Calles convertidas en ríos, veredas inundadas, napas y pozos freáticos que rebalsan. Esa fue tradicionalmente la constante en diversos puntos de la ciudad ante la presencia de lluvias y tormentas.
Sin embargo, poco a poco esta situación ha cambiado y gracias a la consolidación de desagües pluvioaluvionales ya son varios los barrios que pueden disfrutar de una lluvia sin sufrir mayores consecuencias.
Por sus características de emplazarse entre las bardas y dos ríos, Neuquén padece el azote de la velocidad y la carga de sedimentos ante cada tormenta de moderada intensidad. Para ello históricamente la ciudad contó con desagües pluvioaluvionales que canalizaban las aguas en escurrimiento.
Sin embargo, la expansión de la zona urbana más allá de los límites de las chacras, derivó en la eliminación de varios de estos desagües y en la construcción de área urbanas en zonas no recomendadas, fundamentalmente en lo que hace a las usurpaciones o "tomas".
Con el objetivo de revertir esta situación la comuna puso en marcha una serie de desagües principales, azudes de contención y pequeños drenajes en toda la ciudad que en conjunto abarcan 8.487 metros lineales y que cuenta con proyectos en carpeta para sanear muchas más zonas de la ciudad.
Parte de estas obras comenzaron a construirse en los
últimos dos años con fondos girados por el gobierno nacional y permitieron mitigar el efecto de la lluvia en sectores como Canal V, Melipal e Hibepa.
Precisamente los principales ramales construidos corresponden a la calle Necochea entre Salado y Cruizelles, Rodhe entre República de Italia y O'Connor, y a Sistema Huiliches y Villa María.
De acuerdo a los proyectos municipales Neuquén cuenta con seis cuencas aluvionales y al menos cuatro desagües principales que permitirán el drenaje del agua caída.
Los desagües no sólo permiten la conducción de las aguas sino que además funcionan como drenantes y por ello tienden a bajar el nivel de la napa freática, desagotando pozos freáticos y eliminando parte de la salinidad de la superficie.
Los desagües no sólo permiten la conducción de las aguas sino que además funcionan como drenantes y por ello tienden a bajar el nivel de la napa freática, desagotando pozos freáticos y eliminando parte de la salinidad de la superficie.