Los cónsules han existido desde la antigüedad precediendo en siglos al establecimiento de relaciones diplomáticas.
El concepto nació en la Grecia antigua, donde eran ciudadanos conocidos en sus comunidades. Fueron los predecesores de los embajadores residentes, una institución creada en Italia a fines del siglo XV. El término moderno de cónsul deriva del vocablo latino consulere, que significa asesorar o consultar.
El cónsul honorario procura simplificar lo complejo. "Verdaderas avanzadas de la diplomacia, el mero peso de la demografía y el impacto de la geografía lo convierten en piedra angular de la construcción de puentes y lazos de amistad entre su área de jurisdicción y el estado de Israel. Es un enlace vital tanto para la embajada del estado que lo ha designado como para los ciudadanos de ese mismo estado que viven en el extranjero. No es un funcionario. Se solicitan sus servicios para asistir, aconsejar. Es el lado más humano de la diplomacia. Con un toque personal que es el factor más importante. En el caso de un país pequeño como Israel, es especialmente cierto", señala un texto de la Cancillería de Israel.
Y agrega: "El Cónsul Honorario debe haber demostrado probidad intachable, sensatez, iniciativa. En el ejercicio de sus funciones no devenga sueldo ni beneficio alguno del estado que lo ha designado. No puede estar a sueldo de la administración pública del estado nacional, provincial o municipal".
Los privilegios e inmunidades vienen determinados por el derecho y la práctica internacionales. La práctica general se detalla en el Capítulo II y en los artículos 71 y 72 de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares, según la cual el Estado receptor otorga a los cónsules honorarios el trato apropiado para que puedan ejercer sus funciones oficiales.
Hay mas de 150 consulados honorarios en Israel, todos ellos con ciudadanos israelíes. Representan a 90 estados, 22 de ellos de América Latina y Caribe.