"La Revolución de Mayo no arrastró, en su trajinar, una lógica lineal, rigurosa, capaz de enhebrar los hechos que la jalonaron, otorgándoles sentido. El núcleo dirigente que, directa o indirectamente, asumió un papel de capitanía no fue homogéneo tanto como fluctuante y contradictorio. Es conveniente, pues, poner atención y no sostener, a tontas y a locas, que como revolución se produjo en un determinado momento y estuvo sometida a una circunstancia de la que no podía desentenderse, las consecuencias que tuvo estaban comprendidas en las causas que la produjeron. Francois Furet, en ´Pensar la Revolución Francesa´, ha sido claro sobre el particular. Ha dicho: ´Admitamos por un instante que estas causas están mejor deducidas de lo que en realidad están o que en algún momento se pueda ofrecer de ellas un cuadro más operatorio; pero ocurre que el acontecimiento revolucionario, en el día en que estalla, transforma profundamente la situación anterior e instituye una nueva modalidad de la acción histórica que no está inscrita en el inventario de esta situación´".
(Vicente Massot en "Revolución. Mayo 1810"; Editorial El Ateneo, Buenos Aires, 2010, pág. 15)