| | Una lectura de la actualidad productiva de la ciudad obliga a reconocer que la fruticultura continúa firme pese a los vaivenes propios de la actividad y su entorno, guiando el rumbo de la economía rural y dando sustento a nuevos y viejos productores.
Numerosos emprendimientos con cultivos alternativos se suman e imprimen un toque diverso, aún mínimo, en el espectro general en el cual sin embargo también se sigue advirtiendo una notable falta de inversión y modernización en las herramientas y tecnologías de producción.
Los últimos datos del Censo de Agricultura Bajo Riego 2005 permiten trazar una radiografía detallada, certera y muy clara sobre la producción existente por estos lares, su realidad, y también inferir qué es lo que se tiene y qué es lo que aún falta para mejorar.
Cuántas chacras existen en Roca, cuántos productores las comandan, qué producen y cómo lo hacen, con qué herramientas, y mucho más.
Se sabe que sólo el cultivo de las tradicionales manzanas y peras significa en el contexto regional una significativa porción de lo que se produce en Río Negro.
Más de 5.000 hectáreas –dentro de las 34.316 productivas en todo el Alto Valle- producen frutas. De ellas la mayor parte está ocupada por peras -alrededor de 2.334 hectáreas-, seguidas por las manzanas -otras 2.328 hectáreas-. El resto se reparte entre frutas de carozo y otras especies frutales.
También otros cultivos alternativos que comenzaron a tomar fuerza en los últimos años empiezan a consolidarse lentamente, y las últimas estadísticas muestran que la producción de forrajeras, principalmente, gana espacio entre los microemprendimientos que generan mayores expectativas.
Actualmente, en Roca el número de productores frutícolas supera los 500, quienes tienen a su cargo el manejo de unas 667 parcelas productivas. La mayoría de ellos se encuentran en el rango de pequeños productores (de 0 a 25 hectáreas) y sus edades van de 30 a 60 años, en casi un 50 por ciento de los casos, mientras que la mitad restante posee más de 60 años.
Las estadísticas suelen verse como números fríos aislados de los hechos reales, pero en este caso reflejan mejor que nada que la fruticultura local pese a todo sigue siendo un pilar que posibilita un movimiento sustancial a la economía local, aunque la modernización tecnológica sigue siendo una de las grandes deudas pendientes en el camino al mejoramiento y la reconversión de las chacras.
La crisis de los últimos años y la escasez en términos financieros y económicos también dejan sus huellas aquí.
El último censo mostró que la gran mayoría posee, en general, maquinarias vetustas y que superan largamente los 20 años de labor en el campo. Una asignatura pendiente que, sin dudas, comenzará a tener solución cuanto el tradicional motor del Valle comience a cobrar fuerza otra vez y brinde la rentabilidad que necesitan todos sus hacedores. |
