El pasado 16 de julio la vecina chosmalense Amalia Soto cumplió 100 años. A su edad, esta mujer constituye un verdadero ejemplo de perseverancia, amor y fe: tuvo doce hijos y hoy cuenta con una familia integrada por 37 nietos, 64 bisnietos y 16 tataranietos.
Amalia nació en Bella Vista en una época en que "existía una sola región con San Fabián de Alico en Chile", explica Antonio Rodríguez, uno de sus hijos menores.
Tuvo una hermana gemela, pero las separaron cuando niñas y hace algunos años supo de ella a través de cartas, pero lamentablemente quiso el destino que no llegara a conocerla.
La mujer, que cuenta con una vitalidad única, se crió en San Fabián de Alico y junto a su esposo Enrique Rodríguez y cuatro hijos llegaron a Chos Malal en los años 40.
Trabajadores de la tierra
El trabajo de la tierra fue el sustento de vida de esta familia en sus primeros años en la zona y, a pesar del trabajo sacrificado, Amalia siempre tuvo tiempo para ir todas las tardes a misa y también dedicarse a su gran pasión: el canto.
Amalia ha solido ser una genuina cantora popular de cuecas, tonadas y valsecitos del norte neuquino, actividad que recuerda con cariño pero que ha dejado hace algunos años.
En Chos Malal vivieron en la zona de Los Maitenes, luego se trasladaron a la calle San Martín para finalmente asentarse en el barrio Las Flores.
La mayor de sus hijas tiene 76 años y los menores rondan los 60, actualmente vive en compañía de Susana, una de sus hijas, pero frecuentemente recibe la visita de otros hijos que también viven en Chos Malal como Horacio y Antonio.
Vive rodeada del afecto y cariño de una familia bastante numerosa y ella se siente orgullosa de ello, los 37 nietos, los 64 bisnietos y los 16 tataranietos.
Salud de fierro
Con orgullo sus hijos aseguran que "tiene una salud de hierro", sólo recientemente debió ser intervenida por un problema en la vista, pero el mal momento ya pasó.
En épocas de frío como las actuales se levanta a las 10, se ocupa de preparar su propia comida, duerme un rato la siesta y su descanso nocturno es a partir de las 21:30.
Además, como ahora ya no sale y no puede ir a misa como lo hacía todas las tardes, en la calidez de su hogar le reza a la Virgen del Carmen y también las novena de San Juan, San Sebastián, San Ramón y San Antonio.
Su sonrisa la acompaña cada día y el pasado 16 de julio, Día de la Virgen del Carmen, cuando Amalia sopló las 100 velitas, su humilde hogar se trasformó en una fiesta, donde toda la familia pudo degustar los deliciosos platos por ella preparados entre los que no faltaron las pizzas caseras, el pollo, la sopa de verduras y variadas ensaladas. Incansable.