La historiadora María Sáenz Quesada afirma que la Argentina carece de un proyecto de país, en contraste con el destino de grandeza que se auguraba en su nacimiento hace doscientos años y durante los festejos del primer centenario.

La directora de la revista "Todo es Historia", que dará a luz en julio su nuevo libro "Las cuentas pendientes del Bicentenario" (Sudamericana), observa una dirigencia ocupada en sus propios intereses y una desvalorización de lo institucional que abarca a la sociedad.

-¿En tiempos de la Revolución de Mayo se pensaba a la Argentina como un país central o periférico?

-Si recurrimos a documentos como el Himno Nacional tenemos rápidamente la respuesta: "Se eleva a la faz de la tierra una nueva y gloriosa Nación", dice uno de sus párrafos. La idea es sobredimensionada y ahí un poco puede estar la raíz del desencanto, aunque había que ser un poco "loco" para romper con el antiguo régimen y embarcarse en algo nuevo que resultó mucho más difícil de lo que se creía. La idea era la de un gran destino.

SE PENSABA EL FUTURO

-¿La clase dirigente de Mayo proyectaba un futuro a cien o doscientos años?

-Si tomamos las cartas de Manuel Belgrano al chileno Manuel de Salas sobre el tema de las comunicaciones por la cordillera o con Europa; o acerca del desarrollo de hornos para fabricaciones y las compaginamos con lo que publicaba en sus memorias como secretario del Consulado había una concepción acerca de a dónde apuntar, acerca del valor de los recursos materiales y también humanos (por ello el énfasis que se pone en la educación). Era un proyecto reformista que pudo haberse inscripto en el gobierno de los últimos Borbones porque había muchas coincidencias entre el pensamiento español reformista y el de los criollos por las lecturas comunes de los filósofos de la Ilustración.

-¿La transición fue pacífica?

-Los hechos llegan al punto de máxima tensión cuando estalla la crisis del imperio español, después que Fernando VII abandona el trono en mano de los Bonaparte; aún así las juntas se van a hacer en nombre del rey. Después al acelerarse los acontecimientos se precipitó una feroz guerra civil que se mezcló con la declaración de la independencia y devino un retroceso hasta la fundación de la nueva nación.

-Siempre en estos procesos están quienes abogan por la ruptura y aquellos que buscan salvar la continuidad. ¿Se impuso algún sector?

-El primer período fue netamente revolucionario, la Asamblea de 1813 aunque no llega a declarar la Independencia sanciona los decretos de libertad de vientre, supresión de títulos de nobleza, de la mita, del yaconazgo, en definitiva tiende a romper la sociedad estamental. Aunque hubo retrocesos en las Provincias Unidas se pudieron plasmar de mayor forma que en otros lugares de la región las ideas de igualdad, sin ignorar que el logro no fue completo e incluso en la actualidad seguimos con problemas de desigualdad y pobreza más allá de lo que indica la legislación. Es una asignatura pendiente.

-A partir de Mayo se va moldeando la clase ilustrada que devendrá en la Generación del 37 y luego en la Constitución nacional. ¿Hubo una secuencia?

-La clase dirigente presente hasta 1810 -integrada por los grandes comerciantes españoles- no perdura. En la generación del 37 y luego a partir de la Constitución del 53 (una vez dejada atrás la etapa del rosismo liderada por grandes estancieros bonaerenses) predomina la clase media intelectual que sí tiene que ver con la Revolución de Mayo.

-De hecho en sus escritos Alberdi se referencia constantemente en los sucesos de Mayo como fundamento de los ideales a consolidar.

-Algunas figuras de la Revolución, como Mariquita Sánchez de Thompson, van a proyectar su influencia.

Las "Inmigraciones"

-En "Las Bases" de Alberdi es central el proyecto inmigratorio: "Gobernar es poblar... con hombres libres" proclama el prócer tucumano y alude a quienes pueden implantar los hábitos de libertad que traen desde sus países de procedencia.

