¿Cómo acercarse a la historia? ¿Cómo poner el cuerpo y el tono de voz para narrarla? ¿Qué hacer para lograr empatía con el público? ¿Cómo crear un buen clima en la contada?
Todas estas preguntas atraviesan los talleres de formación de cuentacuentos que se desarrollan en la escuela de narración oral (Compañía Patagónica de Narración Oral) que funciona en Independencia 446 de Neuquén.
Ileana Panelo y Hugo Herrera son quienes están al frente de los tres niveles que integran la formación.
Ellos explican a este medio que a los principiantes se les enseña cómo acercarse al cuento y "moldearlo" a la medida del público.
Jóvenes, adultos, maestras jardineras, enfermeras, son algunos de los alumnos del primer nivel que se interesan en recuperar historias. Muchas de ellas tienen asidero en cárceles, hospitales y escuelas.
Después hay un segundo nivel en el que los alumnos profundizan sobre la búsqueda de la esencia del cuentacuento. "Es para definir un estilo, qué tipo de texto van a preparar y para que se animen a contar en público, por eso allí se trabaja mucho con el cuerpo y la voz", explicó Herrera. De allí nacen los verdaderos cuentacuentos, deshinibidos, preparados, aptos para ofrecer un espectáculo de narración oral.
En el último escalón (el tercer nivel) ya se habla de puesta en escena, de espectáculo. Eso incluye escenografía, iluminación, todo lo indispensable para llevar a escena las historias que los enamoran y despierten la inquietud de contárselas a los demás.
"Primero hay que elegir un texto que te guste, porque es difícil contar algo que no te haya llegado, que no despierte pasión, ternura, sorpresa. A partir de allí es más fácil entablar lazos de comunicación con el público", dijo Herrera. Y en esa elección de historias, como en la imaginación, no hay límites.