| ||
Golpe a la confianza | ||
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner se ha equivocado si cree que la nominación de Mercedes Marcó del Pont para encargarse del Banco Central la ayudará a dejar atrás la crisis provocada por su disputa con Martín Redrado en torno al uso las reservas. Puede que la funcionaria designada sea una técnica sobresaliente, pero también es una partidaria notoria de que la institución supuestamente autárquica que encabezará quede al servicio del Poder Ejecutivo. Es lógico, pues, que muchos hayan tomado la decisión por evidencia de que Cristina y su marido están resueltos a echar mano a las reservas para desatar un boom de consumo con el propósito de recuperar así una parte del capital político que han despilfarrado en el transcurso de los dos últimos años, de ahí la reacción decididamente negativa de los mercados en que los bonos en pesos en seguida perdieron valor. Aunque es comprensible que los Kirchner hayan preferido prescindir del ex radical Miguel Pesce, hombre cuya voluntad de aprovechar una oportunidad para desplazar a Redrado planteaba dudas en cuanto a su "lealtad" no sólo para con su ex jefe sino también para con los Kirchner mismos, les hubiera convenido elegir una persona de perfil ideológico más independiente que el de Marcó del Pont a fin de reducir, aunque sólo fuera pasajeramente, las sospechas sobre lo que tienen en mente. Según parece, no se conformarán con aprovechar los 6.500 dólares de reservas que Redrado intentó defender sino que se han propuesto apropiarse de los 18.000 millones que se califican "de libre disponibilidad" para rellenar la caja que necesitan para financiar sus proyectos políticos. De ser así, el país pronto se encontrará todavía más alejado de los mercados internacionales de lo que estaba antes de la rebelión de Redrado. Puesto que los gobernadores provinciales necesitan mucho dinero para mantenerse a flote y por lo tanto esperan que el "Fondo del Bicentenario" sirva para algo más que impresionar a los prestamistas extranjeros, se prevé que el Senado apruebe casi automáticamente la designación de Marcó del Pont, pero el que parecería que buena parte de la clase política quisiera que las reservas se usaran para fomentar el desarrollo y pagar "deudas sociales" debería motivar cierto escepticismo. En nuestro país es tradicional que la mayoría de los políticos respalde estrategias económicas o financieras expansivas que terminan mal, razón por la que siempre es mejor que el Banco Central quede en manos de una persona cauta reacia a cohonestar todas las iniciativas del Poder Ejecutivo, sobre todo cuando éste parece resuelto a tratar de hacer subir sus propias acciones políticas aumentando el gasto público sin preocuparse en absoluto por las consecuencias a mediano plazo. Aunque conforme a la Carta Orgánica la prioridad del presidente del Banco Central debería consistir en defender el valor de la moneda, Redrado no hizo mucho para mantener bajo control la tasa de inflación, la que en el transcurso de su gestión llegó a superar el 20% anual para después caer algunos puntos gracias a la recesión. ¿Resultará ser más exitosa en este ámbito fundamental su presunta sucesora? Por desgracia, no hay demasiados motivos para creerlo. Si bien Marcó del Pont se ha comprometido a aplicar "políticas absolutamente razonables" destinadas a asegurar la "tranquilidad en el tipo de cambio", también se ha declarado a favor de "la profundización del modelo", lo que no puede sino alarmar a los ya preocupados por la posibilidad de que los Kirchner hayan decidido emprender una irresponsable aventura populista, cuando no chavista, en un esfuerzo por congraciarse con las agrupaciones izquierdistas que últimamente los han criticado por la creciente desigualdad económica. A menos que Marcó del Pont consiga convencer a los mercados de que no se le ocurriría colaborar con una estrategia inflacionaria, la inquietud causada por su designación será más que suficiente para asegurar que los próximos meses se vean dominados por la incertidumbre financiera, lo que reduciría todavía más la posibilidad de que la economía nacional acompañe las de otros países de América Latina que, luego de un intervalo atribuible a la crisis internacional, parecen estar por disfrutar de un nuevo período de crecimiento vigoroso. | ||
Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí | ||