Frente a la plaza San Martín, en el centro de la ciudad, hay tres casinos. Hoy, día del aniversario de Rincón de los Sauces, se inaugurará el cuarto. La tentación de contar el pueblo del norte neuquino a través de las ruletas y los cabarets es grande. Pero sería solo una cara de la realidad: la timba y las prostitutas son parte de la vida desde que avanzaron los primeros petroleros en los años 60, pero hoy hay 35.000 habitantes, escuelas y colegios que no dan abasto, hijos que se van a estudiar y vuelven, servicios que siempre van detrás del incremento poblacional. Y una identidad en construcción para una localidad que cumple 39 años.

¿Qué esperará de Rincón esa dominicana ondulante que le sonríe al pelado musculoso que corre por la ruta mientras juega a que ella también trota, acaso con la esperanza de ganarse un cliente o tal vez alguien que la arranque de esa vida? ¿Que esperarán esos tres canadienses petroleros recién aterrizados que hacen sus primeras armas con el mate sentados a las mesas de la vereda de Michelangelo mientras miran pasar a las chicas por la plaza? ¿Y ese grupo de cuatro amigas que cursa el primer año del secundario en el nocturno a los 17 y no se resignan a una vida sin estudios y ahora van juntas a la biblioteca a recuperar el tiempo perdido? ¿Y los chicos de guardapolvo blanco que van a la 238 y pasan delante del casino improvisado en una casa con un cartel en la planta alta? ¿Y ese grupo de hombres que bajan de una van de regreso del yacimiento? ¿Hay algo que una a todos ellos?

La respuesta es el petróleo. El oro negro es lo que da sentido a una ciudad que funciona al ritmo de la extracción de un recurso natural no renovable que nadie sabe cuándo se agotará y que entrega sueldos de 10.000 pesos de promedio con un mundo de tentaciones para quedarse con el dinero de los hombres solos.

Unos sólo quieren hacer la diferencia e irse. Otros ya encontraron su lugar en el mundo y de aquí no se irán. Y la ciudad debe atender a unos y otros, responder a las demandas de la población de crecimiento más vertiginoso en la región, con oleadas que van y vienen según suba o baje la cotización del barril.

-Todavía la industria petrolera no recuperó el ritmo que tenía antes de la crisis mundial del 2009, pero estamos mejor, aunque es cierto que la falta de trabajo genera problemas sociales. Y mientras sigue viniendo gente a buscar trabajo, hay tomas y usurpaciones todos los días -explica Edgar Saade, presidente del Concejo Deliberante.

Saade trabajó en una zapatería y fue el primer sodero de Rincón. Llegó hace 25 años y es peronista, como el intendente Hugo Wernli, que derrotó en las elecciones de 2007 a Marcelo Rucci, candidato del poderoso gremio de los petroleros, que el año próximo lo intentará otra vez. Los comicios se acercan, el poder está en juego y la política se vuelve más brutal. Desde el MPN insisten en que el pueblo está abandonado, que el intendente no hace nada y que los problemas en la provisión de agua son la mayor evidencia.

Desde el oficialismo replican que cuatro de las cinco bombas se quemaron al mismo tiempo y que el complejo panorama sólo pudo ser resuelto con el aporte tecnológico de una petrolera que no quiso publicitar el asunto. Y que el funcionamiento de la planta de tratamiento de líquidos cloacales, como el agua, es un viejo tema estructural que hay que resolver, aunque aseguran que los informes de Bromatología indican que el río no está contaminado.

Remarcan también que gracias a la gestión de la comuna ante la Nación se consiguió tener una delegación local de la Anses y el PAMI y 1.300 asignaciones universales por hijo de $ 180 al mes, un dato paradójico en una ciudad que años atrás había cerrado sus comedores gratuitos por falta de usuarios.

Destacan además que se impulsaron cooperativas para que los desocupados limpien las calles. Y que se compró una retroexcavadora, una motoniveladora y un camión. Y señalan que uno de los principales problemas es que la coparticipación de $ 300.000 al mes está calculada con los datos del censo de 1991, cuando Rincón tenía 8.000 habitantes. Los ingresos mensuales se completan con $ 1.200.000 de facturación impositiva y $ 500.000 pesos que pagan las empresas petroleras tras el acuerdo firmado en el 2008. Con ese dinero, afirma el oficialismo, apenas alcanza para cubrir los gastos y la masa salarial.

Mientras tanto, la ciudad se apresta a debatir en audiencia pública si acepta que pase cerca de las bardas la traza del ferrocarril que trasladará el potasio extraído por la empresa brasileña Vale do Río Dulce de la mina enclavada en el sur mendocino, del otro lado del río Colorado. Rincón es el núcleo urbano más cercano al emprendimiento en el que la firma extranjera planea invertir 5.000 millones de dólares para un siglo de explotación. Y no son pocos los que sueñan por aquí con la mano de obra y los servicios que podrían contratar los brasileños, mientras otros temen el impacto ambiental.