La actual coyuntura climática y económica que sumerge a la actividad productiva del Valle Medio en una profunda crisis también pone de manifiesto la necesidad de la reconversión del sector. Las faltas son muchas pero algunas de ellas de carácter casi obligatorio para que la actividad pueda seguir subsistiendo, como así también si se pretende que el principal motor económico de la zona siga creciendo.
En este sentido la industrialización debe dejar de ser un sueño y convertirse en realidad con, a la par, políticas serias de complemento hacia el sector.
Al respecto el ingeniero agrónomo Daniel Castro Ares señaló: "El balance de la producción es bastante negativo porque la producción ganadera vive un momento de fuerte sequía: con muerte de animales, exclusión de hacienda de la región y faena de gran parte de la hacienda. Declarado oficialmente por la provincia, tenemos un 33% menos de cantidad de cabezas de ganado, lo cual es importantísimo. Desde el punto de vista de las chacras donde se podría haber retenido parte de la ganadería, los valores de pasturas se mantuvieron por la sequía en todo el país por lo que no se volcó hacienda adentro de las chacras".
"La fruticultura, como sucede en el Alto Valle, esta cada vez más concentrada en menos manos con exclusión de los productores pequeños. Y la cebolla, en lo que es horticultura, ha estado comprometida. Los números son muy malos. La actividad industrial tomatera ha funcionado relativamente bien. De hecho, creo que es la única que se desprende de esta realidad", afirma.
"La conclusión que tenemos que llevar adelante todos es que lo que más falta para la producción es industrialización. Tenemos una baja industrialización que no nos permite recomponernos de los excedentes, por un lado comercializando esos excedentes de manera adecuada y, por otro, absorber esta cuestión de fuertes variaciones de demanda de los mercados internacionales y de los precios internos y externos. Tenemos que tener una fuerte y activa política sobre el sector pecuario que no la tenemos. No hay una política de emergencia en una situación de emergencia que se hace cíclica para la ganadería. Y respecto a la fruticultura y la horticultura se debería hacer más hincapié en la industrialización de los excedentes y en la búsqueda de mercados alternativos más específicos, nichos de mercados donde poder entrar con nuestros productos y de esta manera poder incentivar al productor pequeño y mediano. Es decir, darle una salida con mayor especificidad, con mayor consumo de mano de obra quizás, pero con una rentabilidad diferencial".
Un panorama por ahora oscuro vaticina el experto. "El otro producto que se perfilaba como importante, la producción de granos, los cultivos semiextensivos, la crisis de las retenciones y la crisis posterior generaron una fuerte caída. En todo el país se habla de la retención a la soja pero es una parte mínima de la problemática porque se castiga a la producción de granos en general, no se incentiva. Seguramente, si el maíz tuviera algún incentivo nadie estaría protestando por las retenciones a la soja porque tendríamos una alternativa".
Sin embargo, Ares deja una luz de esperanza: "No se trata de situaciones terminales, no deja de ser una coyuntura. Pero va a dejar de serlo así, una situación coyuntural, en la medida que se empiecen a tomar medidas serias para ser políticas a mediano plazo para el sector.