Dentro de la ciudad de Neuquén hay una segunda ciudad, mucho más pequeña pero también más activa. La city bancaria capitalina marca el ritmo financiero de toda la región. Es en sus escasos cuatrocientos metros en donde día a día se palpa el desarrollo, la caída y el auge de los comercios y bienes de todo el Alto Valle.
Marcada por el incesante ir y venir de camiones de caudales, móviles policiales y lavacoches, la city bancaria transcurre entre los primeros doscientos metros de la avenida Argentina y la primera cuadra de las calles Carlos H. Rodríguez y Juan B. Justo, siendo esta última arteria la que concentra la mayor actividad bancaria de la ciudad.
La afluencia de vecinos y comerciantes de la región es tan marcada en esta zona que desde el municipio se dispuso un precio especial en el estacionamiento medido de esas cuadras, en un claro intento por agilizar el tránsito vehicular.
No obstante, el crecimiento de la ciudad ha generado múltiples inconvenientes en esta área, encabezados no ya por los arrebatos a la salida de los cajeros sino por las persecuciones, hasta zonas poco pobladas, de quienes extraen importantes cantidades de dinero.
Mientras desde la policía se insiste en no acudir solos para realizar ese tipo de transacciones, desde la comuna ya son varios los proyectos planteados para mejorar la seguridad del área, y que tienen como común denominador prohibir totalmente el estacionamiento de vehículos en la zona bancaria.
En sus calles no sólo se mezclan a diario los grandes empresarios con los jubilados que hacen extensas filas para cobrar sus haberes, y los mensajeros que cobran para realizar trámites por encargo. En la city bancaria también se congrega todo tipo de vendedor ambulante desde aquellos que ofrecen ramos de flores para los enamorados hasta quienes venden juegos de hilos y agujas ideales para las abuelas jubiladas.
La city se despierta antes de que salga el sol. Ya a las siete de la mañana, y en ocasiones excepcionales mucho antes, sus visitantes comienzan a formar fila afuera de los bancos y agencias aún cerrados. Al mediodía la zona es un hormiguero en ebullición, y ese ritmo frenético, casi paranoico, recién consigue calmarse luego de las 17 cuando los bancos cierran finalmente sus puertas.
Los fines de semana y los feriados la city bancaria parece muerta, como si se tratara del área bursátil de otra ciudad, pero esa sensación es casi una ilusión ya que al día hábil siguiente, sin la necesidad de una catástrofe financiera de por medio, esta ciudad dentro de la ciudad de Neuquén vuelve a cobrar vida.