-El tema de la inmigración está presente desde el comienzo y hay ciudadanos extranjeros -como Billinghurst- que se ha-cen ciudadanos de las Provincias Unidas en 1812. Como proyecto decidido aparece en la Generación del 37, en el preámbulo de la Constitución y coincide con el flujo de inmigrantes que se diri-gía hacia Estados Unidos y parte de Sudamérica. La idea de que la inmigración iba a modelar a la sociedad está muy viva en Alberdi y Sarmiento y coincide con la enorme necesidad de emigrar de gente del sur de Europa, del mar Negro, del Imperio turco, ruso, ingleses, franceses y alemanes.

EL ROL DE LA ESCUELA PÚBLICA

-En "Historia de los Estados Unidos" Paul Johnson recuerda cuando el novelistas inglés Charles Dickens (circa 1835) se disculpó por su "tonada de forastero" ante un nativo del interior norteamericano a lo cual este respondió: "No se preocupe, aquí somos todos forasteros". ¿Ocurrió algo similar por estos lares?

-Toda la región del litoral fue profundamente cosmopolita, si uno lee a periodistas como Aníbal Latino (italiano) en "La Nación" alrededor de 1880 consideraba a Buenos Aires como una Babel de lenguas y describía cómo los menúes de los restaurantes estaban escritos en diversos idiomas para españoles, franceses, judíos; la escuela pública dio un carácter muy homogéneo a los argentinos de la segunda década del siglo XX que se fue mezclando aún más que en Estados Unidos (donde persisten más las colectividades) aquí tal vez la que más conservó su círculo fue la británica aunque al frenarse esa inmigración no tuvo demasiado peso.

-¿Cómo se fue moldeando la "identidad nacional"?

-En las primeras décadas de vida independiente el proyecto de Buenos Aires chocaba con las distintas autonomías de las ciudades (algo que revive en esta etapa posmoderna en la cual la patria chica tiene más peso que la cosa nacional). En la década del 20 ya se habla de la Argentina, después de la Confederación Argentina y, finalmente, en la segunda mitad del siglo somos todos argentinos.

-Sirve el concepto de "identidad nacional", ¿no es difuso y se presta a la manipulación?

-Es un concepto difuso pero ayuda. Se le dio mucha difusión a partir de la enseñanza patriótica de la historia que le brindó a los hijos de extranjeros una sensación de pertenencia.

-Mucho más reciente es una segunda inmigración proveniente de países limítrofes, asiáticos, africanos ¿hay para ellos un proyecto de integración?

-La proveniente de países limítrofes siempre existió, pero ahora es muy importante. Ellos se integran naturalmente porque no hay un proyecto para nada, de modo que difícilmente pueda haberlo de inmigración. Son paraguayos, uruguayos y muchísimos bolivianos, una comunidad muy trabajadora que quizá en una generación más se integre (salvo que vuelvan detrás del retorno a las fuentes que predica Evo Morales con el "indigenismo puro") sería muy interesante verlo. En cuanto a los asiáticos, principalmente coreanos, reciben una buena educación secundaria gratuita se destacan mucho en ámbitos como el Colegio Nacional Buenos Aires, pero luego piensan en ir a otros lados están como "de paso".

EN 1910 OTRO ERA EL ENTUSIASMO

-¿Cómo se vivió el primer centenario?

-Con festejos, se reflejaba una sociedad entusiasta en un país floreciente que producía riqueza y con un destacado sistema educativo.

-¿Porqué decayó tanto la clase dirigente? ¿Por qué ya no hay un Alberdi, un Sarmiento o un Mitre?

-Ese tipo de personajes parecen irrepetibles. Dado el fenómeno de la especialización tal vez estos tiempos se compadezcan más con los trabajos en equipos, la puesta en marcha de iniciativas a partir de una unión de capacidades, pero no hay una buena formación en la dirigencia y existe una desvalorización de la educación como factor de progreso.

-¿Se puede renovar la esperanza de hace doscientos años?

-Hay una dirigencia a la que veo muy ocupada en sus propios intereses, en un clima donde el que no comulga con el proyecto político que se quiere impulsar es un enemigo -una tendencia del peronismo-, hay una desvalorización de las instituciones que incluye a la sociedad (que no le otorga la importancia que merece a los mecanismos de control del poder).

Esta imagen del presente se contradice con la esperanza que no deja de provocar un país como el nuestro con tantos recursos -naturales y humanos- para salir adelante.

CLAUDIO RABINOVITCH