Después de mucho trabajo y esfuerzo de un grupo de vecinos, el sábado pasado en el marco de los festejos por los cien años de la localidad Cervantes inauguró el Museo del Centenario. Rosalía Palermiti, una de las promotoras de esta nueva entidad, cuenta cómo surgió y se llevó a cabo la iniciativa.
"Todos los años hacíamos una muestra con objetos que traían los vecinos. Y desde hace un par de años empecé a querer organizar el museo. Hicimos una convocatoria en la radio y todo el pueblo se acercó con cosas. Algunos no quieren donarlas, cosa que entendemos porque cuando uno guarda por 30 ó 50 años un objeto que ha sido de su familia después cuesta mucho desprenderse, pero igual los prestaron para esta muestra, van a estar un tiempo y después los devolveremos".
Con la colaboración del Claudia Montanaro, secretaria de gobierno del municipio, se consiguió el espacio para el museo. "El museo funciona en lo que era la estación de trenes. La idea es que este museo sea un espacio vivo, que vaya cambiando su muestra todo el tiempo, porque Cervantes es una localidad chica y queremos que la gente de acá la visite y vuelva. Por eso vamos a hacer alguna vez una muestra sobre escuelas, otra sobre instituciones, chacras, etc.".
"Nuestra historia es apasionante y es bastante diferente de otras de las localidades del Alto Valle -explica Palermiti-. Nosotros nos llamamos Cervantes en honor al escritor Miguel de Cervantes Saavedra; eso ya dice algo. El nombre fue uno de los aportes de su primer fundador Blasco Ibáñez que llegó en 1910 gracias a un acuerdo que hizo con el gobierno nacional de José Figueroa Alcorta por el cual le vendían 2.500 hectáreas a muy bajo precio".
Palermiti, explica que Blasco Ibáñez era un escritor español muy reconocido que vino a Argentina convocado por el presidente para escribir un libro sobre el país que finalmente se llamó "Argentina y sus grandezas".
"En ese momento, a pocos años de terminada la Campaña del Desierto, esta zona era promocionada como un vergel, una tierra de oportunidades. El gobierno vendía estas tierras a precio muy bajo con la condición de que el nuevo propietario pusiera un sistema de riego y produjera. Recordemos que el Dique Ballester y los canales de riego comenzaron en 1910 pero no se inauguró hasta 1921".
Así es como Blasco Ibáñez compró las tierras, convocó a otros valencianos a venir a vivir aquí en la colonización de Cervantes y crea la Sociedad Cooperativa Limitada de Irrigación Colonia Cervantes. "Emparejaron la tierra y pusieron un sistema por el cual se extraía agua del río Negro por medio de dos bombas elevadoras que levantaban 1,225 litros de agua por segundo -explica Palermiti-. Aún hoy se puede ver parte de esta estructura desde la Ruta 22. Pero tenían el problema de que el río subía o bajaba mucho, a veces la bomba se tapaba y a veces no alcanzaba a tomar el agua de lo bajo que estaba".
Finalmente, en 1914 Blasco Ibáñez se fue de Cervantes. "Algunos dicen que se fue disfrazado de mujer para escapar de los otros valencianos, otros dicen que se fue muy deprimido por el fracaso. Esta zona fue vendida a un hombre de Buenos Aires, José María Rosa, y tuvo poco movimiento hasta que llegó el riego. Después, como en todo el Valle, la gente se comenzó a agrupar en cooperativas. La primera fue el aserradero, el primero de todo el valle y tenía asociados de otras localidades como Villa Regina y Allen".
Apasionada por la historia local, Palermiti creó el año pasado para esta fecha la revista "Mirá Cervantes" de la cual el viernes presentará la segunda edición dedicada a la historia de esta localidad que hoy cumple 100 años.