Para los catrielenses la situación de crisis que se vive en los últimos meses no es motivo de sorpresa y el futuro sigue teniendo horizonte. El fantasma del fin del recurso no renovable no deja de rondar las mentes de cada vecino pero siempre llega la idea consoladora de que aún falta mucho para eso. Ahora renace la intención de ahondar en una economía alternativa para estar preparados el día en que el petróleo sea sólo un recuerdo.
En ese marco hay un notable entusiasmo en una propuesta de generar energía eólica, a la que los propios dirigentes locales nombran como "la energía del futuro" soñando con que esta iniciativa tal vez se convierta en una fuente de riquezas, ahora sí, con un recurso inagotable.
Pero hoy, como una luz roja, un grupo de inexpertos piqueteros sin más expectativas que un puesto de trabajo llama a la realidad. La gran contradicción de la indigencia en una ciudad de la que salen desde hace 50 años millones de dólares en petróleo es un vicio imperdonable que el espectro político local ni provincial en su conjunto no logra corregir.
El crecimiento demográfico ha significado también que las consecuencias que acarrea una baja momentánea en la actividad generen problemas cada vez más grandes. Como es de esperarse, los primeros en acusar recibo de la crisis son los trabajadores aunque comenzaron a sentirlo también las pequeñas empresas que prestan servicios o los comercios que se constituyen en proveedores de la actividad petrolera.
La misma crisis sacó a la luz una acción poco eficaz para exigir que los beneficios de la explotación hidrocarburífera lleguen efectivamente a la ciudad. Los desocupados "se llevaron puestos" a los funcionarios y dirigentes políticos del oficialismo y la oposición. Gracias a ese "tsunami" impulsado por la indigencia descubrieron que las más grandes empresas tributaban al municipio cifras menores que un kiosco. "Salieron los inspectores con un talonarios nuevito para hacer multas y lo terminaron en un día", contaba con asombro uno de los desocupados que recorrió yacimientos con las autoridades municipales. Eran las multas que no se habían hecho por décadas.
Por otro lado hay instituciones de las que en el mejor de los casos queda un sello y algún libro de actas de hojas amarillentas en los que hace muchos años no se escribe nada por que la actividad es nula, como por ejemplo la Cámara de Comercio. Fue la crisis la que los hizo recordar que esa entidad era una herramienta necesaria. Aún así todavía se escuchan sólo los lamentos de comerciantes que vieron reducir sus ventas con la caída del trabajo. Es que muchos obreros petroleros eran clientes cautivos que cada mañana pasaban a comprar la vianda para esa jornada laboral. Cuando cientos de ellos comenzaron a quedarse en sus casas, viendo sus ingresos reducidos hasta en un 70 %, los comercios sintieron el impacto.
Idéntica situación experimentaron muchas pequeñas empresas que no podían cobrar, porque las que contrataban sus servicios, cortaron la cadena de pagos. Estaban obligadas a mantener su plantel de trabajadores para evitar conflictos más serios con el gremio, pero a la vez no tenían ingresos con los que cubrir esos gastos. Varias de estas pymes están al borde de la quiebra con gruesos endeudamientos y sin tener ninguna institución que los nuclee para "pelear" una salida a tan incómoda situación.
En este contexto, era llamativo que no hubiera aparecido antes un reclamo social que finalmente dijo presente a través de una agrupación autoconvocada de gente sin trabajo. Ninguno de ellos tiene experiencia ni una idea remota de organización. Aún así, el reclamo es tan auténtico que es difícil que se vuelvan a sus casas con promesas. Desconocen la mecánica de la asamblea y apenas logran socializar lo que harán durante las próximas horas. Pero tienen en claro que quieren trabajo. La mayoría son nativos de Catriel. Muchos de ellos nunca consiguieron trabajo en empresa alguna. Pero cuando todo estaba bien cualquier "changa" era bien remunerada. Esa parte del reparto de riquezas que significan los sueldos, llegaba a todos directa o indirectamente y hoy está ausente alimentando la bronca de los que menos tienen.
Pero no es el fin del mundo. El precio del crudo se recupera y una vez que se renegocien las áreas todo volverá a la normalidad. Pero aún cada día suele ser un período de tiempo muy largo en el que se presentan problemas que exigen soluciones inmediatas.