"¿Vos sos flogger?", lanzó la pregunta Alexis mientras terminaba de comer un pan con dulce de leche. "¿Tengo pinta de flogger?", le retrucó esta cronista. "¡Por las zapatillas! ¡Son las que usan los flogger!", sentenció el pibe que, con suerte, superaba los 8 años. "Mirá que yo soy cumbiero", dijo y se concentró en el grabador que estaba sobre la mesa, que intentaba registrar lo que sucedía durante una de las tardes en "La Casita del Mapu".
Otros 30 niños de entre 4 y 8 años terminaban de tomar la merienda para continuar con las actividades que la "seño" y el "profe" tenían preparadas y que estarían centradas en la canción "Tren del cielo" de Soledad Pastorutti.
No pasaron más de 20 minutos cuando todo quedó listo. Ayudaron a levantar las tazas, a correr las sillas y a despejar el espacio para armar una gran ronda, mientras recibían una copia de la canción que empezaban a tararear y luego cantaron a toda voz. Finalmente tenían que hacer un dibujo.
"La idea es ayudarlos a través de la educación no formal. Que tengan un lugar dónde asistir después de la escuela. Hacemos juegos, actividades grupales, cantos, títeres, pintamos. Cosas que los estimulen", explicó Gladys Ávila que, junto a Zulma Danil y el párroco Gustavo Varela fundaron el lugar en Anai Mapu.
"La Casita" festejó en mayo 15 años y como dice Zulma en la revista publicada para el cumple: "Pasaron muchas cosas. Crecimos todos, chicos y grandes. Disfrutamos en grupo, cantamos, actuamos, dibujamos, viajamos, nos cansamos, evaluamos y repensamos las actividades. Aprendimos todos juntos. ¡Hubo gente que se fue sumando! Nos reímos, lloramos las pérdidas, nos enojamos, nos fortalecimos y volvimos a empezar cada año".
El proyecto está orientado a los niños y adolescentes en situación de riesgo que están en la calle en forma transitoria, permanente o realizando alguna actividad laboral. El objetivo es que tomen el lugar como espacio de referencia de su tiempo libre.
Lo que más cuesta, según Gladys, es que los chicos "no se peleen, que puedan expresar sus problemas".
A "La Casita" concurren semanalmente alrededor de 100 chicos entre los 5 hasta los 17 años, además de los 15 coordinadores. Los lunes está previsto para las tareas informales como préstamos de libros, búsqueda de información y consultas. El martes hay actividades con adolescentes entre las 15 y las 17.30 y de esa hora hasta las 19.30 concurren los más chiquitos. Los preadolescentes (entre 10 y 12) tienen su espacio el miércoles y el jueves se repiten los grupos del martes y también -entre las 19 y las 20- hay actividades con los adolescentes que concurren al secundario. El viernes está dedicado a los adultos del barrio.
"Algunas mamás vienen a preguntar, otros llegan solos a través de sus amiguitos, hay algunos que en la escuela vemos que están muy solos y los invitamos. A veces no tenemos más lugar", explicó Gladys.
Reconoció que ahora en el barrio hay actividades para los chicos, pero cuando iniciaron la propuesta existía sólo la escuela, entonces la idea surgió para ofrecerles otra alternativa. Las acciones están orientadas según los grupos, pero en términos generales se busca crear pautas de convivencia, hábitos de higiene, capacidad de autoconvencimiento, confianza en sí mismo y relación con el grupo. A los adolescentes y preadolescentes también se intenta ayudarlos a generar proyectos de vida y a buscar alternativas frente a tantas adversidades que viven a diario.