"Nos gustaría que hubiera más espacios de encuentro, lugares donde los chicos puedan estar más tiempo. Esto hace falta para que los clubes vuelvan a tener la vida que tenían en su momento. También la compañía de los adultos. Creemos que los niños y jóvenes tienen mucho para dar pero los que están retirados de la situación son los adultos". La que habla es Gloria Bertoia, presidenta de la comisión directiva del club San Pablo que en agosto cumplió 20 años de vida.
Junto a Fernando Rajneri (secretario) y Silvana Albornoz (tesorera), trazaron el panorama de una institución que pasó por momentos difíciles y que ahora intenta salir nuevamente adelante.
Los tres reconocieron, antes que nada, que la deuda que mantiene el club es "de infraestructura" porque en estos últimos tres años de gestión lograron "sanear todas las finanzas" y poner "los balances en orden".
Ahora, están empeñados no sólo en mantener en buen estado y mejorar las actuales instalaciones sino también en generar proyectos que permitan el crecimiento de una institución con historia.
Según contó Ulises González, uno de sus fundadores, el Club Social y Deportivo San Pablo echó sus bases la noche del 24 de agosto de 1989 en un aula de la escuela primaria Nº 33. También allí se eligieron los colores -verde por la esperanza y amarillo en homenaje al barrio San Pablo y al Papa Juan XXIII- y el nombre de la institución.
En el libro que el Rotary editó por los 100 años de Cipolletti, González resaltó que la primera comisión directiva se eligió el 4 de noviembre de ese mismo año y estuvo presidida por Gustavo Monti. Lo acompañaron en la vicepresidencia Gustavo Brid; en la secretaría, Ulises González; en la pro secretaría, Alberto Quintanilla y en la tesorería y pro tesorería, Manuel Dolz y Rubén Lara.
Como vocales titulares se eligió a Rubén Benvenuto, Marcelo Mancini, Fernando Macaneo, Egidio Cacace y como suplentes quedaron Humberto Aceto, Joaquín Albornoz, Alberto Peñalba y Julio González. El asesor legal fue Neri Omar Fuentes.
Una de las actividades más relevantes -aún lo sigue siendo- fue el handbol que le brindó al club las primeras grandes satisfacciones durante sus actuaciones en torneos locales, provinciales y nacionales.
Hoy, concurren alrededor de 150 niños y jóvenes que practican handbol y fútbol. Los profesores realizan toda la tarea sin cobrar por los servicios que prestan. La única actividad arancelada son las clases de tenis.
"Son todos padres que salen de trabajar y vienen a entrenar a los chicos. Lo hacen porque les gusta, porque disfrutan. El grupo humano es maravilloso", rescataron los actuales miembros de la comisión directiva.
Reconocieron además, que lo que les da fuerza para seguir trabajando "es la necesidad de reflotar valores como la disciplina, el compañerismo, la identidad y el amor a la camiseta. Recuperar esa mística que tenían los clubes de barrio que eran un espacio de encuentro entre las personas".
Entre los proyectos planificados a corto plazo figura la contención de la cancha de fútbol y la iluminación que se realizará con el dinero que ganaron en un concurso del banco Credicoop.
"Además de ir solucionando el día a día, lo que en realidad nos gustaría es poder armar un gimnasio de envergadura que permita cobijar a muchos más niños y jóvenes. Nos imaginamos a los pibes jugando y a las familias tomando mates", soñaron.