Juguemos en el Bosque... invitan los hinchas de Gimnasia, pero cuidado que el Lobo está. Y vaya si está. Porque tenía que volver a su casa del Bosque el Lobo platense para poder ganar el clásico a Estudiantes. Allí lo había hecho la última vez, en 2005, cuando lo goleó 4-1. Luego vino la mudanza al estadio de la Ciudad, y con ello los nueve clásicos sin ganar y las seis derrotas seguidas. Pero ayer el Lobo volvió a jugar en el Bosque y ganó, esta vez 3-1, claro y merecido.
El triunfo le permitió a Gimnasia cortar con todas las rachas negativas, pues además venía de seis derrotas seguidas y hacía cuatro partidos que no marcaba goles. Y salió provisoriamente del descenso directo, superando a Atlético Tucumán y a Chacarita.
Con el partido 1-0, Stracqualursi falló un penal a los siete minutos del complemento, cuando el guardavallas Agustín Orión le contuvo su remate recostado sobre el palo derecho de su arco.
Estudiantes pagó muy cara su displicencia y para cuando se dio cuenta Gimnasia ya le había ganado el clásico. La apertura del marcador llegó a un minuto del cierre del primer tiempo. Diego Villar envió el centro desde la izquierda y Stracqualursi, arrojándose en palomita, cambio la dirección de la pelota para el 1-0.
En el segundo tiempo Gimnasia fue inteligente para hacer valer la ventaja conseguida. Estudiantes no llegó con claridad, aunque arriesgó un poco más. El Lobo llegó al segundo gol recién a los 35 minutos, tras una gran media vuelta de Stracqualursi, desde el borde del área grande.
El León, herido en su orgullo, fue por el empate y casi lo consigue. Verón quedó mano a mano con Sessa y la Brujita definió con eficacia para el 2-1. En tiempo de descuento, Enzo Pérez tuvo dos veces la igualdad, pero falló.
Con Estudiantes jugado en ataque, un despeje de la defensa de Gimnasia encontró un error involuntario de Orión, que le pifió al remate tras querer rechazar fuera del área. El envío quedó en los pies del ingresado Cuevas, quien sólo frente al arco acarició el balón para el definitivo 3-1, que terminó con la angustia y desató la locura "tripera".