La sociedad identifica a la Policía como el principal organismo responsable de garantizar la seguridad y mantener el orden. La forma de lograrlo es a partir del cumplimiento de tres funciones principales: el mantenimiento del orden público, prevención y detección del delito y prestación de asistencia a la población, sin dejar de lado la colaboración permanente con la Justicia por resultar sus auxiliares, procurando la búsqueda y recolección de pruebas o elementos de juicio que contribuyan al esclarecimiento de hechos delictivos.
Surgen conflictos entre los que interpreta el Estado como orden y desorden y lo que entiende la sociedad como tal, por ello el Estado debe recurrir a los principios fundamentales del Derecho Internacional que regulan cómo los Estados deben garantizar el orden y tratar el desorden. Las funciones policiales deben ser coherentes y se fundamenta que el orden debe basarse en el estado de derecho, medio legítimo de que dispone un Estado para garantizarlo, generando con ello la Igualdad ante la Ley.
Para que las personas disfruten plenamente de todos sus derechos, (económicos, sociales, culturales, civiles y políticos), es necesario tener seguridad, por lo que las modalidades de intervención de la policía se encuentran reglamentadas, (mediante la Ley N° 4200, Sistema Provincial de Seguridad Pública), y dicta que la Seguridad estará a cargo exclusivo del estado provincial y será este el encargado de coordinar su actuación con todos los organismos gubernamentales promoviendo la participación de la ciudadanía en la definición de las políticas de la seguridad, realizando un abordaje integral de la problemática de la seguridad por parte de las instituciones del estado, y en la cual busca integrar la participación ciudadana en la búsqueda de soluciones.
En la práctica es la policía la que de manera casi exclusiva continua desarrollando las funciones tendientes a mantenimiento del orden público, prevención y detección del delito y prestación de asistencia a la población, lo cual queda plasmado en el texto de la Ley Orgánica Policial Ley Nº 1965 (consolidación Ley 4413), que establece como funciones y atribuciones el mantenimiento del orden y la seguridad pública, subordinada a la autoridad constitucional, actuando como auxiliar permanente de la Administración de Justicia, debiendo resguardar la vida, los bienes y otros derechos de la población.
La realidad cotidiana hace que el policía deba responder ante la exigencia de mayor seguridad, previniendo y coartando hechos de extrema peligrosidad y violencia (asaltos a mano armada, a comercios, bancos, viviendas y delitos contra la población en general), ante lo cual como profesionales de la seguridad debemos dar rápida respuesta.
Ser policía se hace cada vez más difícil, no se aceptan errores, ni tampoco justificaciones por no poder cumplir con nuestra tarea. Para la sociedad el policía tiene que ser un ejemplo, una persona infalible, desde ser hijo, hermano, esposo, padre y amigo ejemplar. No se le admiten debilidades ni tampoco excusas o reclamos pues tiene que estar dispuesto a dar sin recibir reconocimientos por su labor, pues estará cumpliendo con su deber y obligación.
Cabe destacar que ante la comisión de un hecho delictivo el espíritu del policía se siente impotente al ver que sus esfuerzos han sido vulnerados por inescrupulosos que atentan contra la estructura social, pero esto debe ser tomado como un alerta y llamado a redoblar la lucha cotidiana contra el delito, con la premisa de brindar seguridad.
A través de directivas de Jefatura de Policía se capacita permanentemente a sus agentes de los distintos cuadros en todas las disciplinas, ya que se cuenta con excelentes recursos humanos y se busca permanentemente herramientas para mejorar los servicios y agilizar su función, bregando por la modernización de la fuerza, proveyéndola de tecnología e informatización.
No solo debemos pensar que la inseguridad es un problema policial, todos somos responsables en parte de promover esta situación, pues bien es una cuestión más profunda motivo de amplia discusión por parte de sociólogos y otros especialistas en la materia. La falta de contención familiar, de oportunidades y sin herir susceptibilidades, todos aquellos que han perdido los valores morales como el respeto a los padres y mayores, la falta de apego a las leyes y a su cumplimiento; asumiendo también nuestras culpas y responsabilidades.
A todo esto, se debe agradecer la colaboración y el acompañamiento del Municipio local, del Consejo de Seguridad, la Cooperadora Policial y otros organismos gubernamentales, los cuales se encuentran comprometidos por el bienestar de la comunidad, como también el resto de los municipios de la jurisdicción.
Cipolletti es una ciudad que ha quedado marcada con un estigma doloroso por hechos aberrantes e incomprensibles que escapan a la razón humana.
A pesar de ello se busca la verdad y justicia que cicatricen las heridas que todavía se encuentran abiertas, y se borre ese manto de dudas que quedo flotando, y que los responsables sean juzgados y condenados, para tranquilidad de familiares y de toda la comunidad, aunque ello no repare el daño causado y para que en el futuro podamos vivir en paz, con la esperanza de dejarle a las generaciones venideras un mundo mejor.
Los policías no bajamos los brazos, día a día seguiremos luchando contra la inseguridad y el delito en todas sus formas, con el apoyo de todas las instituciones, con el objetivo de mantener el orden público y la paz social.
Deseamos como todos, vivir en una sociedad ideal, donde el policía además de sus funciones específicas cumpla su rol insertado plenamente en la comunidad.
Ojalá algún día comprendamos que podemos y debemos vivir mejor, respetando al prójimo, sin perder los valores tradicionales como sociedad, para que podamos instaurar un mundo mejor.
En representación de la Policía de Río Negro, a través de la Unidad Regional Quinta, les deseamos un ¡Feliz Día, Cipolletti!
