En cualquier momento al doblar una esquina o cruzar la calle, puede aparecer un gigante o desde las azoteas se pueden descolgar envueltos en sedosas telas duendes o personajes de ensueño. La calle puede verse de pronto invadida por personajes que desarrollan sobre el asfalto historias, dramas, tragedias y comedias.
Puede suceder en cualquier momento, en cualquier lugar de la ciudad. Desde hace un año se instaló, con la natural prepotencia de quien busca expresarse a través del arte, el denominado teatro de calle, que se puede definir, sin rigurosidades etimológicas, como una mezcla de teatro clásico de escenario con arte callejero, donde malabares, acrobacias y artes circenses se reúnen.
En la capital neuquina, este colorido y maravilloso arte teatral comenzó a desarrollarse e imponerse hace un año atrás, a través de un taller dirigido por la actriz y dramaturga, Cecilia Arcucci. "Se trata de adaptar la historia a la plaza, a la orilla del río o a la esquina del barrio y que estos espacios no sean meramente decorativos sino revalorizados por una acción dramática sólida, segura, exacta y mutante a la vez", puntualizó Arcucci.
El teatro de calle persigue objetivos que trascienden lo artístico y a la vez lo contienen. Pretende promover el teatro hacia otro público y otros espacios fuera de las salas y redescubrir a través de lo artístico, predios o plazas ignoradas por la cotidianidad. Busca además, contener a un público que no es contenido por las salas teatrales convencionales. "Mucha gente no tiene acceso a las salas porque vive en barrios alejados del centro cultural de la ciudad. También sucede que no llega a interesarle el teatro porque no lo conoce, porque nunca pudo acceder a una obra", explicó la dramaturga.
Cecilia Arcucci y su elenco de artistas armaron el año pasado una obra denominada "El ramo del aire" y salieron a la calle a tantear la reacción del público. La obra, que transcurre durante un casamiento, comenzó con la ceremonia religiosa en el corazón de la avenida Argentina y luego se trasladó por las calles céntricas hasta una plaza, donde se realizó la fiesta y se extendió el argumento de la pieza. Esta primer manifestación del teatro de calle, fue todo un éxito. Logró reunir casi quinientas personas extasiadas por ese despliegue de teatro y acrobacias.
A casi un año de aquella experiencia, el teatro de calle se instaló en la ciudad como una demanda permanente del público.