Lunes 08 de Febrero de 2010 > Sociedad
La incomodidad que sienten ellas al estar "un poco casadas"
A pesar de que la convivencia va en aumento en todo el mundo, "las mujeres la ven sólo como un paso previo a algo más formal, el matrimonio", afirma la periodista y escritora Hannah Seligson, en A Little Bit Married, un libro que está dando qué hablar en Estados Unidos. En cambio, para ellos, la convivencia la ven como una cárcel.

Era imposible que no diera qué hablar. Plantear, a estas alturas, que gran parte de las mujeres todavía anda con "el vestido de novia en la cartera" y que, pese a todo el discurso público, lo único que quiere la mayoría de ellas es casarse, es una mirada que no encaja con la modernidad. Por eso es que el libro A little bit married (Un poquito casados) está generando discusión. Y también porque en un mundo en el que los roles de hombres y mujeres están cada vez más equiparados, plantear que ellas se mantienen como hace 40 años, es buscar el ojo del huracán.

Pero a la periodista y escritora estadounidense Hannah Seligson no parece importarle nada de eso. "A pesar de poder convivir perfectamente por un tiempo, la mayoría de las mujeres quiere casarse", dice categórica -después de entrevistar a alrededor de 120 hombres y mujeres para su libro- y haciendo frente a la estadística creciente en su país de parejas que viven juntas sin llegar al matrimonio: hace 30 años, menos de un millón de parejas convivía,  en 2007 ya eran 6,4 millones.

"Las mujeres ven la convivencia sólo como un paso previo a algo más formal", refuerza la autora en su escrito, planteando que pasar de vivir juntos al matrimonio es una preocupación casi exclusiva del género femenino. "Al comienzo, compartir la cotidianidad es ideal, pero sólo por un tiempo", dice.

Todo se vuelve un lío cuando se produce lo que ella denomina "Ansiedad Pre Propuesta", que  afecta profundamente a las mujeres y se refiere a la angustia que produce esperar una petición formal que no llega, a la incomodidad de tener que mirar hacia el techo cada vez que alguien pregunta "¿Y? ¿Cuándo va a ser el matrimonio?", o a la incertidumbre de no saber si una relación que ha consumido tanto tiempo y dedicación se convertirá en algo estable, que permita proyectarse.

Es por eso que después de seis meses, dos años o una década, para ellas se vuelve completamente necesario tener un anillo en el dedo. Ellos, en cambio, dice Seligson, no es que no quieran casarse, sino que tienen una relación mucho más complicada e inmadura con el matrimonio: lo asocian a una entrada directa hacia una adultez aburrida y privada de libertad.

ESTADO INCOMPLETO

Pero ¿por qué las mujeres desearían tan intensamente casarse? Aunque Seligson no entrega un análisis claro en este sentido, existen investigadoras que sí lo han estudiado. Bella de Paulo es una de ellas. Para esta doctora en sicología de Harvard, la respuesta tiene que ver con las condiciones de la sociedad y cómo, en esos términos, el entorno va generando incomodidad. "Les dicen a través de comerciales, imágenes y artículos interminables que nunca serán 'realmente' felices ni se sentirán plenamente realizadas a menos que se casen", ha escrito De Paulo en numerosas publicaciones.

De hecho, la presión que encuentra su mejor caldo de cultivo en las mujeres, de acuerdo con esta sicóloga, ha tomado varias formas. La más reciente: "La última gran estrategia para mantener a las mujeres en su lugar es recordarles que son incompletas. Incluso si usted piensa que es feliz, el mensaje que se trata de transmitir reza que usted no conoce la verdadera felicidad si no se ha casado", agrega la especialista, dando cuenta de cómo el matrimonio y los hijos son la única vía -ninguna otra- para alcanzar el mejor estado al que se pueda aspirar.

En este análisis, De Paulo toca indirectamente lo que antes otros especialistas describieron como un cierto estado de superioridad tácito que adquirían las mujeres -y no los hombres- al estar casadas y tener hijos: las que pueden mostrar un anillo en el dedo, de alguna manera, les hacen sentir a las que no lo tienen que cumplieron con el trazado que había que cumplir; son más completas.Las aludidas, en tanto, van paulatinamente teniendo una sensación de incomodidad y su propia naturaleza de género -a pesar de lo que puedan decir- las traiciona: es por eso que son ellas quienes se aburren de plantearse el futuro de manera condicional e inician la poderosa arremetida por llegar al matrimonio, postula Hannah Seligson.

 Fuente: La Tercera

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