El edificio donde hoy está instalado el centro de salud Almafuerte terminó de construirse en 2006, pero la historia de este grupo de personas que trabajan por el bienestar físico y social de los habitantes de la zona no comenzó cuando se levantaron los cimientos del imponente centro de salud que está instalado al pie de la barda.
El grupo de trabajo empezó a relacionarse con los vecinos del barrio tres años antes cuando, por la demanda que había en la zona, se instaló un trailer para darle una respuesta a las necesidades más urgentes de los pobladores. En principio funcionó en una casilla precaria, sin baño y no apta para la atención de pacientes. Luego se dispuso otro trailer que al igual que el anterior tenía múltiples falencias.
Finalmente se instaló un tercer trailer en el cual se atendían todas las demandas de los vecinos de Almafuerte y barrios aledaños, mientras en aquellos años los trabajadores dependían del hospital Heller, distante a unos 8 kilómetros.
Con el paso de los meses y los años Almafuerte fue creciendo rápidamente y al centro de salud se le sumaron vecinos de otros barrios que se acercaban al trailer para ser atendidos por el equipo médico que prestaba sus servicios.
Los vecinos, ante el crecimiento de la demanda, empezaron a realizar gestiones para la construcción de un edificio en donde poder ser atendidos con verdaderas comodidades.
Para este momento ya se habían formado lazos muy estrechos entre los trabajadores y la gente del lugar. Así fue que, gestiones de por medio, el sueño de un centro sanitario propio comenzó a materializarse.
En 2005 se inició la construcción y al año siguiente los cimientos ya se habían levantado en medio de la meseta y las jarillas. Los vecinos y el conjunto de los trabajadores de la salud dejaron de lado aquel viejo trailer y se mudaron al moderno centro para seguir luchando por el bienestar de la comunidad.
Pero en esta lucha no todo fue color de rosa. Luego de la mudanza los vecinos esperaban ansiosamente que se concrete la inauguración del nuevo complejo, ya que todavía faltaba el equipamiento necesario para su funcionamiento. Esta parte de la lucha es la que todavía no se ha concretado.
En la actualidad el centro sanitario del oeste capitalino funciona, como dicen los vecinos, a medias, porque aún no se han recibido los elementos necesarios para optimizar la atención al público.
Entre las bardas y las necesidades hoy trabajan alrededor de 20 empleados sanitarios, entre ellos dos médicos que atienden permanentemente, tres residentes que rotan turnos, dos enfermeras, una asistente social, dos mucamas, dos personas encargadas de la administración, una destinada a la seguridad, otra al mantenimiento, una doctora y un pediatra que visitan el centro semanalmente y cuatro promotoras que, como en muchas organizaciones de esas latitudes de la ciudad, trabajan ad honórem.
El centro Almafuerte atiende a 250 pacientes por semana, ya que su población destinataria se amplió y hoy llega gente de Cuenca XV, Hipódromo y de las tomas 7 de mayo, Mirador, Cuenca XVI y Las Flores, del sector Los Hornitos y de los barrios Esfuerzo, Valentina Norte Rural.
Según cálculos de los trabajadores de este pequeño pero pujante centro sanitario dependen alrededor de 8.000 neuquinos.
Es por esto que el equipo de trabajo realiza talleres de educación en salud, de cepillado bucal, lactancia materna, salud sexual y reproductiva y actividades "extra muro", que consisten en la búsqueda de pacientes que han abandonado los tratamientos, niños que no se han vacunado o ancianos que no pueden moverse de sus casas.
La recorrida por los barrios y el dictado de los talleres están a cargo de las promotoras del barrio que han logrado afianzar el vínculo con los vecinos.
También se coordinan actividades con las instituciones del barrio para organizar por ejemplo la colonia de vacaciones, los festejos del Día del Niño, las fiestas patrias y todo tipo de tareas recreativas y educativas.
El plantel del centro de salud sostiene que se han tenido que adaptar a la realidad local y valorizan el trabajo en conjunto y el apoyo recibido desde la comunidad, porque no sólo se ocupan de la salud de los habitantes sino que también deben lidiar con problemáticas mayores como la desocupación, el hambre, el frío, las adicciones y la violencia.
Hoy este equipo de trabajo que comenzó atendiendo en un trailer se siente cada vez más fuerte y se ha convertido en el pilar de mucha gente, que por las distancias, las cuestiones económicas y la realidad social, habían quedado casi en el olvido.
Estos profesionales deciden todos los días aunar esfuerzos para poder seguir adelante y brindar no sólo asistencia en materia de salud sino también la contención social tan necesitada en esta zona, una de las más alejadas de la ciudad.