Distinguido rosarino nacido en 1854, el Dr. Gabriel Carrasco sobresale en el pasado de la ciudad santafecina principalmente a fines del siglo XIX y principios del XX. Amigo del presidente Roca y de Bernardo de Irigoyen -entre otros- su trayectoria ni sintetizada puede caber en espacio similar pero se resalta autor de más de cincuenta publicaciones como "Descripción geográfica y Estadística de la Provincia de Santa Fe", "El paso de Venus por el disco del sol", "La Provincia de Santa Fe y el territorio del Chaco", "La meteorología aplicada al fomento de la industria" y dentro de la disparidad de títulos, dos libros sobre Neuquén.
Abogado, incursionó en periodismo, letras y geografía y fue intendente de Rosario y en esa ciudad dirigió el periódico "El Sol", colaborando además con "La Nación", "La Prensa", "Caras y Caretas" y otras publicaciones.
Miembro del Instituto Geográfico Argentino lo registró en su famoso Boletín. Catedrático de ciencias físicas en el Colegio Nacional de su ciudad "sus trabajos científicos merecieron el elogio de estudiosos de renombre universal como Flammarión, Latzina, Ameghino. Su desempeño como hombre público lo conectó a eminentes personalidades nacionales con las cuales sostuvo nutrida correspondencia. Sus viajes al exterior realizados fundamentalmente en cumplimiento de misiones oficiales -representando a la República Argentina en Congresos y reuniones científicas- abonaron su caudal intelectual" (ANH-Congreso, 1883).
Integró la comitiva del presidente Roca y habló durante la recepción en uno de los trenes en la inauguración de la línea del Ferro Carril Sur Bahía Blanca-Confluencia, en 1899. Como anécdota, conoció a Ceferino Namuncurá en Buenos Aires. En tiempos del ministro del Interior Joaquín V. González era director de la 2da. Sección de Censos y Territorios Nacionales y le fue encomendado visitar, como inspección, los territorios nacionales en primer término Neuquén cuando gobernaba Lisandro Olmos.
Objetivo: la capital territorial, Chos Malal a donde viajó en sulky desde estación Limay (Cipolletti).
En esta oportunidad interesa solamente cómo encontró la "estación Neuquén" epicentro de lo que sería dos años después el traslado de la capital territorial a la Confluencia. Casi un "adelantado" en los propósitos silenciosos de traslado que pondría en marcha el gobernador Carlos Bouquet Roldán a partir de la asunción en julio de 1903. Con pluma ágil y detallista, sus anotaciones tomarían forma de libro, complemento del informe oficial que tituló "El Territorio Nacional del Neuquén". Las anotaciones para el libro las inició en "Estación Neuquén, Enero 7 de 1902" y "El viernes 3, (enero 1902) á las 8.45 de la noche, salí de Buenos Aires por el ferro-carril del Sur; el domingo 5, á las 10 de la mañana, estaba en el sitio que hoy escribo" (sic). Referiéndose al río Neuquén expresó que "está cruzado por un grandioso puente que tiene siete tramos de hierro" y se refirió a los dos pueblos de ambas márgenes: "el de la margen izquierda, que se conoce con el nombre de Limay, (Cipolletti) y el de la derecha, que se llama Estación Neuquén" y el conjunto que los vecinos denominaban "La Con
fluencia".
Se alojó en la famosa fonda "Buena (Bella) Vista" de Celestino Dell'Anna y supo del movimiento comercial por medio de "carretas, en arreos de mulas, en caravanas y tropas, los cueros, las lanas, las pieles de la inmensa zona unida por la línea férrea", después, uno de los principales factores para el traslado de la capital junto con las tierras de pocos terratenientes y decisión del gobierno nacional. Admiró el paisaje desde su hospedaje "edificada como todas las de estos parajes con barro asentado sobre arquitrabes de madera... se alza una docena de metros sobre el nivel del río". Recorrió el lugar a caballo con los empleados de la gobernación Infante, Roca y Alvarez Rodríguez y el comisario Rossi designado para el territorio y que viajara con él.
"Una arboleda frondosa señalaba desde lejos" al río Limay que contempló "con cariño, casi con orgullo, aquellas aguas de un río cuyo curso pasó desconocido hasta hace casi un cuarto de siglo". Comió "truchas muy ricas" y visitó la comisaría, "construcción de palo y barro" construida por el comisario y sus gendarmes. También el Juzgado
HECTOR PEREZ MORANDO (*)