Paula Fava lleva 39 años sobre sus espaldas y sigue siendo una niña que juega con sus fantasmas y ángeles a través de la poesía ahora, devenida en "poesía para el escenario", como la define. Hoy presentará su nuevo libro "El hombre y la araña", que ha roto con lo previsible y es hermosamente artesanal.
Paula, sin dejar su pasión por la palabra escrita, se esmera para ser la mejor madre de sus cuatro hijos. Florencia, con sus 21 años, ya le regaló el primer nieto. Santiago, buscando encontrarse, bucea en su adolescencia. Jeremías, de 12, golpea las puertas de la pubertad y Angelina, de sólo cinco añitos, es el sol del hogar. Es la familia de esta mujer que decidió que sería escritora hace sólo 6 años, a pesar de que escribe desde que tiene memoria. En su casa de la calle Roma inicia la charla con una poesía que utiliza a modo de presentación y que lee íntegramente: "Biografía, poesía y destino" (León Felipe)
"El poeta cuenta su vida primero a los hombres; después cuando los hombres se duermen, a los pájaros. Más tarde, cuando los pájaros se van, se las cuenta a los árboles... luego pasa el viento y hay un murmullo de frondas.
Todo lo cual se puede traducir también de esta manera: lo que cuento a los hombres está lleno de orgullo; lo que cuento a los pájaros, de música; lo que cuento a los árboles, de llanto.
Y todo es una canción compuesta para el viento, de la cual, después, este desmemoriado y único espectador apenas podrá recordar unas palabras.
Pero estas palabras que recuerde son las que no olvidan nunca las piedras. Lo que cuenta el poeta a las piedras está lleno de eternidad. Y ésta es la canción del Destino, que tampoco olvidan las Estrellas".
Destino
Hace una pausa y acota: "Se podría decir que esta poesía de León Felipe es un ejemplo acabado de mi poesía y mi manera de vivirla, el destino que elijo... Pero elegir el destino no es fácil, digo. Para muchos/as el destino está y uno es obra de él. Yo creo que no, creo que uno lo hace, que el destino no es otra cosa que la consecuencia de uno mismo. Y ahí la cosa se pone fea, porque si las cosas no resultan como uno quiere o planea, no hay a quién echarle la culpa, no hay más responsables o culpables que uno".
En la charla, esta escritora catrielense no encuentra otra metáfora que su estómago, para explicar desde donde sale lo que escribe. "Reniego desde el estómago y escribo desde el mismo lugar. Eso se ve claramente en ´El hombre y la araña´. Visceral, catártico, injurioso, vomitivo... Escrito como si fuera una obra de teatro, sin tener idea de cómo se escribe para teatro. Pero se me da la gana que la poesía suba al escenario y la subo y a pesar de tener el libro toda la carga que mencionaba, sigue teniendo la sensibilidad natural, propia de la poesía y esa es mi pasión o una de mis pasiones".
Edición casera
Sigue: "Presento un libro que muchos pueden considerar que no está editado, porque es una realización artesanal, absolutamente casera. Las tapas son telas que pintó Angelina, mi hija menor (5 años), las hojas son fotocopias y las tiradas son por tandas (a medida que voy necesitando). Unos pueden considerar que es un libro-objeto, otros, una tomada de pelo, pero para mí es un trabajo valioso, y está hecho con absoluto cuidado y respeto hacia quien lo lea, más allá de que pueda considerarlo lindo, feo, bueno, malo.
"Tiene un tinte feminista que aparece en sí mismo, supongo que porque soy mujer y esas mujeres que son simplemente mujeres, madres, solas, en muchas ocasiones víctimas de una sociedad machista y déspota, merecen el mismo respeto que las que están ´etiquetadas´ y esto no es un agravio. Pero sucede que en muchos hombres también encuentro mucho de mujeres y entonces, por qué voy a sectorizar?"
Retomando la idea del destino de la poesía de León Felipe agrega: "Hace unos años me propuse ser escritora. O sea, que ese sería mi destino y debía trabajar para lograrlo. No busqué a la poesía, siempre creí que corría por mis venas, así como la sangre y esa sensación me sigue estremeciendo y obligándome a cuidarla.".
Paula reniega de los rótulos: "Una tema que me da vueltas desde mi infancia, es que los adultos solemos preguntar a los niños qué van a ser cuando sean grandes. Yo, que era terriblemente tímida, respondía con absoluta sinceridad, y sin entender bien qué me querían preguntar en realidad, porque yo creía que era lógico que si era niña, iba a ser grande. Pero era otra la respuesta que debía dar así que respondía, como dije, tímidamente: ´Quiero ser mamá´ Eso provocaba risas...
"Qué poca imaginación. Que sé yo, decir que uno va a ser médica, maestra, abogada, etcétera, da una especie de tranquilidad, ser mamá puede ser, pero... qué tan relevante? Pero yo reniego de los rótulos y quiero ser escritora ¿cómo se entiende? Yo decido, pero antes rompo el molde, es mi elección. De eso se trata ´El hombre y la araña´. De mi necesidad de romper el molde, de no aceptar las estructuras.
"Rebeldía adolescente podría decirse, pero ya adulta. Todo un tema, pero es necesario el estampido", concluye.