Estaba Carlos Bouquet Roldán, papel y lápiz en mano, sentado sobre una gran masa de arena, mirando a lo lejos el río. A su alrededor desierto, médanos y más desierto. Se le acercó Eduardo Talero y le preguntó si estaba escribiendo un poema.
"Ni más ni menos, pero un poema moderno, no de palabras dulces, sino de piedra y hierro", contestó Bouquet Roldán.
Allí, sin escuadra ni conocimientos de arquitectura, estaba dibujando el plano de la ciudad de Neuquén.
Una anécdota sobre la fundación de Neuquén, que dejó impresa en su libro "Recuerdos Territorianos" el poeta Ángel Edelman. Una anécdota que luego completa con un diálogo entre estos personajes.
Talero (T): -Aquí no se puede vivir. Usted ha olvidado algo indispensable.
Bouquet Roldán (BR): -¿Y es...?
T: -El cementerio.
BR: -En primer lugar, aquí no admito moribundos; en segundo lugar, si alguien cometiera el adefesio de morirse, su ubicación está prevista.
T: -¿Dónde?
BR: -Allá arriba, allá lejos, sobre aquella colina. Hemos resuelto que los que aquí se mueran suban a la tumba. Así quedamos bien, nosotros junto al agua y ellos cerca del sol.
Más allá de la anécdota, los primeros asentamientos en estas tierras fueron de las comunidades indígenas, que ya habían dado importancia a la confluencia de los ríos Limay y Neuquén. Hasta allí llegaban las comunidades que traían los animales de la Pampa Húmeda.
En 1879 el Estado Argentino realizó la conocida Campaña al Desierto, que incorporó efectivamente estas tierras y toda la Patagonia al territorio nacional.
A fines del siglo XIX la posibilidad de un conflicto con Chile hizo que se extendieran las vías del ferrocarril desde Bahía Blanca hasta la Confluencia y en 1902 se cruzó el río Neuquén, hasta la estación ferroviaria que adoptó el nombre de Paraje Confluencia.
Alrededor de aquella estación se fue delineando la ciudad. La actividad comercial y económica se concentró en las calles periféricas. De las vías hacia el río existía una tranquera que dividía por aquel entonces los campos privados del ejido de la ciudad. Sin embargo, en pos del progreso años después esas barreras desaparecieron.
En 1902 el gobernador Bouquet Roldán inició los trámites para trasladar la capital del territorio desde Chos Malal. Cuenta Edelman en su libro que "el viaje del doctor González (Joaquín V. González, por entonces ministro del Interior) tuvo como objetivo inspeccionar el lugar donde debían funcionar las dependencias de la Gobernación del Neuquén.
Dice que llegado al lugar, más o menos donde está el actual tanque municipal de aguas corrientes, el doctor González señaló con su brazo el vasto campo y manifestó que allí se levantaría la capital.
El relato deja en evidencia lo acertada de la pretensión de Bouquet Roldán de mudar la capital. González vio lo que ya veía el gobernador: una tierra fértil y con genes de gran ciudad.
El 12 de septiembre de 1904 se formalizó el acto fundacional con el ministro del interior y en diciembre del año siguiente se autorizó, mediante decreto nacional, la constitución del primer gobierno municipal, ya que la ciudad contaba con más de mil habitantes.
Edelman recuerda en su libro a Horacio Sautú, encargado del traslado de archivos, muebles y familias de empleados desde Chos Malal hacia la nueva capital. El escritor transcribe un texto que publicó el diario de entonces, "La Cordillera", donde Sautú da cuenta de su viaje.
"A los pocos días se me llamó para que me hiciera cargo de 200 animales, varios carros, coches, etcétera, con los cuales debía conducir lo ya expuesto e inclusive mi familia a la nueva Gobernación. (...) Tardé 14 días con sus noches para cruzar la travesía por Carranza al Añelo y costa del Neuquén por Tratayén hasta llegar al K. 1190 (hoy Cipolletti). Todos los que me acompañaron, inclusive mi hijita de 7 meses, llegaron perfectamente bien; las catorce noches fueron invierno, sin lluvias, con buenas heladas y como despedida de la jornada, el 28 de julio nos recibió una gran escarchilla al llegar al K. 1190".
DE SARGENTO A GOBERNADOR
El impulsor del traslado de la capital del Territorio, desde Chos Malal a la Confluencia, don Carlos Bouquet Roldán, nació en Córdoba.
"Actuó en campañas activas de la guardia nacional, egresando a los dos años con el grado de sargento mayor", escribió Ángel Edelman en su libro "Recuerdos territorianos" en un apartado que homenajea al fundador de la ciudad.
Posteriormente, el pueblo de Tucumán lo eligió diputado provincial durante tres períodos consecutivos, en que ejerció la vicepresidencia y presidencia de la Cámara.
Concluido su mandato regresó a Córdoba, donde fue elegido diputado nacional.
Al finalizar su período el Poder Ejecutivo lo nombró gobernador de Neuquén, por el decreto del 21 de julio de 1903. "De Neuquén se retiró en 1906 para desempeñar la administración de la Aduana de Buenos Aires, puesto al que renunció en 1910, próximo a la renovación presidencial de Roque Sáenz Peña y como era norma ética de entonces, para volver a radicarse en éste, su querido Neuquén", finaliza Edelman.