El primer barrio cerrado de la ciudad surgió casi sin querer, de la mano de las vicisitudes de la vida que también alcanzan a veces a las ciudades. Sus desarrolladores no lo concibieron, allá por 1973, como un barrio privado, sino como un club de campo donde la gente disfrutara del contacto con la naturaleza.
"El Rincón no iba a ser un lugar para vivir, sino que lo pensamos como un espacio para casas de fin de semana y sobre todo como un ´escape´ para la gente que vivía en Neuquén", aseguró uno de los desarrolladores de este imponente complejo, el arquitecto Oscar Silvetti.
Así se ubicó este proyecto emplazado sobre la margen del río Neuquén, a sólo cinco minutos de la zona céntrica y en uno de los espacios mejor ubicados de la ciudad.
En sus comienzos, recuerda Silvetti, "el Rincón quedaba tan lejos que nadie quería comprar un lote y mucho menos irse a vivir ahí".
El encargado de la construcción de todos los espacios comunes del complejo señaló que "cuando las primeras familias se mudaron al barrio era toda una complicación, porque quedaba lejos de todo, había que tener uno o dos autos, no había ramales de colectivos que llegaran cerca y eso complicaba a las familias, que necesitaban tener una empleada doméstica porque trabajaban los dos padres".
Hoy con sus 75 hectáreas de desarrollo y cerca de 250 viviendas consolidadas, el complejo se encuentra en su esplendor dado que se están terminando de edificar sus últimas casas.
"Entre lo que pensamos y lo que es hoy hay una gran diferencia", señala Silvetti.
Añadió que "el golf iba a ser sólo de nueve hoyos y terminó siendo de 18, el predio se amplió en una segunda etapa en la que se extendió la cancha, y lamentablemente para mi gusto, se han construido casas muy grandes en terrenos pequeños. Nosotros creíamos que quienes iban a construir una casa muy grande iban a comprar dos o más lotes".
Este cambio fue impulsado por la elevación del costo de los terrenos, generado por la mano del mercado inmobiliario, dado que Silvetti asegura que en sus comienzos "la idea era que un empleado promedio del estado o de cualquier empresa, pudiera acceder a un terreno comprándolo en cuotas".
Actualmente un lote en el complejo equipara el valor de un terreno en pleno centro.
El imponente complejo contó con tres grandes impulsores uno de los cuales era el propietario de las tierras, y a quien Silvetti califica como "visionario". En su desarrollo contó con el asesoramiento de un golfista nacional para la creación de la cancha y de un ingeniero hidráulico para el armado del complejo sobre la costa.
"Lo que pensamos fue un espacio para disfrutar en familia del aire libre, de andar a caballo, del río y sobre todo de jugar un poco de golf sin tener que ir hasta Arroyito, que era la única cancha que había en esos años", rememoró Silvetti.
Si bien para el arquitecto que soñó con su desarrollo la consolidación de los barrios cerrados en la capital neuquina dista de su ideal en espacios para la convivencia, no deja de mirar con amor el complejo que hace casi cuarenta años apenas imaginó.
"Me siento como un padre que mira a sus hijos ya crecidos, porque siento que este proyecto que soñé ya tiene vida propia y eso no deja de asombrarme", concluyó.
MáS DE 2.000 FAMILIAS
Lejos de aquellos primeros años en los que vivir en un barrio cerrado era casi impensado para el común de los neuquinos, actualmente son más de treinta los barrios privados en desarrollo en esta ciudad, con una capacidad para albergar a más de 2.000 familias.
Si bien varios de estos complejos datan de la década del 90, el grueso de los emprendimientos comenzó a desarrollarse a partir del 2000 y marcaron con su ubicación una clara preferencia por áreas de esparcimiento, caracterizadas por grandes y añosos árboles y en la mayoría de los casos con la influencia del río y las lagunas en ellos.
Impulsados tanto por ese entorno de ensueño como por la inseguridad que de a poco fue copando todos los sectores de la capital provincial, estos barrios fueron ganando adeptos y hoy en día agrupan a una importante cantidad de familias que han cambiado de a poco la fisonomía de zonas hasta hace poco casi inhabitadas.
En su desarrollo los barrios cerrados se emplazan en tres zonas bien marcadas de la ciudad: las inmediaciones del aeropuerto local, en el barrio Valentina Norte Rural; la costa del Limay, en el Valentina Sur Rural, y la costa del río Neuquén, en el Confluencia Rural.
La legislación municipal establece dos tipos de barrios cerrados. Uno es conocido como barrio privado, que está caracterizado por lotes de no menos de 600 metros cuadrados y un 26% del loteo reservado para espacios verdes. En tanto que el segundo tipo es el denominado country club, y requiere para formar tal grupo de la presencia de canchas deportivas de uso común y de lotes de no menos de 800 metros cuadrados.