Hoy es un pulmón verde, admirado por los vecinos y visitantes por su atractivo paisajístico y recreativo, pero Parque Norte, enclavado en cima de la barda que enmarca la ciudad, dista mucho de ser sólo un sector parquizado.
El objetivo por el cual se lo forestó con centenares de plantas de distintas especies era detener los torrentes de agua y barro que descendían desde las bardas a la ciudad, en jornadas de lluvia.
El predio se ubica en el extremo de la avenida Argentina y así como es motivo de admiración, también ha generado fuertes debates, entre otras cosas por el mantenimiento de los senderos y accesos y la preservación los árboles.
Un bosque al cuidado de la ciudad
Pero volviendo a las motivaciones que llevaron a las autoridades a proyectar y darle forma al parque, cabe señalar que precisamente para frenar las correntadas es que se diseñó un tupido bosque.
Se buscaba que la raíces se afincaran el suelo y frenaran las avalanchas de barro.
El Parque Norte "tiene lotes en que hay, por hectárea, entre 2200 y 1500 plantas", señaló Néstor Antonini.
Néstor es hijo de José Luis Antonini, quien fue el encargado de la parte central de la creación del bosque.
Justamente desde el año 2004, y en reconocimiento a su labor, el Parque Norte lleva su nombre.
Néstor habla del parque con ojos de técnico forestal, de ahí que además de la vinculación directa con uno de los hacedores de la parquización, tiene criterios técnicos para fundamentar sus puntos de vista.
En las 96 hectáreas que conformaron el proyecto inicial "se habrían plantado alrededor de 100 mil ejemplares", calculó Néstor.
La historia comienza allá por 1958, cuando el trazado urbano de la ciudad llegaba hasta lo que hoy es el comando del ejército. En esos tiempos, en los que llovía mucho más que en los tiempos actuales, se producían avalanchas de lodo desde las bardas que bajaban por la avenida Argentina e inundaban las calles, provocando daños diversos.
Ante la problemática de las avalanchas, el gobierno provincial "se reunió con especialistas y vieron la posibilidad de corregir esos torrentes", contó Néstor a este medio.
Así fue que "el municipio junto con la Dirección Nacional de Bosques y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, se abocaron al estudio y la elaboración del proyecto para la corrección de torrentes de cuencas de las bardas que circundan la zona norte de la capital", relató.
La compra de la tierra
Claro que para llevar a cabo el proyecto de contención se requería la titularidad de las tierras, sobre en las que años más tarde se plantarían los más de 100 mil árboles que hoy conforman este verde predio.
Fue así como en 1959 la municipalidad de Neuquén le compró las 600 hectáreas a la sociedad Nueva España, que era la propietaria de esas tierras hasta ese momento.
De ese total, 200 hectáreas se destinaron para el indicamiento y forestación de la barda, 100 se le cedieron a la universidad para que construya su sede, en el lugar en el que se encuentra hoy, y sobre las restantes se decidió hacer lotes.
Esos terrenos, que luego el estado vendió a particulares, hoy forman parte del barrio Santa Genoveva.
Los gestores
Las gestiones para comprar las tierras de Parque Norte las llevó a cabo el intendente de ese entonces, Víctor Aníbal García.
En tanto los trámites ante el organismo nacional, a fin de que se realizara el proyecto y el estudio para la forestación, los realizó Teodoro Planas, durante su intendencia.
Finalmente, señaló Néstor Antonini, los estudios y la elaboración del proyecto forestal de las bardas estuvo a cargo de un ingeniero de montes venido desde España, José María Nagerá, a quienes acompañaron algunos técnicos argentinos, entre ellos el ingeniero agrónomo y forestal Adolfo Falcone y el doctor en Ciencias Agrarias, Julio Castellano.
El proyecto incluía un análisis exhaustivo de lo que se iba a realizar y sobre las especies que se podían plantar.
"No se sabía a ciencia cierta cuáles eran las especies que iban a andar en ese suelo, que no es un suelo forestal", comentó Antonini.
Destacó que el ingeniero Nagerá aconsejó que se plantara pino alepencil. Finalmente, fue esa especie la que se plantó, junto con algunos otros árboles como cipreses y olmos, y que hoy ofrece un fresco respiro a los cientos de vecinos que eligen este lugar para realizar sus actividades deportivas.
Manos a la obra
Con el proyecto en marcha, en 1962 toma las riendas de la ejecución José Luis Antonini, un Técnico Forestal chaqueño, que había sido nombrado como director del Servicio de Hidrología Forestal.
Antonini asumió el compromiso de crear en Neuquén "un bosque artificial en una tierra árida, con un clima cruel, con vientos hasta 100Km/h y un régimen de lluvias por debajo de los 200 milímetros anuales", tal como destaca la ordenanza 10114, que además de especificaciones técnicas y fundamentaciones da nombre al Parque Norte de la ciudad.
Luis Antonini, contó su hijo Néstor, se hizo cargo de las tierras y se abocó a los trabajos de nivelación de acequias para plantar y regar, así como a la tarea específica de la forestación, con diferentes especies.
Después de 10 años de trabajo y tras lidiar con factores adversos, como el suelo árido y la falta de agua, se logró, para 1972, forestar 96 hectáreas.
Antonini estima que actualmente el parque debe comprender alrededor de 60 hectáreas.
Comentó que en 1994 la provincia le traspasó al municipio toda la masa forestal.
Es así que desde ese entonces todo el trabajo técnico a realizar para la manutención del bosque es tarea específica del municipio.
Después de muchos años de intenso trabajo se logró "un bosque protector, tendiente a la recuperación del suelo y se consiguió crear un espacio verde único en la región, que además del atractivo paisaje da la posibilidad de un alto para la recreación", señaló Néstor.
Para lamentar cabe señalar que en muchas ocasiones el bosque no sólo sufrió la falta de políticas para su preservación, sino también la desidia y hasta atentados de desconocidos, que lo pusieron en riesgo encendiendo fuegos y provocando daños en el sistema de riego.
CIRCUITOS PARA TODOS LOS GUSTOS
No hay más que ir por Riavitz, desde la Plaza de las Banderas hacia el este, y a los 300 metros, justo frente al Observatorio Meteorológico, está el cartel que ilustra con absoluta claridad todo lo que se necesita saber sobre los circuitos aeróbicos de Parque Norte.
Hay varias opciones. Se puede elegir en función del recorrido, de los metros y según la exigencia a la que cada aficionado se quiera someter.
Hay tres trazados con sus senderos perfectamente delimitados, que serpentean entre los árboles, se asoman al límite norte, en la cornisa de la barda, y se adentran en uno y otro sentido en medio de la forestación.
El municipio capitalino, después de numerosos reclamos de particulares y entidades intermedias, en los últimos años le dedicó atención al sector. Diseñó los circuitos, instaló elementos para hacer gimnasia y colocó carteles indicadores para los deportistas.
Los vecinos lo utilizan cada vez con mayor intensidad, lo que naturalmente plantea nuevas exigencias a las autoridades. En el verano pasado, según estimaron, alrededor de 500 personas -mujeres, hombres, jóvenes, niños-, concurrían diariamente a hacer sus jornadas de atletismo.
Como aporte a los aficionados desde el municipio se diseñó el programa Movete, que tuvo gran aceptación y contemplaba, básicamente, la dirección de los entrenamientos por parte de personal profesional.