Estaba por comenzar el siglo XX y la Argentina se encontraba en plena expansión, con epicentro en la Capital Federal y la pampa húmeda? porque ahí había llegado el ferrocarril, fundador de pueblos y motor económico del país.

Pero existía otro país, de segunda, poco habitado y olvidado: el de los territorios, entre los que estaba Neuquén.

En nuestra Confluencia -Neuquén, Centenario, Arroyito- vivían unas 400 personas, en aldeas dispersas, que luchaban contra el olvido y las inclemencias climáticas del desierto.

Pero un día recibieron la noticia de que llegaría el tren. Comenzaron a llegar ingenieros, topógrafos, fotógrafos y obreros para realizar los estudios y hacia 1900 comenzó la construcción del puente ferroviario sobre el río Neuquén, una obra incomparable que permitía avizorar la comunicación entre la Estación Limay -Cipolletti- y el Paraje Confluencia -Neuquén-.

Aquellos pobladores supieron desde el primer momento que el tren los sacaría del olvido y le pondría, a la vuelta de la esquina, el progreso. Lo que no imaginaron esos colonos era la magnitud del mismo.

y Llegó el progreso

Y el 12 de julio de 1902 llegó el primer tren a Neuquén.

Me imagino esos habitantes, parados en el andén de la estación, protagonizando esa histórica jornada y, quizás, ya imaginándose ver a la "gran Buenos Aires" y palpitando el progreso que comenzaría a traerles el tren. No se equivocaron.

Apenas dos años después el gobernador Carlos Bouquet Roldán sentaría las bases de Neuquén como la capital del territorio.

De inmediato pediría que se instalara la primera balsa ya que no siempre se podía cruzar el río en bote o a caballo y muchos de los intrépidos que se animaban a hacerlo por el puente ferroviario, caían y morían en el intento.

En 1908 se instaló la primera balsa.

Qué se iban a imaginar aquellos vecinos que ya no iba ser necesario esperar a los "turcos", que venían con sus carretas tiradas por caballos, para recibir las mercaderías.

Esos "turcos" iban a optar por quedarse e instalar los almacenes de ramos generales, donde se conseguía desde alpargatas, pasando por mercaderías, telas y ropas. Salvando "las distancias", parecidos a los híper de hoy.

Qué se iban a imaginar que en uno de esos trenes vendría el ingeniero Bonett para instalar una red de comunicaciones.

En 1904/05 se instaló el teléfono 1, para el gobernador Bouquet Roldán.

Qué se iban a imaginar que gracias al tren la correspondencia de sus seres queridos ya no tardaría más de un mes, traída en mulas.

En poco tiempo se instaló el distrito 22 de Correos y Telecomunicaciones.

Qué se iban a imaginar que aparecería la primera asistencia pública, en un local alquilado en donde hoy es la esquina de 12 de Setiembre y Láinez.

Qué se iban a imaginar que en febrero de 1909 los inmigrantes españoles fundarían la Asociación Española. Y como no querían ser menos, apenas unos meses después los italianos fundan la Sociedad Italiana.

En 1913 se habilitó ese local y en 1926, con el trabajo del doctor Castro Rendón, se inició el hospital local donde funciona hoy.

Se sucedieron, a partir de la llegada del tren, otros acontecimientos -la primera escuela, el dique Ballester, la explotación del petróleo en Plaza Huincul-, que en sólo veinte años fueron venciendo al desierto.

Pero restaba librar la batalla más dura, que demandó 45 años reclamando la necesidad de dejar de ser ciudadanos de segunda. Esa batalla culminó exitosa en 1958, con la proclamación de Neuquén como provincia. Don Ángel Edelman, uno de los fundadores del periódico Neuquén, fue el primer gobernador.

Neuquén no tuvo próceres, pero sí grandes personas que lucharon para proyectarlo a un futuro de conquistas y realizaciones.

Entre aquellos primeros pobladores, funcionarios, los "turcos", los inmigrantes, Castro Rendón, Abel Chaneton, el maestro Alderete, Amaranto Suárez, los ferroviarios, representados por la vieja Unión Ferroviaria y la vieja Fraternidad.

(*) Presidente del Ferroclub Neuquén y miembro de la Asociación Raíces Neuquinas