Labrín en “Sanampay”. Como solista hizo tango, folclore argentino y latinoamericano, cantó temas de la trova rosarina y se animó a grandes cantautores como Joan Manuel Serrat y Silvio Rodríguez. Cuando Ricardo La Sala canta no sólo emite sonidos con su voz liviana y dúctil sino también un trabajo de investigación y estudio de cada una de las canciones con sutilezas, climas y mucho sentimiento. EL TRANSMISOR Algunos pueden decir que llegó en un momento justo, cuando los cantantes roquenses de música popular argentina habían pasado por una época de gran apogeo que había terminado cuando muchos se habían ido de la ciudad y otros tantos se habían cansado de una defensa solitaria y generalmente ingrata. Pero momento ideal o no, Fernando Carmona tomó la posta y es desde su llegada a Roca, hace unos diez años, el responsable principal en gran parte de que los chicos jóvenes se acerquen al folclore y al canto, lo conozcan, lo quieran y respeten. Hoy, poco a poco vemos esos resultados en un César Lefiñanco que nos sorprende gratamente cada vez, en un Adrián Vivas que aparece tímidamente con propuestas nuevas, en un Coro Municipal de Jóvenes y en muchos nuevos músicos y cantantes que se animan a entender la música más tradicional del país con la mirada desde sus ojos de nuevo siglo. LA ACTRIZ MUTANTE La vimos haciendo tango, algún musical clásico estadounidense, boleros, ritmos brasileros, cubanos y hasta jazz. Y en cada una de sus actuaciones Gladys hace mucho más que elegir cantar un estilo, encarna un personaje con el que presenta el espectáculo. Sin prejuicios ni pudores se convierte en una arrabalera para una semana después sorprendernos con las gasas y el brillo de una de las chicas de Gershwin o los colores y pasos de un buen samba o son cubano. Y cambia, y muta, y siempre le creemos y siempre, invariablemente, logra llevarnos por sitios imaginarios a donde nos invita con un guiño y una enorme sonrisa. CANTAUTORES EL PROLIFICO A José Guajardo le dicen “el soñador” pero ya ese sobrenombre, aunque poético, podría cambiarse por “el hacedor” o “el escritor”, cualquiera de los dos mucho más coincidentes con la realidad. Con algo así como 23 años haciendo música, Guajardo escribió más de 400 canciones con temáticas muy diversas aunque todas con referencias a las costumbres diarias y las pequeñas luchas cotidianas siempre con un firme compromiso social. Muchas de ellas ya son parte del imaginario colectivo como “La lucha de Painefil”, “Piqueteros del sur”, “Hay un obrero en la calle” (inspirada en su padre) y “Cuando se marchan los hijos” y lo han llevado a escenarios de todo el país y a las voces de muchos cantantes de nuestra región. José sueña y escribe y refleja a nuestros vecinos y demuestra, como la mayoría de los músicos que aparecen en estas páginas, una inclaudicable voluntad de seguir en el camino de la música. LA COHERENCIA Si hay algo que envidiarle, buenamente claro, a José Luis Alvarez es su tesón, constancia y perseverancia. Con ya unos diez años de carrera este joven tan delgado que podría aparentar fragilidad tiene en su camino la fortaleza que le da la fe en sí mismo y la coherencia entre sus dichos y actos. Sus letras cuentan historias simples, cotidianas, de sentires profundos, de vidas difíciles y luchas complicadas. Sus actuaciones son muchas veces ad honorem en espectáculos o actos organizados por obreros, piqueteros, hijos de desaparecidos. “Soy comunicador -dijo hace unos años-, elegí la música como vehículo de expresión”. En su caso, sus canciones muchas veces son el vehículo de expresión de muchas otras personas que hablan por su garganta. EL TROVADOR Solo, con una guitarra criolla, se sienta en el escenario y comienza a mostrar sus canciones. Al estilo de los trovadores, Luis Andrade cuenta historias con un estilo que podría definirse como urbano y contemporáneo. Sus canciones son cuidadosamente elegidas y logran crear un clima de fiesta, de reflexión, o de nostalgia cuando se lo propone. Las canciones de otros que interpreta son sólidas y en su espectáculo no importa el estilo o el país de origen de los temas que elija. A todos, como si fueran también de su autoría, les sabe poner su sello personal. |