En medio del verde reluciente de los plantines, a unos metros del lote regado por aspersión, un hombre camina a paso acelerado mientras arroja el fertilizante foliar. El sol de los últimos días de marzo cae a pleno y su silueta se recorta contra las bardas. En otro sector dos hombres y dos mujeres trabajan en la fertilización líquida mediante un caño angosto conectado a un tractor que avanza a paso lento.
"Elegimos este lugar por su suelo sano y las ventajas que ofrece su clima extraordinario para producir, con su amplitud térmica y sus noches frescas. Pero si uno mira alrededor advierte que las chacras se rompen para hacer loteos. Es una pena. Así parece que funciona el crecimiento, pero a nosotros nos asusta. No nos gusta que se pierdan tierras productivas. Y no nos gusta que se acerquen las viviendas. Es que nosotros necesitamos al menos 8 kilómetros de distancia del pueblo, para poder cumplir con las buenas prácticas agrupadas en las Global Gap".
Lo dice Antonio Ortega (60), un mendocino que desembarcó en Plottier en el 2001 decidido a producir plantines de frutilla. Su firma "Patagonia Agrícola Don Antonio" tiene otra finca en su provincia natal y una en El Maitén (Chubut), donde salen las plantas en fresco. Las de Neuquén, en cambio son comercializadas congeladas. Provienen de la Universidad de California, bajo la modalidad protegida, lo que implica firmar un contrato para pagar las regalías.
Hoy el vivero multiplicador exporta a Brasil, Ecuador, Colombia y en cantidades más reducidas hasta a los Emiratos Árabes y Dinamarca. El año pasado produjo 24 millones de plantines de frutillas. La mitad fue vendida en el país y el resto en el exterior. El gigantesco mercado brasileño, con los 200 millones de plantines que adquiere al año, es uno de los principales objetivos en materia de crecimiento. "Vendemos unos 6 millones de plantines en Brasil. El potencial es alto. Pero no es fácil: no tenemos apoyo, no tenemos un crédito. No se por que pero siempre llego tarde para los préstamos. Hay que invertir en maquinaria, en infraestructura, en mano de obra. Parece que a los que trabajamos no nos quieren... Y eso que generamos mano de obra: en temporada trabajan 200 personas, agrupadas en una cooperativa".
En el mercado interno, los principales destinos son Tucumán, Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires, Entre Ríos y Jujuy.
Ortega sabe que atraviesa un año difícil: "Entre la retracción y la sequía que afectó a varias provincias, va a estar bravo. Hay varios viveros que todavía no arrancaron. Fíjese que por la crisis el valor del kilo de frutilla congelada en los Estados Unidos bajó de 1,50 a 0,85 dólares. Van a ser meses durísimos y conviene no endeudarse. Si uno puede subsistir y pagar al personal, está hecho. Este año, crecer ni ahí. Lo mismo me dijo un productor de manzanas del Alto Valle. Por eso me enojan los cortes de ruta. ¿Nadie se pone a pensar en el daño que se le hace a la producción? ¿Nadie repara en que si un camión está 48 horas parado en la ruta pierde su carga? Nos habituamos a hacerle daño al otro. Y tendríamos que habituarnos a respetar al otro".
Reclama cambios de fondo: "Un gobierno sin retenciones no sirve. Un gobierno con demasiadas retenciones, tampoco. Vea lo que pasa en Brasil. Durante el 2008 invirtió 45.000 millones de dólares en el campo. Y ahora, como se dieron cuenta de que no les alcanza, sumaron otros 15.000 millones. Es un país con muy pocas chimeneas que apuesta al campo. En Neuquén yo no veo chimeneas, pero tampoco veo que se apueste al campo. Y acá hay chacareros y petroleros, nada más. Sin apoyo a la producción, ¿de qué vamos a vivir?
-¿Todavía hay cultura de trabajar en la chacra? ¿Es sencillo encontrar al personal?
-No es nada sencillo. Y es un grave problema. Porque este proceso es artesanal. Y la selección de los plantines depende de la calidad de la mano de obra: es el ojo el que elige la planta. Lleva dos o tres años formar a la gente.