En los últimos años la ciudad de Neuquén se convirtió en una plaza de excelencia para la llegada de espectáculos internacionales y nacionales de gran jerarquía.

Artistas de prestigio en el mundo de la música, el teatro, la danza y las artes plásticas colmaron de magia los escenarios neuquinos. Sin embargo, no todas son buenas noticias por lo menos para actores, cantantes y bailarines locales que continúan luchando por un espacio de desarrollo de sus pasiones. Les faltan salas para que el arte independiente se manifieste y la pelea se está dando sin tregua.

Desembarcaron en la ciudad personajes de la talla del guitarrista norteamericano de jazz contemporáneo Mike Stern, Fabiana Cantilo con su disco homenaje a los grandes del rock nacional, el pianista Juan Lecuona, el querido 'flaco' Spinetta, Alberto Cortéz, Facundo Cabral y la leyenda viva del tango Nelly Omar, entre tantos otros.

Por las salas de teatro pasaron grandes obras como "Camino a la Meca" con China Zorrilla, los musicales para niños "En lo mejor de mi vida" y "Rotos de amor", el ballet estable del Teatro Colón, Les Luthiers y muchos más que marcaron un hito en la historia cultural de la capital neuquina.

No puede dejar de mencionarse también a los iraquíes de Aluminium con su mágico espectáculo de gigantes tubos metálicos y el grupo Choque Urbano que le arranca sonidos a cuanto objeto se les ponga enfrente.

En el universo de las artes plásticas los neuquinos tuvieron la oportunidad de ponerse en contacto directo con las obras de genios como Picasso, León Ferrari y Norah Borges que actualmente expone su reseña de los años 20 en el Museo Nacional de Bellas Artes.

Durante este mes se está realizando además el Festival Internacional de la Luz en el que se pueden apreciar magníficas obras de la fotografía.

Las salas se colmaron de espectadores, en muchos casos las localidades se agotaron semanas antes de la función a pesar de un costo un tanto elevado para la media del consumidor neuquino.

El arribo de estas personalidades reconocidas a nivel nacional e internacional sin duda le dio un toque de distinción a la movida cultural local y jerarquizó a la ciudad como una plaza apta para la realización de grandes espectáculos.

Como contrapartida de este factor existe en el silencio de las pequeñas salas culturales neuquinas, en la oscuridad de las bambalinas y en los desiertos escenarios de los bares miles de actores, músicos y bailarines que trabajan metódica e incansablemente

por encontrar, rearmar y crear nuevos espacios.

Para el arte independiente, existen sólo en la ciudad tres salas culturales con capacidad para entre 30 y 40 espectadores. El Lugar de Villegas 96, La Curtiembre de Juan B Justo 648 y Arpillera de Alderete 511, abren sus puertas semanalmente para que los artistas neuquinos y del Valle puedan mostrar lo que hacen y vivir de eso.

Luego de la tragedia de Cromañón muchos lugares se cerraron, las normas de habilitaciones se tornaron más exigentes y los artistas tuvieron que salir a la calle, a las plazas, a las aulas de las escuelas para continuar trabajando como pueden y no como desearían. Pese a las dificultades y las desazones iniciales el telón no se bajó. Los artistas salieron a golpear puertas, armaron proyectos, iniciativas privadas, buscaron alternativas y recursos. Músicos de todos los géneros conformaron una asociación sin fines de lucro, los teatristas desde su agrupación diagramaron una propuesta de ordenanza para que el municipio pueda habilitar más salas respetando las normas de seguridad en materia de espectáculos. Y la querida y ancestral Conrado Villegas sigue luchando por un nuevo edificio.

Los caminos no resultan fáciles de transitar, pero desde el seno de la capital neuquina el arte sigue de pie porque sus promotores quieren una ciudad que también se sienta orgullosa de los artistas que nacen día a día de su vientre fértil.