A pocas cuadras del centro de la ciudad la chacra La Piedad produce desde hace ocho años fruta fina de excelente calidad que, además de ser vendida en fresco aquí, es enviada a muchas localidades de Argentina y ya es apta para la exportación.
En un paseo por la impecable chacra una de sus dos creadoras, María Lucía Mas, cuenta la historia: "El emprendimiento lo manejamos mi socia, Gisela Hoffman, y yo. Comenzamos en el 2002 a plantar frutillas. Plantamos primero una hectárea nosotras mismas a través del centro Pyme. Eso nos dio una muestra en la que cosechamos 600 kilos más o menos y al segundo año fue cuando ya empezó a dar. Para que fuese rentable plantamos cuatro hectáreas".
Los arbustos de delicadas y deliciosas frutas muestran sorpresas. A la clásica frambuesa y frutilla, estas productoras agregaron mora, corinto, frambuesa amarilla, sauco y casis. "Principalmente somos productores de frambuesa y de mora. Hay algunos árboles de cereza que ya estaban en la chacra y después plantamos un poco de frutilla, un octavo de hectárea para tener un poco la canasta de frutos rojos", dice Lucía.
Su sala de clasificación y empaque ya está habilitada a nivel provincial, nacional e internacional. "Principalmente vendemos toda la fruta al mercado interno, mucho en fresco a clientes que vienen acá, como la mayor parte de los restaurantes de Neuquén, confiterías y reposteras. Después hacemos ventas al por mayor más que nada a dulceras, como Canale, Redepa y Arcor. En San Martín y Bariloche tenemos bastantes clientes también".
"A Buenos Aires se manda fruta en congelado. El gran problema que tenemos acá es el transporte, la logística. Estamos bastante lejos de todos lados y esta fruta tiene que mantener siempre la cadena de frío", aclara la emprendedora.
La cosecha dura unos cinco meses: "La primera fruta que empieza a dar es la frutilla a fines de octubre y después la cereza los primeros días de noviembre y la frambuesa alrededor del 20 de noviembre. Después viene la mora. Son plantas reflorecientes, tienen más de una flor. En diciembre están las cuatro frutas, es el mes en que tenemos más actividad, más cosecha. Luego en enero descansa un poco la frambuesa y se hace una poda para sacar la vara que ya dio y darle lugar a la vara que va a venir en la segunda floración".
"Plantamos cuatro hectáreas y dan unos 8.000 kilos cada una. Este año fue más duro: el frío duró más, la cosecha comenzó los primeros días de diciembre, después vino el viento que castiga, deshidrata la fruta y en enero las altas temperaturas constante la quema. Pero se sabe que el que se dedica a la agricultura tiene temporadas buenas y malas".
Actualmente La Piedad está en transición orgánica. "No utilizamos pesticida y únicamente fertilizantes orgánicos aprobados por Senasa", explica.
El paseo termina. Fuera de la tranquera de ingreso la vida urbana se impone. "Somos de las pocas chacras que quedamos acá -reconoce Lucía-, estamos rodeadas de loteos. Y si te ponés a pensar conviene más lotear que trabajar la chacra pero mientras podamos nuestra idea es seguir adelante con la chacra".