Ricardo Calvo es intendente desde el 10 de diciembre de 2007 y asegura que no le quita el sueño su continuidad política. Mientras gobierna la localidad que lo recibió con los brazos abiertos un caluroso febrero de 1976, se hace tiempo para largas caminatas con su esposa y para dedicarle casi todos los sábados a sus nietos.
Hijo de un sastre y de una peluquera (ambos socialistas) alguna vez caminó de la mano de Alfredo Palacios. Este hombre nacido en Coronel Suárez y radicado en Choele Choel hace 34 años sueña con poder comenzar a delinear el Parque Industrial a la vera de la Ruta 22 y cerca del ferrocarril antes de finalizar su mandato en el 2011, de modo de ir haciendo realidad la idea de que Choele tenga algún tipo de producción que genere demanda de mano de obra y riquezas y rompa con la tradición de ser sólo una ciudad de servicios.
La charla cambia de rumbo: "Estamos con avanzadas gestiones para formar una orquesta infanto-juvenil que sirva para que muchos chicos puedan canalizar su vocación y para continuar abriendo espacios que contengan a niños y jóvenes", señala. Días más tarde, el coordinador de Cultura agrega que este año se formará una banda, sólo con vientos y percusión y que el año próximo se agregarán cuerdas, mutando la banda en orquesta. "Esto no es una competencia con los que ya están en esto -como por ejemplo Lamarque- sino un complemento. Si logramos hacerlo, podríamos tener un intercambio e incluso formar una orquesta regional con chicos de ellos y nuestros. El objetivo central es un espacio de contención para nuestros chicos", aclara el jefe comunal.
Desde hace 15 años, Ricardo Calvo tiene que ver con la ejecución de políticas públicas a través del municipio: fue concejal y el segundo en el poder como secretario de gobierno de Jesús Zuain. "De un día para otro me propusieron ser intendente y acepté poniendo como condición que me dejaran elegir a mi gente para armar mi proyecto. Poco antes ya había tomado la decisión de alejarme de la política: sentía que había cumplido un ciclo y ya no tenía ganas de ser parte de ese proyecto y sí de volver a mi profesión y la docencia. Pero ante la posibilidad de desarrollar un proyecto propio y con el empuje de muchos jóvenes, volví a arrancar. A muchos no les gustaba que tantos chicos sin experiencia fueran parte del proyecto, pero acá estamos. Siento el cansancio de los 15 años del municipio. Pero si algo me da fuerza, son ellos: le ponen tantas ganas, tienen tanta energía que contagian. Por lo demás, en lo que hace a la administración, no hago otra cosa que lo que aprendí de mis padres: primero asegurar los sueldos, cumplir con los compromisos y con el resto ir viendo cuales son las prioridades para hacer obras o llevar adelante algún tipo de iniciativa", dice.
Su gestión termina en 2011. "Me interesa continuar el proyecto pero no me quita el sueño continuar en política", asegura. Tal vez cuando la adrenalina electoral inunde el aire se deje llevar por esos vientos y pelee por otros cuatro años. Mientras seguirá con su rutina: levantarse temprano, recorrer las obras y dedicar varias horas a escuchar a la larga lista diaria de vecinos que piden hablar con él. Sentarse a almorzar, descansar a la hora de la siesta, escuchar buena música y cumplir con lo que resta de su agenda, incluida la casi diaria caminata por las chacras con Alicia, su esposa. Al fin y al cabo en este caso, detrás del poder, sólo hay un ser humano que -como tantos- sueña con un mundo mejor.
Otra visión de las cosas
La ciudad atraviesa un año cargado: las incesantes lluvias de febrero sacaron a la luz varios problemas, se aprobó la nueva Carta Orgánica -con un saludable debate de tres fuerzas políticas-, hubo polémicas con el trasfondo de cambiar el rumbo de la ciudad y resuena el eco del reclamo por las viviendas, que dejó en claro que el desarrollo debe ir de la mano de acciones concretas y reales.
Pero existe, bajo esta singular gráfica que cubren día a día todos los medios, otra realidad que puja por salir: la de aquellos vecinos que en silencio trabajan para que la ciudad se desarrolle en aspectos que muchas entidades gubernamentales dejan de lado, desprotegidas, como huecos en el barro.
Son estas ONG, estas entidades intermedias, estos grupos con y sin nombre los que pelean para que ese horizonte de inclusión no sea tan lejano. El medio ambiente, la participación, el resurgir de aquellas profesiones que han ido desapareciendo, son las que se impulsan desde estas organizaciones.
En lo macro, Choele Choel encara nuevo objetivos, que ni el gobierno actual ni los que vendrán pueden descuidar, cuyo reclamo ha surgido con fuerza: una nueva diagramación urbana que incluya a aquellos sectores hoy excluidos. Estos cambios en la mirada de los vecinos se ha transmitido a todos los sectores. Y lejos está de ser una cuestión generacional: participa gente de distintas edades. A los 131 años, Choele Choel mira el futuro desde otro prisma, donde se funden los intereses comunes y los individuales.
A estas circunstancias tan especiales se suma el crecimiento en otro aspecto fundamental: el educativo, a la ya asentada sede de la Universidad del Comahue, se sumó la apertura de carreras desde la nueva Universidad Nacional de Río Negro, lo que abre a la ciudad a la llegada de cientos de jóvenes. Ante este panorama, el crecimiento programado, donde estén contemplados todos los aspectos humanos, no parece tan lejano.