Por tratarse no sólo del marido de la presidenta de la República sino también de un personaje tan poderoso que estaba en condiciones de modificar el valor del peso frente a otras monedas, es difícil creer que Néstor Kirchner no haya contado con información privilegiada cuando, en octubre del 2008, decidió comprar dos millones de dólares. Con todo, aunque a primera vista pareció tratarse de nada más grave que una transgresión ética, sucede que en un intento por justificar la maniobra, el ex presidente afirmó que necesitaba el dinero para comprar la empresa Hotesur, pero resulta que -conforme a lo publicado en el Boletín Oficial- Kirchner no figura entre los accionistas de la entidad, omisión que, obvio es decirlo, plantea dudas en cuanto a la veracidad de sus declaraciones juradas más recientes. De ser así, quedaba corto el diputado radical y ex ministro de Justicia, Ricardo Gil Lavedra, al calificar la compra de dólares por el ex presidente de "un acto de inmoralidad brutal, un grado de corrupción y degradación muy grande". Si bien el ex presidente podría alegar que siempre ha sido un financista avezado y que por lo tanto le pareció lógico comprar dólares en un momento en que los mercados mundiales se veían convulsionados para entonces invertirlos en ladrillos, es de esperar que no lo haya hecho a través de testaferros.
En cuanto a la eventual ilegalidad de la compra por el ex presidente y hombre fuerte del gobierno de una cantidad importante de dólares, las opiniones de los penalistas están divididas. A juicio de algunos, si bien en países como Estados Unidos, en que aprovechar información reservada sí está prohibido, se trataría de un delito, aquí las reglas son mucho más flexibles, de suerte que sólo sería cuestión de una infracción administrativa. Otros afirman que el tema cobraría un cariz distinto si resultara que algún funcionario le informó que una devaluación del peso estaba por producirse y que por lo tanto sería de su interés comprar dólares. Para complicar todavía más el asunto, a partir de diciembre del 2007 Kirchner se ha encontrado en una situación que desde el punto de vista de los juristas es ambigua, ya que por un lado no ha sido un funcionario del gobierno sino un ciudadano privado, por el otro ha tenido más poder real que cualquier funcionario con la hipotética excepción de su mujer, ya que nadie ignora que, sin ocupar ningún lugar en el organigrama oficial, ha podido actuar como una especie de "superministro" de Economía. En el caso de Néstor Kirchner, pues, hablar de "información reservada" no tendría mucho sentido.
Siempre y cuando Kirchner logre contestar a las preguntas planteadas por su relación con Hotesur, parece poco probable que la compra de un par de millones de dólares tenga demasiadas consecuencias legales, pero aun así sorprendería que los beneficios financieros de la maniobra resultaran ser suficientes como para compensar los costos personales y políticos. El país está entrando nuevamente en una etapa en que la ciudadanía es más reacia de lo que ha sido últimamente a tolerar la rapacidad inescrupulosa de dirigentes ya multimillonarios que no vacilan en aprovechar las penurias ajenas para enriquecerse todavía más. La presidenta Cristina parece ser consciente del cambio anímico que se ha producido, de ahí sus alusiones a "los buitres" financieros que según ella nos están atacando, pero sucede que en opinión de muchos, Néstor y sus amigos son carroñeros tan insaciables como cualquier acreedor extranjero, por perverso que fuera. Ya lo han dicho voceros de la Coalición Cívica. Según Carlos Morán, un diputado nacional del partido liderado por Elisa Carrió: "Los Kirchner son un matrimonio buitre con sus acciones especulativas no productivas; compran tierras en El Calafate a precio vil para venderlas más caras, compran dólares baratos". Con una imagen así, los esfuerzos de la pareja por aprovechar la hostilidad que tantos sienten hacia "la patria financiera" local y sus ramificaciones en el exterior no podrán servirles para mucho. Antes bien, la discrepancia evidente que se da entre la retórica populista de los Kirchner y su voluntad de sacar el máximo provecho de toda oportunidad que surja para aumentar todavía más su propio patrimonio no podrá sino alimentar el rencor de sectores amplios de la población que está haciendo cada vez más bochornoso el clima político del país.