Un simple cálculo matemático permite plasmar la brecha prácticamente inalcanzable que afecta a miles de familias en la ciudad y que se centra en el nivel de ingresos que una familia debe poseer para poder acceder a la compra de una vivienda o un terreno.
Con el boom inmobiliario de la construcción las propiedades inmuebles de la ciudad sufrieron una fuerte revalorización que las llevó a la ciudad a situarse, en este sentido, entre las más caras del país. De hecho desde algunos años a la fecha es más que usual que las inmobiliarias, e incluso los vendedores particulares, ofrezcan sus propiedades en dólares.
El cálculo matemático que permite plasmar esta brecha es considerar cuántos sueldos debe ahorrar un trabajador promedio para poder comprar una casa tipo. En este sentido si lo que se busca es una vivienda familiar, del estilo dúplex con dos o tres dormitorios, el valor ronda los 80.000 dólares o su equivalente a 240.000 pesos.
Para poder acceder a esta suma un trabajador promedio que mantenga un ingreso de 1.200 pesos mensuales debería tener que ahorrar íntegramente sus sueldos y aguinaldos por más de quince años para poder comprar esa vivienda.