Mario "Pacho" O´Donnell disfruta con el reconocimiento de la crítica y la popularidad de sus libros sobre revisionismo histórico, aunque aclara que siempre bregó por la profundidad de sus textos, a contrapartida de cierta camada de nuevos historiadores, que hacen del pasado "un chisme". Antiliberal, peronista, ex embajador durante el menemismo, siempre ha sido un hombre respetado por las diferentes vertientes políticas, a tal punto que dio su impronta de gestor de la cultura durante el gobierno de Raúl Alfonsín.

Frente a "Río Negro" analizó cómo se ubica el país en estos doscientos años de vida, que comprenden brillosos festejos organizados por el gobierno nacional, en un contexto de pronunciados desencuentros entre sectores importantes de la sociedad. "Tenemos que comenzar a vernos como un equipo como cuando alentamos a la selección", expresó O´Donnell como deseo aglutinante.

-¿Hay una idea de Nación?

-Me conformaría que toda esta alharaca sirva para fortalecer el sentimiento nacional. Tenemos un orgullo patriótico muy bajo y eso es la base de muchos de nuestros problemas.

-¿Qué nos dejó mayo de 1810?

-Aquellos hombres imaginaron que iban a construir una nación independiente y lo somos al menos en términos formales. Después, si expandimos el término, van a surgir algunas discusiones. La semana de mayo de 1810 fue algo fascinante, que generalmente se la cuenta de forma muy parcial. Para empezar, lo que siempre se disimula es la participación popular en esos acontecimientos. La Junta provisoria estuvo integrada por Cisneros como presidente y Saavedra y Castelli como personajes centrales. Esto fue una trampa para hacer un cambio cosmético. Hubo un sector de los criollos que perteneció a la clase "decente" (acomodada), comerciantes españoles que estaban convencidos de que ya no les convenía mantener el monopolio comercial con España; sectores de las milicias que pretendían tomar directamente la "Bastilla", es decir el poder por las armas. Saavedra es el jefe de las milicias y Castelli el líder de los criollos ilustrados, embebidos por las teorías del enciclopedismo francés de Juan Jacobo Rousseau. Aquellos criollos se entusiasmaron con comenzar a ocupar lugares de importancia, que estaban reservados, hasta allí, para los españoles. San Martín, cuando llega a Buenos Aires, era tan solo teniente coronel y ya era un hombre de cuarenta años. Los sectores populares estaban concentrados en dos lugares; en las milicias y los comerciantes. Las formas iniciales de esos militares eran muy democráticas, ya que los jefes se elegían desde abajo. Los chisperos eran un grupo de choque que lo comandaban French y Berutti. Junto con los Patricios tuvieron la tarea, el 22 de mayo, de controlar quiénes entraban o no al Cabildo Abierto, en el que se votó la continuidad o no del Virrey. De ahí nace el distintivo de la escarapela, que se la ponían a los que estaban de acuerdo con el ideario independentista. Se crea una Junta Provisional. Berutti irrumpe y les proclama que si no terminan con la fantochada iba a correr sangre. Los bacanes habían acordado una junta provisoria; los otros, sectores populares, deciden dar un salto cualitativo.

-¿De dónde provino la famosa frase "el pueblo quiere saber de qué se trata"?

-French, cuando se da cuenta de la situación, lo dice: "El pueblo quiere saber de qué se trata". Nunca está todo el pueblo en estos procesos, eso sería imposible, pero sí estuvo una parte decisiva del mismo. Si insistían con Cisneros como presidente se hubiera armado una revolución sangrienta.

-¿Cómo distinguiría los liderazgos de aquellos años de emancipación?

-Moreno fue un hombre de la Ilustración. Pensaba que el pueblo era ignorante. Era un elitista de la revolución. Saavedra, en cambio, fue un hombre muy popular, hacendado de la tierra. Saavedra quería que se incorporaran las provincias, ahí Moreno comienza a perder las votaciones. Moreno representaba lo que luego sería el unitarismo mientras Saavedra va conformando una idea de Nación más integral. La idea de Nación se consolida cuando vencen los unitarios, que se bautizan liberales. Sólo copian la idea liberal de la economía. Tenían el apoyo de la masonería internacional. Urquiza se retira en medio de la batalla de Pavón, porque ya sabía que había un final anunciado. Da comienzo el proyecto de reorganización nacional con el triunfo de la oligarquía portuaria. Tenían todo el dinero de la Aduana, el apoyo de los militares y de la masonería. Este fue un proyecto elitista, porteñista, europeísta, a la medida de Buenos Aires. Se instala la premisa de civilización o barbarie. Todo esto tiene consecuencias muy serias: se decide que los "bárbaros" son otros argentinos.

- ¿Es posible que los liberales tuvieran una visión de país muchos más clara en cuanto a dónde querían llegar?

-Tenían mucha más claridad de objetivos y mucho más poder, además de inteligencia. Accedían al conocimiento del mundo. Lo que ocurre es que ese proyecto edificó un país al revés. Miró hacia afuera y despreció lo propio, con un sentimiento patriótico pobre. Se perdió el Alto Perú sin pestañear, o Paraguay sin elevar una carta de protesta; territorios como lo que cedió Rivadavia a la Banda Oriental. Hubo cortos períodos en que lo popular irrumpió con mucha conmoción, como ocurrió en el primer gobierno de Perón. El caudillismo federal surge como reacción, al igual que en la década 40 Forja. Finalmente el revisionismo histórico que demostraría que somos un país colonizado culturalmente.

-¿Perón fue -como hace poco reconoció Mario Bunge- el único estadista que tuvimos?

-Perón sin duda fue un estadista. Ideas muy claras y proyectos definidos. Por supuesto que se le pueden criticar muchas cosas; lo que está claro es que su nombre sigue dominando la política argentina. Como Jesucristo o Marx, ha sentado doctrina.

-¿Ésta es la herencia de una Nación que siempre se edificó desde su centro político administrativo?

-Los caudillos federales fueron la consecuencia de la protesta contra la arbitrariedad del centralismo. Después viene toda la crítica al liberalismo que hace un grupo como Forja, ante un país colonizado culturalmente. Hemos sido educados con la idea de ser un país que tuvo la desgracia de no ser Europa. Afortunadamente tenemos por lo menos la camiseta del seleccionado de fútbol. Es el único momento en que podemos tener un proyecto común. En México y Brasil subsiste el criterio de lo nacional, más allá de un Mundial de Fútbol. Mantienen orgullos propios como apoyar su música o sentirse orgullosos cuando a una empresa nacional le va bien, comprando otra marca en el exterior. También el Mundial, si no se gana, puede ser un elemento decepcionante muy grande, ya que en él depositamos muchas cosas. Los argentinos tenemos una capacidad marcada de autodenigrarnos. Mantenemos ciertos mitos, como aquel que dice que en una época fuimos maravillosos, potencia mundial. Esto es absolutamente falso. Había si una pequeña porción de gente que vivía muy bien, como la oligarquía ganadera, pero la mayoría subsistía como podía. No tenían vivienda propia ni libertades plenas: estaba la ley de Residencia que expulsaba a cualquier extranjero que quisiera defender a los trabajadores.

-¿El conflicto reciente con el campo encuentra antecedentes en la historia nacional?

-En "Caudillos Federales" expresé que este conflicto viene desde el 25 de mayo, cuando Buenos Aires decide no coparticipar los impuestos de la Aduana. Condenaba a las provincias a la miseria y al chantaje.

HORACIO CARIDE