Lo llamaban el "Alemancito"; nacido en 1854 o 1860 en Prusia un autor arriesga "luterano, agnóstico (una contradicción) y masón", aunque sus descendientes fueron argentinos católicos. Jorge J. (Juan) Rohde había cursado la milicia en Alemania y siendo teniente 1° -con licencia- pasó a la Argentina integrando los uniformados de Villegas en 1878 que preparaba la campaña con Roca a la Norpatagonia. Como muchos militares extranjeros de entonces su apellido tuvo renglones en la historia regional: prácticamente el descubridor de el "Paso de Bariloche" que expusiera en larga conferencia leída (1883) en el Instituto Geográfico Argentino publicada en el Boletín del Instituto como "Sargento Mayor, miembro correspondiente en Patagones", cuando por indicación del jefe de la División de los Andes general Rudecindo Roca y jefe de su Estado Mayor "con asiento en la Vega de Maipú, puso la piedra fundamental del nuevo pueblo". Y su decisión en la mudanza del pueblo Roca al actual emplazamiento con motivo de la inundación de 1899. Sintéticamente su actuación en ésta parte de la Patagonia.
Pero el "Alemancito" de la cartografía y el teodolito antes había dejado su impronta escrita sobre la hoy Choele Choel. También artículo publicado en el citado Boletín cuando era "alférez del 2° de infantería de línea y miembro del Instituto Geográfico Argentino en Choele Choel" (sic). En carta al presidente de dicha institución Estanislao S. Zeballos fechada en "Pueblo Avellaneda, 28 de Noviembre de 1879", le agradece similar de "fecha 6 del pasado en la cual me comunica Vd. mi nombramiento como miembro corresponsal del Instituto Geográfico Argentino que Vd. tan dignamente preside" (sic). Faltando pocos meses para los 130 años de aquella misiva, aprovechamos para comentar su contenido, con aspectos llamativos del nacimiento del pueblo que Olascoaga, cuando era "Campamento en Choele Choel" (25 mayo 1879) le hiciera escribir: "Nos hallamos, pues, instalados en el campamento general definitivo del Río Negro, un verdadero paraíso terrenal para la gente y banquete espléndido para las caballadas".
Rohde expresaría que se "adelantan muchos los trabajos en la formación y engrandecimiento del pueblo Nicolás Avellaneda, el cual ya cuenta con una regular cantidad de casas, lo que prueba elocuentemente la actividad de nuestro jefe el coronel D. Conrado E. Villegas quien sin ayuda de ingenieros del ramo, dirige personalmente los trabajos. Es de sentirse -agregaba- que el Gobierno no haya mandado ingenieros inteligentes para la dirección de estos trabajos" (sic). Los materiales para las construcciones existentes en las inmediaciones parecían cumplir con las exigencias de los nuevos moradores pues "La naturaleza nos ofrece todo lo que necesitamos para la construcción de casas, sin contar con excelentes maderas, tenemos cal (varias clases), yeso (espejuelo), asfalto, cimento (cemento), que nos ofrecen las cercanías, además se ha encontrado una tierra que es excelente para la fabricación de tejas".
Alentaba la existencia de "otras riquezas no conocidas en las cuchillas que forman los límites de este valle" y "La primavera ha producido la más favorable metamorfosis respecto a la naturaleza". Mostraba su opinión contraria a la decisión del gobierno nacional de no alentar la colonización en ese lugar por las inundaciones, las que no consideraba de importancia: "estoy persuadido que inmigrantes alemanes, por ejemplo, los que habitan las costas del mar Báltico o Mar del Norte y que han conseguido por sus constantes trabajos dominar el suelo que hoy cultivan... vencerán con facilidad las dificultades que la temporal inundación aquí puede presentar a la agricultura... no pueden compararse con las aguas del río Negro, que crecen pulgada por pulgada y sin mayor fuerza". Seguidamente explicaba sus razones, entre ellas el lento derretimiento de las nieves cordilleranas. "En algunas partes, donde mismo las aguas salen de sus riberas, lo hacen sin vehemencia y para comprobar esto, diré que nuestro antiguo campamento estaba situado sobre la misma orilla del río, sin embargo, durante la última y extraordinaria inundación, un dique de tierra de 40 centímetros de ancho era suficiente para contener la creciente".
Jorge J. Rohde mostraba firmeza pionera en el porvenir valletano: "Por todas estas mencionadas razones soy de la opinión, que justamente el valle del río Negro debía cultivarse y en una escala mucho mayor... Este valle, cruzado por una vía de agua, que une al Este con el Oeste de Sur América, tiene otro destino más importante, y esto es cultivarlo para la agricultura en su mayor escala". Comparaba las inundaciones del Nilo "saludadas con júbilo por la población entera por la fertilización que arrastraba" y se autopronosticaba deseo para el futuro: "Quien sabe, si tal vez pasarán pocos años y nosotros, también sabremos evaluar en su justo mérito las utilísimas inundaciones del río Negro". Claro, no imaginaba que las represas Norpatagónicas, con su bien y su mal, retendrían el limo fertilizador.
Rohde acompañó plano del naciente pueblo Avellaneda, opinó sobre la gran isla y caminos de la región.
Bibliografía y fuentes principales: Olascoaga, MJ. Estudio, 1930, 1994. Varios. Río Negro, pasado y presente, 1980. Amador, FF de. San Martín de los Andes, 1948. Rohde, J. Los pueblos, (BIGA), 1879. El Paso de Bariloche, (BIGA), 1883. Descripción, 1889. Murray, LA. Un guerrero, Clarín, 1979. Ahrens, G. De Prusia, AT, trad. 1979. Fraga, RM. Alemanes, La Prensa, 1993. Rohde, JA. Política austral, LN, 1984. Diccionario HA, 1982. Pérez Morando, H. Choele Choel, 1989 y Hombres y expedicionarios, 1994. Archivo diario Río Negro. Biblioteca Patagónica (VECh) y otros.
HÉCTOR PEREZ MORANDO
(*) Periodista. Investigador de historia patagónica.