La empresa "Tres Ases" le lleva pocos años a la ciudad. Es ya un emblema en Cipolletti y su historia está ligada el crecimiento y la consolidación del Valle como región productiva.

En la actualidad es una de las pocas compañías que no fue absorbida por los capitales extranjeros. Tres Ases pertenece a los Grisanti. Enrique tiene hoy 84 años y pasa sus días en las instalaciones que la firma tiene en la calle Lisandro la Torre de la ciudad.

Su padre, también Enrique, nació en Italia y llegó a la Argentina a principios del siglo pasado. En el país se dedicó a la actividad frutícola. Tuvo cinco hijos y en 1935 se instalaron en el Valle.

En 1956 la firma ya se había consolidado en Cipolletti. Hoy aquella empresa familiar que comenzó a principios del siglo pasado está en manos de los tres hijos de Enrique Grisanti.

Actualmente en las tres plantas de empaque que posee Tres Ases se procesa anualmente 2,7 millones de cajas de peras, manzanas, ciruelas y duraznos. La mitad de la materia prima es producida en chacras propias y el resto por los productores que entregan la fruta a la empresa.

En 1969, los Grisanti decidieron sumar el buque frigorífico "Cipolletti" para el transporte de frutas hacia Brasil y Europa. Fue, según las crónicas periodísticas del momento, "el mayor buque totalmente frigorífico que se construyó en el país" y el único que perteneció a una empresa del Valle.

Fue construido por Astilleros y Fábricas Navales del Estado (AFNE) para la empresa Navifrut S.A, constituida por Tres Ases y Grisanti Hermanos en una etapa en que la fruticultura regional estaba en plena expansión.

La nave fue botada el sábado 8 de noviembre de 1969 del astillero Río Santiago, en Ensenada. El objetivo era "transportar manzanas y peras de Río Negro, en bodegas con sistemas de conservación de tipo especial que posibilitan que las frutas lleguen al puerto de destino prácticamente en las mismas condiciones de maduración con las que fueron cosechadas".

El día de la botadura fue todo un acontecimiento y para el acto viajó una delegación de reconocidos vecinos de la ciudad, presidida por el intendente cipoleño Marcos Chertudi.

Estuvo acompañado, entre otros por Julio Dante Salto, Alberto Vilanova, Amadeo Maionchi, Juan Rosauer, Rebeca de Moguillansky, Carlos Zoppi, Francisco Aruano, Enrique Oliva y Roberto Peroni.

El buque bautizado "Cipolletti" en honor al ingeniero César Cipolletti y como "testimonio de gratitud y homenaje" a los inmigrantes "que vinieron de tierras lejanas, con voluntad de hierro y espíritu de sacrificio para domeñar el desierto".

La nave fue bendecida por el cura cipoleño, M. Ellorrieta y bautizado por Marina D´ Aleo, esposa de Segundo Grisanti (hermano de Enrique).

Para la ceremonia se "esparció agua del río Negro con ramos de manzanos y perales". Luego, la madrina del buque estrelló la tradicional botella de champagne contra su proa.

De acuerdo a las características técnicas, el barco frigorífico estaba diseñado "para el transporte de frutas agrupadas en pallets".

Se destacaba, en ese entonces, que no existía manipulación del cajón desde la planta de empaque en Cipolletti hasta su llegada al mercado de venta en Estados Unidos o Europa, "evitándose golpes o machucaduras y ofreciéndose un productor de óptima calidad internacional".

El barco tenía tres bodegas y seis entrepuentes con una capacidad neta refrigerada equivalente a 60.000 cajones de frutas.

Otros datos daban cuenta, además, de que tenía una eslora total de 106.30 metros, un calado en máxima carga de 6,75 metros, la planta propulsora con una potencia de 2 por 3.200 HP y una velocidad de servicio de 18 nudos.

"Fue la primera y única empresa en el Valle que tuvo un barco", destacó Enrique y aclaró que la decisión "fue arriesgada, tanto que, algunos años más tarde lo tuvimos que vender".

En 2004, Enrique se retiró de la actividad. Sin embargo hoy conserva su oficina en las instalaciones que la empresa tiene en la ciudad.

"Enrique viene todos los días y pasa muchas horas en su despacho organizando papeles y haciendo cálculos", cuenta una empleada de la firma.

"Desde que me retiré no hice nada más, sólo estar sentado en éste sillón", explica Enrique, en un tono gracioso, mientras posa para la foto.

La continuidad de "Tres Ases" está asegurada por sus hijos: Enrique Oscar, Sergio Gustavo y Gabriel Mario. La tercera generación está al mando de la empresa, que sigue conservando el sello familiar.

Los Grisanti hicieron base en la isla de Choele Choel, luego en la localidad de Ingeniero Huergo y posteriormente en Cipolletti. Los primeros en llegar fueron Segundo y Domingo, los hermanos mayores de Enrique.

Sueños de inmigrantes

Enrique Grisanti (padre) nació en 1886 en Fermo, Italia. En 1904 emigró escapando de la crisis y de la pobreza en la que se encontraba Europa. Llegó a Bahía Blanca con tan sólo 18 años. "Se instaló en el mercado en la venta de frutas y verduras como era de su conocimiento", relató Enrique (hijo). En Fermo, la familia de su padre también estaba relacionada con la fruticultura.

En 1912 se casó con Ana Campagnusi y tuvo cinco hijos. Guido Rafael, en el 13, Segundo Pedro, en el 15, María, en el 19, Domingo, en el 20 y Enrique, en el 25.

En la actualidad, el único que está vivo es Enrique, con 85 años. En 1933 los hijos mayores de la primera generación comenzaron a colaborar con su padre en el mercado y en 1935 llegaron al Alto Valle. El objetivo era ampliar las comercialización en una zona donde crecía de manera exponencial la exportación de frutas.
Domingo Grisanti comienza a expandir el negocio hacia Entre Ríos y Cipolletti y Enrique se ocupa de Misiones y Río Colorado. En el 43 Enrique (padre) se retira de la actividad y deja a cargo del puesto de frutas en Bahía Blanca a Enrique (hijo), que tenía 18 años.

Ese año, Guido deja la firma y funda Moño Azul junto a Antonio Pirri y Manuel Enríquez. Entonces la empresa de la familia Grisanti pasa a denominarse Tres Ases.

En 1956 Enrique se termina haciendo cargo de la firma en Cipolletti, cuando fallece Domingo y a fines de ese año se casa con Dora Celia Martínez.

En 1991 los hijos de Segundo le venden a Enrique la parte que su padre les había dejado en 1978. Desde entonces Tres Ases queda con un único dueño. El último de esa generación.

La historia de los Grisanti es el relato de un sinnúmero de familias de inmigrantes llegaron a principios del siglo pasado a forjar lo que es hoy el Alto Valle. Una familia con tres generaciones dedicadas al negocio frutícola.

Tres Ases funciona en Cipolletti desde hace muchos años y prácticamente vio crecer y se fortaleció de la mano de esta ciudad.